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Hace unos días saltaba la alarma en los mercados financieros, la start-up que había sido admirada por su trayectoria fulgurante, por su rápido crecimiento económico e internacionalización, resultaba ser una gran mentira. Un engaño perpetrado presuntamente por su presidente, Jenaro García, que en declaraciones oficiales ha admitido haber falsificado las cuentas de la empresa al menos durante los últimos cuatro años.

Este hecho deja al sector bastante tocado, dado que Gowex era una de las empresas más potentes y mejor consideradas. Pero los más afectados, como siempre, van a ser los pequeños inversores, que han visto como sus ahorros invertidos en acciones de la empresa han pasado de valer mucho a no valer absolutamente nada, y es que la empresa ha entrado en concurso de acreedores.

Por supuesto este hecho ha provocado la reacción airada de todos los que habían confiado en la empresa como un modelo de start-up fiable y capaz de abrirse paso por su propio pie. Cuando se desmonta una realidad de esta manera, el sentimiento de los implicados suele ser el de rabia.

Rabia por el engaño, por la traición, por la desconfianza que se genera en estas personas de cara al futuro. ¿Cómo volver a confiar cuando hemos sido engañados así?

La rabia que produce el engaño

El sentimiento predominante ante un engaño de esta magnitud es la rabia. Rabia contra quien nos ha mentido, pero también rabia contra nosotros mismos: ¿por qué decidí invertir precisamente en esta empresa? ¿Por qué me dejé convencer?

Auto-culparse es muy habitual en estos casos, nos sentimos desprotegidos y no recordamos que, en el momento en el que decidimos dar el paso para hacer la inversión no contábamos con toda la información con la que contamos ahora. Dicho de otro modo, a toro pasado es muy fácil ver y evaluar el peligro, pero si no contamos con toda la información es difícil predecir qué pasará en el futuro.

Pero es injusto, y eso que entendemos como injusticia es lo que está siempre detrás del sentimiento de rabia. Cualquier situación de injusticia con la que nos encontremos a lo largo de nuestra vida nos generará esa sensación de rabia, y ¿qué hay más injusto que un engaño premeditado?

Cómo gestionar la rabia del engaño

Primero de todo, aceptándola. Sé que puede parecer un tópico psicológico de manual, pero es así. Para poder gestionar una emoción debemos ser capaces de entenderla e identificarla.

Nos han engañado, es injusto, ergo siento rabia. Este es el primer paso para gestionarla. Sé que tengo rabia y sé que esta rabia es fruto de la injusticia, a partir de ahí, vamos a trabajarla.

La única manera de gestionar la rabia es que uno mismo se de permiso para expresarla. Eso no quiere decir que justifiquemos la violencia con la rabia, ni mucho menos. Hay muchas maneras de expresar la rabia y cada uno debe encontrar la que le sea más adecuada a sus circunstancias personales.

Por ejemplo, si la rabia se da en un contexto laboral no podremos darnos permiso para expresarla gritando, cosa que sí podríamos hacer si estamos solos en casa, por lo tanto habrá que encontrar la manera. Aquí os dejo ejemplos reales de expresión de la rabia, recogidos en diversos cursos sobre gestión emocional que he dirigido:

  • «Cuando siento rabia me voy cerca de la vía del tren y cuando pasa el tren aprovecho para descargar con un grito enorme hasta que casi me quedo afónica».
  • «En el momento en que empiezo a sentir rabia en el trabajo respiro hondo y aprieto los puños fuerte hasta que casi duelen, luego los relajo soltando el aire. Lo repito tantas veces como sea necesario».
  • «Mi manera de expresar la rabia es por la vía legal. O pongo una reclamación o, si la cosa es muy grave, pongo una denuncia».
  • «Yo tengo en mi casa un «cojín de la rabia». Cuando tengo esa sensación lo cojo y lo muerdo fuerte o le doy puñetazos hasta que me siento más relajada».
  • «Cuando siento rabia voy al gimnasio y descargo allí. Me pongo música fuerte en los auriculares y me pongo a correr como un loco en la cinta».
  • «Yo rompo papeles. En mi escritorio de trabajo siempre tengo papeles sucios y cuando siento rabia cojo un boli y me pongo a hacer «rayajos» fuertes sobre los papeles. Luego los rompo en trozos muy pequeños hasta que se me pasa la rabia».

Podría seguir con el listado, y encontraríamos millones de maneras de dar salida a esa rabia, algunas muy vistosas, otras más discretas, pero todas ellas igual de importantes y útiles: darnos permiso para expresar la rabia es transformarla en energía y, por lo tanto, no quedárnosla dentro.

Psicólogos onlineLa rabia es mala consejera

Por supuesto, todas las estrategias para dar salida a la rabia no solucionan el sentimiento de injusticia, y mucho menos en un caso tan gordo como el caso Gowex, pero lo que sí que nos evitará es tomar decisiones en pleno ataque de rabia sin expresar.

Es importante que la gestión de la rabia se haga en caliente, antes de tomar ninguna decisión. Es decir, todo esto parte de un proceso de autoconocimiento, en el que el orden que deberíamos seguir sería el siguiente:

  1. Siento la rabia.
  2. Identifico que el sentimiento es rabia y determino la injusticia que hay detrás.
  3. Doy salida a la rabia (con cualquiera de los ejemplos anteriores u otros que me funcionen).
  4. Me relajo un poco y empiezo a pensar fríamente.
  5. Tomo una decisión para atacar la injusticia (esta solución puede ser legal, en el caso Gowex por ejemplo, o de cualquier otro tipo).

De esta manera nuestras decisiones estarán asentadas en el raciocinio más que en la impulsividad que nos ofrece la rabia, así podremos ser más directos y eficientes en la lucha contra la injusticia que ha provocado nuestro estado de rabia.

Recuerda que si tú también atraviesas una época de estrés, ansiedad, nerviosismo o te enfrentas a una situación de mentiras compulsivas, en Siquia te ayudamos. Déjanos tu consulta sin compromiso en www.siquia.com/psicologos-online