Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son una de las patologías mentales que más afecta actualmente a la población en general. Superar dicha patología implica el seguimiento estricto de un tratamiento eficaz en el que el o la paciente se implique conscientemente – aunque en muchos casos el grado de consciencia suele llegar una vez el tratamiento está iniciado. El tratamiento, no obstante, a veces se convierte en la etapa más difícil para el individuo. Los síntomas – aislamiento, depresión, angustia, fatiga crónica, ansiedad – ya afectan a la persona desde su inmersión total a la enfermedad, pero es una vez se inicia el tratamiento terapéutico cuando estos síntomas se intensifican y cuando mayor es la lucha interior.
Evidentemente, la persona que sufre una patología mental es protagonista de sus circunstancias, sí, pero no es el epicentro del sufrimiento: detrás de un individuo enfermo siempre suele haber una familia, un grupo, un contexto, que sufre de otro modo pero, en muchos casos, con la misma intensidad.
En el caso de los TCA, los familiares – generalmente el núcleo más cercano, como padres, madres, hermanos o parejas – son los individuos más afectados por el trastorno de forma indirectamente. ¿Cómo conviven las personas que giran entorno al enfermo? Dedicación, constancia y paciencia son las claves que recomiendan especialistas de la Fundación ABB para la prevención y tratamiento de trastornos alimentarios. No obstante, a veces las circunstancias superan la realidad y, por mucha paciencia que se aplique, los familiares e individuos cercanos suelen sentirse incomprendidos, asfixiados y solos en una lucha que, en la mayoría de casos, tampoco depende de ellos.
Una de las estrategias más recomendadas es acudir a sesiones grupales donde padres, madres y personas cercanas a las enfermas y enfermos puedan conocerse y compartir su experiencia. Estos talleres grupales se retroalimentan positivamente unos con otros: las familias “veteranas” aconsejan a aquellas que acaban de aterrizar y les abruma el desconcierto. Las sesiones, a su vez, están guiadas por algún profesional especializado en TCA que modera los diálogos y soluciona las dudas generales que puedan aparecer. En suma, las sesiones grupales de familiares con pacientes con TCA representan un ejemplo clave de que el “compartir” es el fundamento de la fuerza para “tira adelante”.
La mayoría de centros que ofrecen tratamiento a pacientes con distintos TCA cuentan con un programa de atención específico para familiares. Este servicio se ofrece tanto personalizado – a nivel de cada familia y tratando el caso concreto – como grupal, donde, como se ha dicho anteriormente, se incita el diálogo y la expresión de los sentimientos y emociones más guardadas. Además, estos círculos tienen como objetivo servir de espacio de referencia donde los familiares puedan desahogar la tensión que supone convivir con una persona que sufre una patología mental y que, en muchos casos, no responde positivamente ante los tratamientos.
En Siquia hemos contactado con algunos de estos familiares y sus respectivos casos a fin de conocer desde dentro la experiencia, la vivencia y el trabajo personal que supone emprender el camino hacia la recuperación. Una experiencia que se enfocará desde sus distintas perspectivas: profesionales, familiares y pacientes, tanto aquellos que han logrado la recuperación como los que todavía se encuentran en fases de tratamiento más iniciáticas.
Y en caso de que ésta sea tu situación – ya sea como paciente o como familiar – en Siquia te ofrecemos espacio para que nos transmitas tu historia, a fin de darle voz y permitir que todo aquel que lea las palabras, y se encuentre o no en la misma situación, pueda enriquecerse y conocer más desde dentro la realidad de los TCA. No dudes, pues, en contactar con nosotros: