Recientemente lo confirmaba la OCU a través del último estudio sobre consumo de ansiolíticos: cada vez tomamos más pastillas y vamos muy poco a terapia psicológica. 

Durante décadas el uso de psicofármacos para el tratamiento de las diferentes patologías ha sido ampliamente estudiado. En este sentido se ha avanzado mucho en cuanto a la utilidad de éstos y sus efectos perjudiciales. Pero de igual modo, también se ha vivido un avance significativo en las teorías y terapias psicológicas, de modo que esta cuestión sobre el uso de psicofármacos puede ser debatida con numerosos argumentos por ambas partes.

Así lo afirma el psicólogo Alejandro Arias, de Valencia. En opinión del terapeuta, es esencial valorar cada caso de forma individual y analizar la gravedad del problema, las variables de la persona, contextuales, etc. Cada caso es único, y la respuesta debería del mismo modo ser personalizada. El uso de psicofármacos en ansiedad y depresión puede tener aspectos positivos y negativos.

En su opinión, el uso de fármacos podría ser beneficioso (en ciertos casos) cuando el tratamiento está comenzando y la persona no dispone ni puede hacerlo a corto plazo con las estrategias necesarias para hacer frente a una situación compleja. Considero que el uso de fármacos no debería emplearse si la persona puede enfrentar sus problemas con sus propias herramientas y las proporcionadas en terapia. Sin embargo, también comprendo que en ocasiones el uso de fármacos podría contribuir a una reducción de “síntomas” u obstáculos en un primer momento, y esto ayudar a que la persona pueda avanzar en la terapia psicológica de forma más tranquila y sin tanto estrés. Y con el tiempo (cuanto antes mejor) poder eliminar este uso de fármacos para evitar el posible efecto placebo y que la persona lo use como conducta de seguridad, y dependa de éste para no presentar ansiedad, por ejemplo.

Arias afirma no ser partidario del uso de fármacos excepto en ocasiones donde éstos puedan jugar un papel importante en el progreso de la persona, que de otra manera quizás no se produciría, o si lo hiciera sería bajo un alto estrés que quizás a la persona no le compense y pueda dejar la terapia con cualquier profesional de la psicología. A estas personas les diría que, al menos en el caso de la ansiedad y depresión, los fármacos pueden ayudar en casos puntuales, pero su administración debería estar en segundo plano como plan alternativo al conjunto de terapias psicológicas científicas existentes. Al fin y al cabo, los fármacos hacen efecto mientras estén en el cuerpo, por ello los cambios que producen son temporales. En cambio, las estrategias y habilidades que la persona adopta en terapia permanecen y se deben únicamente a ella y a su esfuerzo.

Respecto a la importancia de la prevención en salud emocional, Alejandro Arias considera que es innegable la interacción entre biología y ambiente en la psicología. Si todos los problemas dependiesen únicamente de factores genéticos, poco se podría hacer a modo de prevención desde la terapia psicológica. Las diversas problemáticas hoy en día se pueden predecir de una forma bastante fiable atendiendo, por ejemplo, a sus factores de riesgo, es decir, los factores que incrementan la probabilidad de aparición de estos problemas. Póngase como ejemplo el acoso escolar, donde variables como la presencia de ciertos problemas o patologías acompañando a la persona, una menor red de apoyo social, la excesiva timidez o la escasez de habilidades sociales pueden favorecer la aparición de éste, entre otros.

Existe un ambiente general más sobreprotector ahora que antes, orientado a la evitación de dificultades.

Una buena estrategia de prevención podría dificultar o impedir la aparición de patologías, e incluso una vez que éstas existen, que vayan a más. La escasez de programas de prevención es un grave problema, pues a menudo ocurre que cuando el problema se detecta, éste se encuentra ya muy avanzado y la terapia psicológica pierde eficacia.

¿Vamos al psicólogo demasiado tarde?

¿Qué significa estar mal?, cuestiona el psicólogo valenciano. Las personas a menudo tratan de resolver sus problemas por ellos mismos sin acudir a un especialista, sin conocer la gravedad real. Tanto como prevención, o como tratamiento temprano de un problema que acaba de surgir, el psicólogo tiene herramientas suficientes para actuar. Al fin y al cabo, los profesionales de Salud Mental no sólo existimos para los problemas graves y avanzados. Al revés, actuando sobre un problema que está comenzando se puede impedir que éste avance. El problema es que aquí entran en juego, entre otros, los prejuicios existentes sobre recibir ayuda de un psicólogo, que todavía muchas personas lo ven como un recurso para cuando ya se ha intentado todo y nada ha funcionado.

Acudir al psicólogo es digno de admiración y fortaleza, propio de alguien que quiere vivir feliz y hace lo que sea para conseguirlo

En cuanto a su efecto en la terapia, ésta se vuelve más difícil cuando el problema lleva desarrollándose meses o años, pues el organismo ha aprendido a actuar de una determinada manera, creando por ejemplo condicionamientos negativos y costumbres que necesitarán mucho tiempo para modificarse. Al fin y al cabo, es enseñar al organismo a actuar de una forma distinta a como lo lleva haciendo durante mucho tiempo, y ello no es fácil. Una detección temprana del problema podría haberlo solucionado o por lo menos reducir su repercusión.

Educar las emociones con la ayuda de un psicólogo

Nuestra mente es el filtro de todo lo que vivimos. Y las emociones, pensamientos y conductas están siempre influyéndose. Ante la presencia  de trastornos emocionales como la ansiedad o depresión, nuestra mente empieza a ver todo con negatividad, miedo, de forma distorsionada,… Ello afecta a cómo vivimos la vida. Pasar por un momento emocional difícil puede llevarnos a problemas laborales, sociales, en la vida amorosa,… Durante mucho tiempo las enfermedades y problemas físicos, médicos, han preocupado mucho pues son una causa de cambios y modificaciones en la vida de la persona en todas o muchas de sus áreas. Sin embargo, la salud emocional y psicológica también constituyen una fuente de inadaptación e infelicidad en la persona que le afecta en todas sus áreas. Deberían tenerse más en cuenta los factores psicológicos.

¿Somos cada vez más dependientes?

Existe un ambiente general más sobreprotector ahora que antes, orientado a la evitación de dificultades. Sin embargo, no en todos los casos ocurrirá. Me refiero a una tendencia a querer evitar el problema e intentar que desaparezca. Esto está bien si puede conseguirse, pero a menudo falta un buen componente de aceptación, ambición, superación, etc. Quizás el enfoque de vivir feliz ha de cambiarse.

En vez de pensar que vivir feliz consiste en la ausencia de problemas, deberíamos cambiarlo a un enfoque más realista: vivir feliz a pesar de los problemas, aceptar lo que no se puede cambiar y dar la mejor versión de uno mismo dentro de nuestras posibilidades. Aceptar que existen dificultades o limitaciones, y tratar de superarlas. Y claro, la no superación de los problemas lleva a la frustración, inseguridades y baja autoestima, pérdida de confianza en uno mismo, desesperanza, etc. Por ello sí creo que ahora buscamos más que antes la ausencia de problemas y tener una vida sencilla y cómoda. Quizás haga falta un componente más positivo y realista en la sociedad, aunque a nivel práctico lleve tiempo y esfuerzo el poder conseguirlo.

¿Sigue siendo la terapia el último recurso cuando todo va mal?

Puede ser que con los años haya mejorado la visión del psicólogo en la sociedad. Sin embargo, todavía falta mucho por conseguir. La tendencia a acudir al psicólogo cuando los problemas son muy graves, o como último recurso si ya has intentado todo, demuestra que todavía las personas siguen sin tener clara la importancia de la buena salud psicológica y de nuestro papel en la sociedad. Además, a nivel práctico se observa cómo los servicios públicos de atención psicológica todavía son escasos y muchas personas (con y sin patologías graves) no son tratadas de forma adecuada. Hay una tendencia a pensar que acudir al psicólogo es motivo de debilidad o fracaso en la vida, como si tener problemas y recibir ayuda fuera algo de lo que avergonzarse. Al contrario, querer mejorar en la vida es algo digno de admiración y fortaleza, de alguien que quiere vivir feliz y hace lo que sea para conseguirlo.

Y qué le dirías a esa persona que se encuentra en esa situación y no se decide…

Le diría que la psicología ha avanzado mucho, y hoy en día constituye una disciplina científica en toda regla, con procedimientos muy buenos y que han sido demostrados y funcionan. Comentarle al paciente que enhorabuena por querer mejorar en la vida, pues ese primer paso es importante y necesario. Le diría que los psicólogos trabajamos analizando el problema de la persona de la forma más amplia posible. De esta forma, detectamos todo lo que está influyendo en la existencia del problema, y tratamos de modificar esas influencias negativas con un gran abanico de técnicas y posibilidades. Decirle que un psicólogo no consiste en alguien que “habla” o que simplemente “escucha”.

Un psicólogo sabe qué preguntar. Asimismo, tampoco se dedica a dar “consejos”, pues a diferencia de los amigos o familiares, los psicólogos nos basamos en años de investigación para dar pautas lo más justificadas y fiables posibles. Por último, destacar también el papel activo que tiene el paciente o cliente en terapia. Al contrario de lo que se piensa, éste no se dedica a estar callado mientras el psicólogo le dice lo que hacer. La terapia es un proceso dinámico, donde terapeuta y paciente juntos tratan de buscar la solución que más convenga en cada caso.

«Un psicólogo sabe qué preguntar y no se dedica a dar consejos»

En terapia online, el profesional se rige por la misma profesionalidad y conocimientos que en la modalidad presencial (el profesional es el mismo), y la persona se siente igualmente atendida. Los procedimientos además son los mismos, solo cambia el canal, no habiendo grandes diferencias en cuanto al tratamiento. Además, es una ayuda en dos direcciones. Por un lado se le ayuda a una persona que quiere ser escuchada y atendida, y por otro lado se le ayuda al profesional a ganar experiencia y acostumbrarse al funcionamiento de la terapia psicológica para poco a poco ir creando su futuro.

En terapia online el profesional es el mismo, no cambian los procedimientos, solo el canal

Es innegable que la terapia online tiene puntos a favor que merece la pena aprovechar. En primer lugar, si la persona se siente especialmente cómoda con el profesional, o vive lejos y no puede desplazarse a ver al psicólogo que desea, puede ser en principio una buena idea. Hay casos donde por motivos de desplazamiento o geográficos, la persona no puede recibir una atención psicológica adecuada. También pueden existir problemas de movilidad, o algunos detalles de carácter psicológico que puedan dificultar que la persona salga de casa y acuda al psicólogo.

La modalidad online por ello puede ser un buen primer paso en muchos casos para que la persona se aproxime al funcionamiento de la terapia, que quizás de otro modo no se produciría. También puede ser que el problema, debido a sus características, pueda ser resuelto a distancia y de una forma más cómoda y rápida, en cuyo caso puede no ser necesario un desplazamiento. Por último, se me ocurre que también pueda ser una buena idea utilizarla a modo de seguimiento, o cuando el problema ha disminuido y ya no son necesarias sesiones tan largas, y de forma online podría solucionarse de una forma más cómoda.