niños inquietosSí, lo sabemos, tus hijos son capaces de sacarte de quicio. No todo es color de rosa en esto de la crianza pero nuestro estado anímico influye y, a veces, demasiado. El cansancio, estrés, dormir poco, un mal día en el trabajo… ¿realmente los niños se están portando mal o nuestra pacienciea está bajo mínimos?

Es normal que los pequeños sean traviesos, curiosos, inquietos y pueden llegar a volvernos locos. Sin embargo en algunas situaciones no sabemos valorar cual son realmente sus malos hábitos y comportamientos y cuáles no. Es por ello que vamos a exponer una serie de momentos o situaciones en las que podemos considerar que los niños se están comportando de forma inadecuada cuando en realidad no lo están haciendo.

El niño no está portándose mal… aunque tú no percibas lo mismo

No controlan sus impulsos

Los niños de forma voluntaria no siempre pueden tener el control de sus impulsos. Existen investigaciones que afirman el hecho de que las regiones del cerebro encargadas del autocontrol no maduran hasta que termina la etapa de la adolescencia, lo que quiere decir que el control de los impulsos es un proceso lento. Una encuesta realizada recientemente ha revelado que muchos de los padres españoles consideran que sus hijos saben hacer de forma temprana más cosas de las que realmente saben hacer. Un 56% de los padres encuestados afirmaba que los niños menores de 3 años deberían ser capaces de resistir su deseo de realizar actividades prohibidas. La realidad es que estos no dominan sus impulsos hasta los cuatro años. No está de más ser conscientes de que el manejo de sus impulsos es difícil para los niños y hemos de ser comprensivos con su comportamiento.

Sobreestimulación 

Muchas veces no somos realmente conscientes de todas las actividades a las que sometemos a nuestros hijos. El ajetreo y el estrés pueden dar lugar a crisis nerviosas, saturación… Los niños también pueden tener reacciones de agobio debido a demasiado movimiento, actividad, elecciones, juguetes… Nuestros pequeños necesitan descansos, largos periodos de inactividad para equilibrar y controlar su comportamiento. Podemos observar grandes mejoras en su conducta cuando establecemos ratos de silencio y de descanso entre los tiempos de juego y de actividad.

Condiciones básicas 

Los niños habitualmente ven su estado de ánimo o su comportamiento afectados por condiciones básicas como cansancio, hambre, sed… Tienen una capacidad mucho más baja que los adultos para manejar estas carencias momentáneas lo que conlleva un cambio brusco en su conducta. Los niños no siempre saben cómo gestionar y comunicar lo que necesitan por lo que la única vía que ven es en ocasiones portarse mal. Nosotros como padres lejos de castigar estas acciones debemos enseñarlos a manifestar sus deseos ya que realmente no se están comportando de manera negativa.

Manifestación de sus sentimientos 

relajación niñosLos adultos por lo general estamos acostumbrados a dosificar y ocultar lo que sentimos en cada momento. Escondemos nuestras emociones como si se tratasen de algo negativo para que nadie pueda descubrirlas. Los niños por su parte no son capaces de hacerlo todavía. Para ellos la forma de manifestar todo tipo de emociones  es sencilla, gritando o llorando ya que todavía no dominan la palabra para este uso. Los padres deben dejar que los sentimiento afloren y no imponer un castigo cuando sus hijos tienen el impulso de manifestar alguna sensación tanto positiva como negativa de forma anormal o llamativa.

Necesidad de jugar

Los niños en ocasiones llevan a cabo acciones que desde el punto de vista adulto son incoherentes como pintar las paredes, ponerse los zapatos de su padre o lavarse la cara con yogurt. Muchos de estos comportamientos son calificados como malos ya que no entendemos que simplemente quieren jugar. Estos buscan la novedad, la sorpresa y la emoción buscando descubrir con si propia experiencia del juego todo aquello que les rodea. Muchas de estas acciones no tienen ninguna malicia, si no que estas connotaciones se dan por parte de los padres que no entienden el carácter lúdico de ellas.

Debemos valorar todos los momentos expuestos y caer en la cuenta de que la mentalidad de un niño dista mucho de la de un adulto. Sus juegos y conductas deben verse desde otro punto de vista para entender y saber diferenciar lo que realmente se hace con malicia de lo que es normal en el mundo infantil. Solo tenemos que informarnos y llevar a cabo lo aprendido.

¿Buscas ayuda para educar a tus pequeños? Déjanos tu consulta y un psicólogo de Siquia te orientará.

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