Es bien sabido por todos que la perfección no existe. Los seres humanos tenemos defectos y cometemos errores. Nuestras creaciones tampoco son perfectas. Es fácil asumir que de vez en cuando hay que actualizar los ordenadores, hay que cambiar de móvil o hay que tirar los zapatos desgastados. Sin embargo, aún nos cuesta asumir que nosotros, dentro de nuestra imperfección, podemos fallar.
Asumir los errores de forma sana es posible (y es más fácil de lo que crees)

Y es que, en realidad, la cantinela de «nadie es perfecto» es una verdad a medias. No, la perfección no existe, pero no por ello la sociedad deja de exigirla. Las redes nos muestran cuerpos perfectos. Las personas que salen en la tele y la radio tienen un acento perfecto. Tu jefe exige un rendimiento perfecto. Y, cuando estás a solas contigo mismo, te cuesta pasar por alto tus errores.
Puede parecer una consecuencia más que normal de vivir en esta sociedad, pero no es sano. La incapacidad para reconocer los errores no solo resiente las relaciones con los demás, también con uno mismo. Cuando te niegas la posibilidad de errar, también te quitas la posibilidad de aprender. Y aprender es, probablemente, lo más importante de la vida.
¿Cuándo fue la última vez que te permitiste fallar sin castigarte? ¿Cuándo fue la última vez que pediste perdón por un error? ¿Y cuándo fue la vez que aceptaste el perdón de otra persona? En definitiva ¿Cuándo fue la última que aceptaste un error, ya fuese propio o ajeno?
Hay dos motivos principales por los que nos cuesta aceptar los fallos: la culpa y el ego.

La relación entre los errores y la culpa
Sentirse culpable tras cometer un error es extremadamente común.
No hay nada extraordinario en errar, pero la sociedad nos ha hecho creer que es casi un pecado capital.
Sin embargo, cuando lo analizamos fríamente, es fácil entender que los errores son parte de la experiencia humana. Cuando nacemos, no tenemos conocimiento del mundo que nos rodea. La observación es lo primero que nos hace aprender a desenvolvernos de manera más o menos exitosa.
Pero somos incapaces de aprenderlo todo mirando a los demás. Ahí es cuando entra la experiencia. A gestionar la mayor parte de las experiencias vitales se aprende viviendo. Y, en el ciclo de la vida, los errores son de vital importancia.
Entonces, ¿por qué sentimos tanta aversión hacia ellos? Pues porque de pequeños nos han enseñado que equivocarse está mal. ¿A quién no le han reñido delante de toda la clase por cometer un error? ¿Quién no ha recibido alguna vez un grito de sus padres ante un mal comportamiento?
¿Quién no ha sentido alguna vez la presión para alcanzar la perfección?
Como ya hemos dicho, la perfección no existe. No obstante, los humanos tenemos una capacidad valiosísima: la capacidad de aprender de la experiencia y ser cada vez mejores.
Te pongas la meta que te pongas, siempre habrá piedras en el camino. A veces no somos capaces de dar el 100% y el cansancio o las distracciones nos hacen tropezar. De vez en cuando alguien nos empuja y caemos sin remedio. Otras, simplemente, no vemos los obstáculos.
Caer siempre será parte del trayecto. Todos los objetivos, a corto plazo, consisten en seguir avanzando, pase lo que pase. Los errores son parte de la condición humana y no deberíamos sentirnos culpables por cometerlos.
Cuando te sientas culpable por haber fallado recuerda que gracias a nuestros fallos aprendemos, crecemos como personas y logramos ser mejores que en el pasado.
Si eres incapaz de perdonar tus propios errores, quizá sea el momento perfecto para acudir a terapia psicológica. En Siquia ofrecemos terapia online desde 40 euros.
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Pedir citaLa incapacidad para asumir los errores
La culpa es un sentimiento desagradable, que nos hace sentir insignificantes y poco válidos.
Por eso, en ocasiones, nos negamos a sentirla. Y, para conseguirlo, tenemos que negarnos también el haber cometido algún error.
En un principio, puede parecer que lo hacemos para proteger nuestra autoestima. Sin embargo, esta técnica solo nos servirá para crear una falsa sensación de autoestima: una autoestima alta, sí, pero inestable y completamente dependiente de cómo nos salgan las cosas.
Las personas con una autoestima alta e inestable son conscientes de sus cualidades y también de sus defectos, pero cuando estos se ponen en relieve, les afecta especialmente. Además, es fácil que los factores externos afecten a la perfección que tienen de sí mismos. Por ejemplo, sacar mala nota en un examen dañará a su autoestima.
Por ese motivo las personas con una autoestima inestable tienden a no reconocer sus errores. De este modo, no se permiten fallar, apostando siempre por la perfección y sometiéndose a un estrés que es difícil soportar. Si fallan, se sienten indignos y profundamente tristes. Al final, su incapacidad para aceptar sus propios errores acaba dañando la relación que tienen consigo mismos.
Pero esta dificultad para asumir los propios fallos también puede afectar a la relación que tenemos con los demás. Cuando nos negamos a reconocer un error, ahondamos aún más en el daño que este ha provocado y debilitamos la confianza que los demás sienten hacia nosotros.
Por eso es tan necesario aprender a reconocer los errores de forma sana. Solo de esta manera, podremos cuidarnos a nosotros mismos y a los demás.

Pasos para asumir que te has equivocado de forma sana
- Entiende el error como un aprendizaje. Puede que fallar haya hecho daño a los demás, o incluso a ti mismo, pero si atesoras este aprendizaje y aprovechas esta oportunidad para convertirte en una mejor versión de ti mismo, habrá merecido la pena.
- No te martirices. Como ya hemos dicho, los fallos son parte del ser humano. Eres mucho más que tus errores y no deberías juzgarte por ellos.
- Acepta tus errores y pide perdón a quienquiera que le hayan afectado. No hay ningún motivo lógico para avergonzarse por pedir perdón: demuestra que cuidamos del resto y que tenemos la suficiente inteligencia emocional como para saber que nos hemos equivocado. El perdón es un signo de madurez.
- Ten en cuenta los sentimientos ajenos. Escuchar a aquellas personas a las que haremos dañado les hará sentir mejor y más comprendidos. Además, nos permitirá ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos y nos impulsará a ser mejores en el futuro.
- Encárgate de las reparaciones. A veces, nuestros errores tienen consecuencias sobre las vidas de los demás. Si tienes la oportunidad, trata de arreglar las cosas que se han torcido por tu error. Por ejemplo, si tu padre ha tenido que descuidar la compra de la semana por ir a buscarte, pídele perdón y ve tú a la compra.
Si eres incapaz de aceptar tus errores y crees que te está afectando o que está afectando a los que te rodean, en Siquia podemos ayudarte. Ofrecemos una alternativa cómoda y económica a las terapias convencionales y somos expertos en terapia online desde el 2012.
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