Cuando trabajamos como cuidadores de personas dependientes solemos enfrentarnos a una serie de emociones cuyo adecuado manejo será clave tanto para nuestra calidad de vida y salud mental como para la de la persona cuidada.

Las emociones se definen como una reacción fisiológica ante un determinado contexto o estímulo. Así, los cuidadores podemos experimentar satisfacción y alegría pero al mismo tiempo tristeza o frustración. La forma en la que vivamos esas emociones dependerá de cada individuo, en función de nuestras experiencias anteriores, nuestro bagaje emocional, carácter personal, etcétera.

Lo que debemos tener claro es que todas las emociones son útiles, ya que nos llevan a la acción y a la toma de decisiones. La clave está en saber gestionar las emociones, por negativas que sean, para saber canalizarlas adecuadamente y poder exprimir al máximo su utilidad.

“Todas las emociones, tanto positivas como negativas, son útiles, ya que nos conducen a la acción”

cuidador personas dependientes
Imagen: amor1011.mx

Tal y cómo comentábamos cada persona reacciona de forma diferente ante una misma emoción. Ante la tristeza generada al ver el deterioro de la persona cuidada, por ejemplo, algunos cuidadores consiguen tomar distancia, aceptarla y hacer algo útil con ella, otros sin embargo, se bloquean. Esto depende de la inteligencia emocional del cuidador, que según el psicólogo estadounidense David Goleman se clasifica en cinco competencias diferentes.

Autoconocimiento

Para gestionar nuestras emociones lo primero que deberemos hacer será identificarlas. Así, este aspecto hace referencia al conocimiento de nuestras propias emociones, preferencias e intuiciones.

Del mismo modo también influirá considerablemente la valoración que hacemos de nosotros mismos y de nuestra labor, es decir, nuestra autoestima ¿Nos consideramos buenos cuidadores o tenemos un cierto complejo? Dar respuesta a esta pregunta también es importante para trabajar nuestra inteligencia emocional.

Autocontrol

Una vez identificado todo lo que pasa por nuestro interior tendremos que aprender a controlarlo, éste será posiblemente uno de los puntos más complicados. Debemos controlar nuestros estados anímicos e impulsos respetando siempre nuestras propias normas de honestidad e integridad.

Automotivación

Otro aspecto clave es la de mantenernos motivados para realizar nuestras tareas diarias de la mejor forma posible, esforzándonos por mejorar día a día. Los primeros beneficiados de trabajar motivados seremos nosotros mismos, buscando fuentes que nos guíen y nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos. La motivación también nos permite estar preparados para actuar rápida y eficazmente en los momentos necesarios.

Empatía

Pero la inteligencia emocional no solo trata de cómo nos relacionamos con nosotros mismos, ya que nuestro entorno también entra en juego. Es por ello que la empatía también es de suma importancia, es decir, la capacidad de entender las emociones y formas de pensar de los demás. Así, si tenemos empatía seremos capaces de entender, prever e incluso anticiparnos a las necesidades de las personas que cuidamos.

Habilidades sociales

Unas habilidades sociales adecuadas también son clave cuando trabajamos como cuidadores. Habilidades como la escucha activa, manejo de conflictos, trabajo en equipo, capacidad de liderazgo o el trabajo de vínculos de colaboración serán clave para desempeñar nuestra labor de la mejor forma posible.

¿Qué trucos o habilidades utilizas tú para gestionar esas emociones tan típicas entre cuidadores de personas dependientes y ancianos?