La creencia general de la sociedad es que todas las personas tienen que ser un poquito mejor que el día anterior. Un proceso desarrollo constante personal que implica una mejoría constante de nuestras capacidades y habilidades. Cuando esa presión de mejora es constante y a unos niveles elevados puede ser un caso de autoexigencia excesiva.

¿Qué es la autoexigencia excesiva?
La autoexigencia excesiva s el fenómeno psicológico producto de una amplia atención a cada detalle de las acciones de uno mismo y las comparaciones con el resto. En resumidas cuentas, se trata de un ejercicio de introspección para ver los fallos y acercarse a tu ideal de perfección que, sin embargo, resulta contraproducente.
Evaluar tus acciones y comportamientos no tiene que ser un hecho negativo. El problema está en ocupar todo tus pensamientos en tratar de ver en qué puedes mejorar.
Causas de la autoexigencia excesiva
- Entorno: vivir o trabajr en un ambiente donde la competitividad sea exigente.
- Presión social: querer adaptarse a un grupo, ya sea de amigos o en el trabajo.
- Roles de género: dependiendo del entorno, hombres y mujeres tienen que cumplir unos ciertos cánones.
- Problemas de autoestima: sentimientos de que debes hacer un esfuerzo por agradar a los demás.
Síntomas de una autoexigencia perjudicial
- Desconocimiento de los límites personales: la autoexigencia excesiva hace imponerse límites fuera de nuestras capacidades.
- «Lo tengo que hacer»: se toman las metas a conseguir no como una fuente de motivación, sino como una obligación.
- Rígida autodisciplina: organiza el cumplimiento de objetivos mediante esquemas y plazos y, si no son cumplidos, la culpabilidad crecerá en su consciencia.
- El fin justifica los medios: ofrecerá su máximo esfuerzo y rendimiento con tal de que se cumplan sus metas, a pesar de que eso conlleve un excesivo sufrimiento.
- No delega ninguna labor: la necesidad de reconocimiento por parte de las personas de su alrededor provoca que no sea capaz de pedir ayuda. Quiere hacer todo el trabajo con tal de conseguir reputación ante los demás.
- El resultado condiciona su estado de ánimo: el final tiene que ser como había imaginado. No importa si durante el camino ha podido descubrir nuevas experiencias o habilidades. Si no se logra lo propuesto, no aparecerá un sentimiento de validez.
- No existe espacio para el gris: o blanco o negro. O bien o mal. No hay un término medio para esta clase de personas. El trabajo debe estar carente de fallos para considerarse un buen trabajo, lo que lleva a la insatisfacción constante.
Si crees que eres víctima de la autoexigencia excesiva, quizás debas ponerte en manos de un psicólogo online.

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Pedir citaProblemas de la autoexigencia excesiva
- Eterna comparación con los demás
Seguramente alguna vez has preguntado, ya sea en el terreno educativo o laboral, sobre cómo un compañero ha conseguido resolver un problema o realizar un trabajo excelente. La eterna comparación es negativa y contraproducente.
El tiempo dedicado a la búsqueda de esa información podría estar empleado en la mejora de tus capacidades, a través de la creación de tus propias fórmulas. Esa búsqueda de información tiene su razón de ser en la sensación de «faltarte algo». Además, quizás no tienes ninguna sola referencia en la que fijarte.
- Acumulación peligrosa de estrés
La autoexigencia provoca que el cuerpo y mente estén en constante estado de alerta, con el fin de detectar cualquier mínimo fallo en el tiempo más rápido posible. Esto provoca prestar menos atención a tus principales objetivos y un fracaso de resultados, lo que se produce una retroalimentación de ese círculo vicioso.
- Insomnio
La ansiedad y el estrés si se va acumulando, debido a la autoexigencia excesiva, pueden acarrear con problemas como el insomnio. La preocupación por no poder alcanzar nuestros objetivos impide que la cabeza desconecte en momentos de relajación y descanso como es la fase de irnos a dormir.
¿Cómo se puede solucionar?
La clave para huir de la autoexigencia excesiva es acudir a terapia. En concreto, la modalidad más efectiva es la Terapia Cognitivo-Conductual, cuya base debe consistir en que el paciente identifique sus patrones de conducta. Sin saber cuáles son las conductas negativas es imposible intentar modificarlas.
Los objetivos de la terapia deben consistir en:
- Encontrar en qué ámbitos la persona muestra esa autoexigencia elevada.
- Saber mostrar las fortalezas y límites de la persona.
- El paciente tiene que aprender a valorarse por su personalidad y no por sus éxitos.
- La asertividad como punto principal en el que trabajar. Aprender a decir que no, sin dejarse influir por los demás.
- El paciente tiene que organizar su tiempo para poder tener ratos consigo mismo. El tiempo de trabajo debe ser menor para dar cabida al ocio y descanso. La productividad aumentará con esos períodos de relajación.
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