Ansiedad y desempleo ¿qué relación tienen?

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Para muchos de nosotros, las vacaciones son un momento ansiado a lo largo de todo el año que nos permite reencontrarnos con nosotros mismos y estrechar lazos con nuestras  familias, se trata de una manera estupenda de recargar las pilas para comenzar el nuevo curso y reducir el estrés.

Sin embargo, para otros menos afortunados, las vacaciones son una situación obligada que dura todo el año y que produce un malestar que acaba por desgastar la salud de aquellos que lo sufren.

Según las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el paro es uno de los motivos de mayor preocupación para los españoles.

Cabe prestar especial atención al impacto psicológico que la pérdida de trabajo puede conllevar en la vida de una persona debido al déficit en la percepción de apoyo social y la falta de recursos personales.

El desempleo, sobre todo el de larga duración, no afecta únicamente de manera económica a las personas, sino que también impacta sobre su salud generando casos de estrés, insomnio, ansiedad, fobias, asma, úlceras, artritis o depresión.

Aunque en un primer momento pudiese parecer lo contrario, lo cierto es que los jóvenes son los que más sufren los efectos del desempleo y manifiestan depresiones en mayor medida que los adultos pues, el trabajo, es fundamental para construir una identidad y mantener alta la autoestima.

Trabajar es sinónimo de estabilidad económica, de rutina, de planificación del tiempo… Toda esta seguridad desaparece cuando llega el despido. Estar en paro puede verse al principio como unas pequeñas vacaciones, pero con el paso del tiempo llega la preocupación y las repercusiones en la salud mental.

Fases durante la pérdida de empleo

Como cada persona es única a la hora de relacionarse y reaccionar ante determinadas situaciones, cada persona vive la situación de desempleo de una manera diferente.

Aun así, los efectos psicológicos suelen ser los mismos: baja autoestima, ansiedad, estrés… En definitiva, el desempleo provoca sentimientos negativos (irritabilidad, apatía, desesperanza, etc.) que se manifiestan cuando pasa el tiempo a lo largo de cuatro fases:

  1. Entusiasmo. Los primeros seis meses después de la pérdida de empleo se caracterizan por el optimismo. Es cierto que interviene la sorpresa, la incerteza, algo de preocupación, miedo y angustia… pero, al final, la mala noticia se intenta ver como positivo. En esta primera fase creerás en tus habilidades para conseguir un nuevo trabajo. Miras al futuro con alegría y pones toda tu buena energía en la búsqueda de empleo. Tomas estos meses como una especie de vacaciones porque ves esta situación como algo temporal que acabará en breves. Aún no te consideras un desempleado.
  2. Estancamiento. De los seis a los 18 meses se produce esta segunda fase en la que te replanteas la situación al no encontrar empleo durante todo ese tiempo. Aquí comienzan las dudas sobre tu valor y sobre las expectativas «poco realistas» que te creaste. La búsqueda activa de empleo se reduce porque aparece la desmotivación. Esto también provoca que las preferencias profesionales varíen para buscar cualquier trabajo y salir del paso. Los pequeños síntomas de crisis que apenas tenían importancia en la primera etapa se agravan en la segunda e incluso aparecen nuevos síntomas como la vergüenza o la culpa. Podríamos señalar que en esta etapa destacan la irritabilidad, el nerviosismo y la agresividad.
  3. Desgana. De los 18 a los 24 meses todos los sentimientos negativos (depresión, apatía, desesperanza, desgana, tristezas, fracaso, sentimientos de inferioridad…) alcanzan su pico porque no encuentras trabajo, nadie quiere contratarte. Te invade el pesimismo.
  4. Resignación. Han pasado 24 meses desde que te quedaste sin trabajo y no encuentras nada. Definitivamente, has perdido la esperanza de volver al mundo del trabajo. Solo hay resignación. Ahora buscar empleo es una pérdida de tiempo y, de hecho, otro rechazo en el mercado laboral. Que no suene el teléfono tras haber dejado currículums o una simple entrevista de trabajo hace que sientas ansiedad. En esta cuarta etapa, tendrás un vacío en tu interior y creerás que eres menos valioso que el resto de personas que sí tienen trabajo. Ves el paro como un fracaso a nivel personal. Te sientes frustrado e incluso llegas a pensar que serías incapaz de realizar tu antiguo trabajo. Parece que has perdido facultades, que has empeorado con el tiempo y que tendrás que volver a esforzarte mucho más. Otra opción más extrema es que, directamente, ya no quieras buscar trabajo.

Efectos psicológicos del desempleo

La ausencia de trabajo implica varios problemas a nivel psicológico:

  • Confusión cuando llega la noticia del despido. No sabes qué hacer ahora, por dónde empezar. El miedo se apodera de ti, dejándote en una especia de shock que te provoca desorientación.
  • Desorganización. Sin querer, el trabajo marcaba los tiempos, imponía unos horarios a partir de los cuales tú te organizabas y tu día queda estructurado (hora de levantarse, de comer y de cenar, de dormir, de hacer ejercicio u otras actividades…). En el momento en el que ya no hay esas pautas de tiempo, te desorientas y corres el riesgo de pasar los días sin hacer nada.
  • Invisibilidad. El «síndrome de invisibilidad» es aquel por el que te sientes invisible, como si nadie te viera o notara tu presencia. Por lo tanto, te sientes perdido entre la multitud, no formas parte del sistema económico social porque no contribuyes en él.
  • Aislamiento social. Trabajar hace que te relaciones con tus compañeros o tus jefes, una interacción social que se ve reducida cuando estás desempleado. Aunque también puedas relacionarte con tu familia y amigos, el hecho de ser un desempleado te causará tanta vergüenza que irás abandonando esas relaciones, por lo que los lazos familiares se resienten y las amistades se terminan.
  • Ansiedad. Es el efecto más habitual en la mayoría de las personas que permanecen largos periodos en desempleo. Es estado de incertidumbre acentúa esta ansiedad. Además, los trastornos de ansiedad producen alteraciones somáticas o físicas: trastornos gastrointestinales o del suelo, cansancio físico, disminución de los niveles de energía…

La salud mental se resiente con el desempleo. Es inevitable que, ante esta situación, se origine un malestar psicológico que es necesario atender. Todos los síntomas de ansiedad, depresión, irritabilidad, desesperanza y la baja autoestima deben tratarse con ayuda de un psicólogo. También puedes pedir ayuda a un profesional que colabora contigo para gestionar el paro y volver a encontrar trabajo.

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Es importante que no personalices tu situación, es decir, valora objetivamente los factores externos que han contribuido tu despido y ante los cuales no puedes hacer nada (una crisis económica, reducción de plantilla, pandemia, etc.).

Una vez desempleado, lo primero que tienes que hacer es adoptar una actitud activa y positiva. No tienes vacaciones, sino un pequeño descanso en el que tendrás que llevar a cabo una búsqueda intensa. Además, ese tiempo puede ser aprovechado para renovar tu formación, algo muy valorado en el ámbito laboral. El trabajo no llegará de manera inmediata, pero no debes rendirte. Encontrarás un nuevo empleo tarde o temprano. Cuanto más busques, más posibilidades tienes de conseguir un nuevo trabajo.

Por último, organízate. Una buena gestión del tiempo (una rutina) será importante, ya que estando desempleado tendrás muchas horas muertas a lo largo del día.

Dedícate a ti mismo: haz ejercicio, realiza actividades que te gustan, cuida tu alimentación y las horas de sueño y recicla tus conocimientos a nivel formativo. Mejorará la percepción que tienes de ti mismo y con ello tu autoestima.

desempleo

Consejos para superar la ansiedad por desempleo

1. Mantente activo. Te recomendamos que hagas ejercicio pues una magnífica manera de aumentar tu autoestima y liberar estrés.

2. No te rindas. Sigue buscando empleo día a día, eso mantendrá tu foco de atención en lo importante y hará que no tires la toalla antes de tiempo. Lo sabemos, la sensación de agobio, cansancio y dejadez pueden llegar a hacer mucha mella en caso que la búsqueda de trabajo se prolongue, pero recuerda que no hay que rendirse nunca.

3. Involúcrate  en otros proyectos. Realizar, por ejemplo, trabajos voluntarios en ONG o escuelas. Hacer acciones solidarias o benéficas suele ser una buena terapia y te mantendrá ocupado.

4. Utiliza Internet como vía a la hora de buscar empleo. Desarrollar tu marca personal durante el tiempo que estás sin trabajo. Cuida tu imagen en redes como LinkedIn, crea contenido de valor, actualiza tus conocimientos e indaga en cómo trabajar tu marca personal en beneficio de tu carrera profesional.

5. Fórmate. Aprovecha que cuentas con más tiempo libre para seguir formándote. Especialízate e investiga sobre qué buscan las empresas hoy en día.

6. Reduce el estrés. Existen técnicas muy efectivas para reducir los niveles de estrés como escuchar música o leer. Estas actividades te ayudarán a no estar constantemente dándole vueltas al problema.

7. Pide ayuda profesional. Si el estrés se agudiza y prolonga, entrarás en una fase de agotamiento, ocasionándote respuestas psicosomáticas como el insomnio crónico o la depresión, por ello es importante que si crees que la situación te sobrepasa busques ayuda profesional. Recuerda que en Siquia disponemos de todo un equipo de psicólogos especializados. Aprovéchate de la primera sesión gratuita y nunca te des por vencido.

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