ADICCION TECNOLOGIAS SIQUIAA pocos días de iniciarse el curso escolar, todos –padres, profesores, alumnos, psicólogos y psicopedagogos – deberíamos tener muy claro que los móviles, las tablets y los ordenadores , a pesar de su parte buena, eficiente y educativa, cuando se usan en exceso (como todos los excesos ) lleva a situaciones académicas, familiares y sociales no deseadas.

Esta es la historia de Núria, tiene 10 años y, a pesar de que hemos insistido recurrentemente a los padres, ya tiene un móvil con perfiles en diversas redes sociales. Afortunadamente, si se cumple lo pactado, van a desaparecer pronto hasta que cumpla la edad reglamentaria.

Pero no sólo es eso. Núria tiene a su disposición cualquier artilugio con conexión wifi que se nos pueda ocurrir. El hecho es que, para que se calme, no se enfade, para que no tenga rabietas, para que después haga sus tareas, para comer… se pasa más tiempo mirando a una pantalla que a su alrededor… y sólo tiene 10 años. En la sesión de la semana pasada comentaba lo desagradable que le resultaba pensar en el inicio del curso “porque en clase no nos dejan tener el móvil”. ¿sobreprotegida? No ¡hiperconectada!

¿A qué llamamos adicción tecnológica?

La adicción  a la tecnología hace referencia a la relación problemática existente entre una persona y un dispositivo de los ya mencionados. Como es obvio, el uso de la tecnología puede conllevar consecuencias positivas ya sean a nivel educativo, laboral, social o, incluso, familiar.

Sin embargo, todo abuso lleva al otro extremo y, por tanto, comporta consecuencias negativas en todas estas áreas. Se puede realizar un uso saludable o adecuado, un uso problemático, un abuso o, llevado al máximo, se puede crear una dependencia de estos aparatos tecnológicos. Otra de las diferencias importantes, para empezar, es si se es dependiente (o adicto, para dejarlo más claro) “a” internet o “en» internet.

Si una persona es adicta a las compras compulsivas o al juego o al sexo pero usa internet para su adicción, entonces, diremos que es “adicto en internet” ya que es posible que existan problemas emocionales previos al abuso de las tecnologías de la misma manera que puede ocurrir al revés. De cualquier manera, socialmente, es mucho mejor aceptada una adicción tecnológica que cualquier otro tipo de adicción, a pesar de que ambas pueden causar importantes problemas.

¿Cómo sabe alguien que es un adicto tecnológico?

  • Normaliza, justifica, minimiza o incluso niega que tiene un problema.
  • Aumenta progresivamente la dificultad para controlar el tiempo que dedica al móvil.
  • En adultos, ponen en riesgo o pierden oportunidades laborales, disminuye su rendimiento laboral y se ven influenciadas negativamente sus relaciones laborales.
  • Los menores, tienen un menor rendimiento académico e, incluso, hay casos de fracaso escolar.
  • Sufren síndrome de abstinencia, igual que los que toman sustancias de abuso.
  • Los niños se sienten irritables, tristes, inquietos cuando no les dejan tener el móvil.
  • Experimentan deseo que sólo se calma cuando tienen el dispositivo, de la misma manera que, en los adictos de sustancia, sólo se calma cuando tienen acceso a su dosis.
  • Cada vez necesitan más tiempo para tener el mismo efecto placentero que experimentaban al principio.

¿Existen consecuencias en el entorno del adicto?

La dinámica familiar, y especialmente la comunicación familiar, se ve afectada. Existe un efecto contagio que hace que cada uno nos pongamos en una esquina del sofá con nuestro propio aparato tecnológico y, así, mirando una pantalla, la comunicación entre la familia se esfuma.

También será más difícil mostrar afectos, poner límites a los hijos y atender a ellos y a la pareja. Conflictos y discusiones derivados del tiempo de uso, de la factura generada, en general, del abuso. Cambios de humor, tristeza, ansiedad, irritabilidad, problemas de insomnio e, incluso de alimentación.

Normalización, minimización, negación del problema, sobre todo, al relacionarse con amigos o con otra parte de la familia.

Pautas para padres en el uso del móvil de hijos menores de edad

  • Da ejemplo. Si no quieres que tus hijos abusen de las pantallas, no abuses tú ( y eso incluye la tv).
  • Enseña que existe un mundo off-line. Practica con ellos actividades agradables, desde cocinar pasteles de colores hasta jugar a juegos de mesa pasando por hacer excursiones.
  • Establece horarios y lugares en los que esté prohibido el móvil y otros aparatos; por ejemplo, las horas de comer y cenar, la hora de ir a la cama – móviles fuera de la habitación – y la hora de estudio – igualmente, móviles, tablets fuera- .
  • Explica lo importante que es estar desconectado.
  • Establece normas para el uso de pantallas.
  • Marca consecuencias negativas en caso de incumplimiento.
  • Sé dialogante. Explícales tus opiniones acerca de las tecnologías pero, sin ser extremista porque no te creerán.
  • Pide ayuda profesional si crees que alguien en casa es adicto/a. Un psicólogo, incluso un psicólogo online, puede ayudar en el control y gestión de dispositivos. Pide cita en Siquia.
  • No uses las tecnologías como guardería porque eres tú quien estas acostumbrando mal a tus hijos.

Recuerda:

  • De 0-2 años, nunca pantallas.
  • De 2-5 años, pueden tenerla ½-1 hora.
  • De 7-12 años, pueden tenerla una hora, con un adulto delante y nunca en las comidas.
  • De 12-15 años, una hora y media, con supervisión.
  • A partir de 16 años, 2 horas como máximo, nunca en el dormitorio.