El estado de agotamiento se considera a menudo como el punto final del proceso de descomposición y se caracteriza por la ausencia de motivación, así como por el completo agotamiento mental y físico. Académicos con máster psicología deportiva han demostrado que lo que lleva al agotamiento es un exceso de estrés en el entrenamiento junto con una recuperación insuficiente. 

El burnout en el deporte

Los programas de entrenamiento físico más avanzados suelen requerir una sobrecarga de los atletas para obtener el máximo rendimiento. Las presiones para lograr más siguen creciendo, y muy rara vez se tienen en cuenta los costes de operar de esta manera ininterrumpida. Sin embargo, la realidad es que el cuerpo humano necesita recuperarse para obtener progresos. Sin ella, el rendimiento puede empezar a resentirse y/o el deportista puede empezar a desmoronarse. 

El estrés del entrenamiento puede tener su origen en una variedad de fuentes dentro y fuera del campo. Hablamos, por ejemplo, de las exigencias físicas, de viaje, de tiempo, académicas o sociales. Algunos estudiosos del deporte exponen diferentes modelos para interpretar cómo se manifiesta el burnout. 

Uno de ellos, propuesto por John M. Silva, doctor en psicología del deporte de la Universidad de Maryland, defiende que este síndrome se manifiesta a causa del estancamiento en el deporte. Generalmente, este estancamiento se produce por un exceso de estrés. Estrés que conduce al sobre entrenamiento por la frustración de los resultados obtenidos y, finalmente, se desencadena el burnout.

El estancamiento se define por un claro descenso de la motivación del deportista y un estancamiento del rendimiento. Los atletas sobreentrenados suelen presentar disfunciones psicofisiológicas y un descenso del rendimiento. Según Silva y muchos otros científicos del deporte que han estudiado el agotamiento, la única manera de detener este ciclo es descansar lo suficiente.

Raedeke, psicólogo deportivo, ha sugerido que un factor clave en el burnout podría ser la sensación de estar atrapado por las circunstancias dentro de un deporte. En otras palabras, un deportista puede reconocer la necesidad de parar, pero sentirse obligado a continuar (por ejemplo, para mantener una beca o un papel de titular). Esto puede exacerbar aún más el estrés del entrenamiento.

Otro factor que puede contribuir al agotamiento es la naturaleza de la motivación del deportista. Los jóvenes de nuestra cultura suelen practicar deportes por razones intrínsecas, como divertirse, aprender nuevas habilidades, hacer ejercicio y hacer nuevos amigos. 

La motivación intrínseca se ha relacionado con un rendimiento deportivo superior. Sin embargo, lo que suele ocurrir a medida que los deportistas avanzan en los niveles de competición es que su motivación se desplaza hacia recompensas extrínsecas. Trofeos, becas, dinero, fama, aprobación… La participación deja de ser sólo por la alegría de participar en el deporte en sí y se convierte más en lo que se puede obtener a través del deporte. Este cambio a menudo trae consigo una tonelada de presión añadida. 

A veces, los deportistas pueden acabar sintiéndose controlados por las mismas recompensas que persiguen. Así logran socavar su deseo puro de participar en el deporte y generan una sensación de estar atrapado, alimentando potencialmente el agotamiento.

Ciertos síntomas del ciclo de burnout pueden parecerse mucho a la depresión clínica. Hacer este diagnóstico diferencial puede ser difícil, pero es fundamental para garantizar que se siga el curso de tratamiento adecuado.

Burnout VS. Depresión

La depresión en los deportistas está específicamente infradiagnosticada. Ciertamente, esta dificultad se genera por sus síntomas en común entre el Trastorno Depresivo Mayor (TDM) y el Burnout. El Trastorno Depresivo Mayor implica un estado de ánimo deprimido o la pérdida de interés/placer en casi todas las actividades durante un período de al menos 2 semanas; como también la inapetencia, baja energía, falta de concentración e insomnio.

La depresión y el burnout en los deportistas pueden implicar síntomas casi idénticos. Estas similitudes suponen dificultades para los profesionales que trabajan con deportistas; el conocimiento de estas similitudes es vital para la derivación, atención y competencia adecuadas en el tratamiento. 

Entre los síntomas más comunes tanto de la depresión como del burnout, están: la fatiga, la falta de motivación/energía, irritabilidad, sensación de desánimo, dificultad para dormir, dificultad para mantener las responsabilidades, negación o rehusar la búsqueda de tratamiento y habilidades de afrontamiento inadecuadas o reducidas.

Conclusiones

La cultura atlética y la mentalidad de autoayuda llevan a los atletas a buscar tratamiento con menos frecuencia. A menudo, las enfermedades mentales en los deportistas están infradiagnosticadas. Por lo tanto, los atletas deben ser considerados como una población especial con necesidades únicas de los no atletas.

Es importante que el personal deportivo se informe sobre los síntomas del agotamiento. Solo de esta manera pueden vigilar activamente a los atletas con los que trabaja para detectar los signos de este ciclo. Entre las señales de alarma a las que hay que prestar atención están los cambios en las emociones (por ejemplo, irritabilidad, mal humor, desinterés), el funcionamiento cognitivo (por ejemplo, dificultades de concentración), la disminución de la fuerza y la coordinación, los cambios fisiológicos (por ejemplo, pérdida de apetito, aumento de la frecuencia cardíaca en reposo) y una mayor susceptibilidad a las enfermedades.

No hay ningún misterio en la receta para tratar el burnout: descanso, descanso y más descanso. Otras posibles intervenciones pueden incluir el establecimiento de objetivos a corto plazo para reforzar la motivación. También la incorporación de actividades divertidas a los rigores del entrenamiento. Y, por supuesto, la práctica de técnicas de reducción del estrés como la meditación y la visualización.