Psicólogos onlineEl mindfulness es básicamente volver a centrar nuestra atención en nosotros mismos a través de ejercicios de relajación, respiración y toma de conciencia.

A diferencia de lo que muchos pueden suponer, es una técnica que puedes ir desarrollando día a día, sin necesidad de reservar un espacio específico para ella, solo concentrándote en algunas pequeñas cosas verás que, poco a poco, tu mente va siendo más consciente de lo que pasa a tu alrededor y tu serás capaz de ir dándote cuenta de muchas pequeñas cosas que antes ni siquiera habías podido apreciar.

Piensa en el mindfulness como una estrategia para coleccionar pequeños momentos de alegría consciente, dejando de lado las preocupaciones y, en general, todo lo que no tenga que ver con ese momento o situación en concreto.

Con estos pequeños cambios que te proponemos poco a poco irás centrando tu atención en cosas diferentes y permitirás que tu mente esté más receptiva a las novedades y a la gente en general.

Come de forma consciente

Comer delante de la televisión aumenta las posibilidades de engordar. Esto lo demuestran diversos estudios. Pero es que además, comer delante de la televisión, del ordenador, del móvil o de un libro, desvía tu atención de la comida y te impide disfrutar de este acto que, además de necesario, es muy placentero.

Cuando estés comiendo deja de hacer cualquier otra cosa, simplemente concéntrate en lo que estás haciendo. Saborea cada bocado que te lleves a la boca, juega a intentar descubrir los ingredientes de cada uno de los platos, dedícale tiempo a masticar.

Escoge diversos tipos de alimentos e intenta apreciar sus texturas en la boca. Para ello, un buen ejercicio puede ser cerrar los ojos, de esta manera estaremos eliminando cualquier tipo de elemento visual que pueda estar distrayéndonos.

Si esperas, no te desesperes

Esperar es aburrido. Esperar al turno en la tienda, en la sala de espera a que te atienda el médico, a que tus hijos se acaben de vestir para, por fin poder salir de casa, etc. Solemos entender la espera como una pérdida de tiempo.

La próxima vez que tengas que esperar, aprovecha ese momento para practicar el pensamiento consciente. Sin juzgarte, aprovecha y observa tu cuerpo, cómo sientes tus piernas, tu barriga, tu cabeza. ¿Hay alguna pieza de ropa que llevas que te moleste? ¿Qué sensación te provoca la ropa en la piel?

Presta atención a tus pensamientos, ¿en qué estás pensando? ¿Cómo te sientes?

Escucha lo que te rodea, fíjate en algún objeto que te llame la atención y analízalo. Toma consciencia de su color, de su forma, de para qué puede ser útil. Piensa en cómo podrías usarlo.

Conduce de forma consciente

Normalmente solemos conducir de forma automática, si vas cada día de casa al trabajo y del trabajo a casa, es posible, incluso que no te des ni cuenta de lo que estás haciendo y, simplemente, de repente has llegado a tu destino. Igual no eres capaz ni de decir si te has encontrado algún semáforo en rojo o no.

Precisamente por ser una actividad tan automática, conducir nos ofrece una de las mejores oportunidades para practicar la acción consciente.

  1. Apaga el móvil o ponlo en silencio, conduciendo no debes hablar por teléfono, por seguridad, pero además, si lo haces, estarás perdiéndote la oportunidad de focalizarte en la conducción.
  2. Apaga la música o la radio. Céntrate en los sonidos que te rodean. En cómo ruge el coche cuando no le has cambiado la marcha o en el sonido que te llega desde la calle.
  3. Presta atención a tu cuerpo mientras conduces. ¿Es cómodo el asiento? ¿Tienes frío o calor? ¿Qué sensación produce el volante?

Escucha de forma consciente

Cuando escuchamos a los demás hablando, muy a menudo solo una pequeña parte de nuestra mente está realmente escuchando, la restante está enfrascada en sus propios pensamientos o bien intentando anticipar lo que va a responder o decidiendo si la persona que habla tiene razón o no.

Empezar a practicar la escucha activa te permite no solo conectar más con la persona que tienes delante sino también darte la oportunidad de aprender cosas nuevas.

Simplemente cuando hables con alguien piensa que estás intentando absorber todo lo que dice como si tu fueras una esponja y no pudieras dejar escapar nada. Presta atención a las palabras, a los movimientos, a las miradas del otro. ¿Cómo te sientes? ¿Qué te genera esa conversación?

Concéntrate en el teléfono

Cuando suene el teléfono no lo cojas automáticamente. Tómate unos segundos para inspirar profundamente un par de veces, haz una pequeña pausa y solo entonces contesta.

Date cuenta de qué estás sintiendo en esos momentos de respiración, quizá estés nervioso por la llamada que estás a punto de contestar, inquieto por el trabajo que te va a suponer o extrañado y con curiosidad por saber qué quiere la persona que llama.

Cuando estés en medio de la conversación céntrate en la voz de tu interlocutor, no permitas que elementos visuales te distraigan. Como decíamos en el momento de comer de forma consciente, un buen ejercicio puede ser cerrar los ojos y concentrarte al cien por cien en lo que la otra persona está diciendo.

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