
Brenda Milner, la centenaria madre de la neuropsicología


Cuando Brenda Milner nació en Reino Unido, hace ya más de 100 años, ser mujer no era en absoluto fácil. El año era 1918 y el mundo, ya lo suficientemente complejo de por sí, vivía inmerso en una guerra de dimensiones terroríficas, algo nunca antes visto. Brenda Milner no empezó en el mundo con buen pie. A los seis meses de nacer, cuando la Primera Guerra Mundial ya había terminado, ella y su madre fueron unas de las tantas que contrajeron la gripe española, de la que pronto se recuperaría.
Sin embargo, Brenda Milner fue toda una afortunada, puesto que desde bien pequeña pudo disfrutar del conocimiento, un privilegio que por aquel entonces aún se les negaba a la gran mayoría de mujeres. Fue su padre el primero que se comprometió con su educación, enseñándole sobre arte y matemáticas, aunque no tardó demasiado en abandonar su papel de profesor particular y enviarla a Milner al Withington Girls ‘School.
A mediados de los años 30, 400 mujeres fueron admitidas en el prestigioso Newham College de Cambridge. Brenda fue una de las pocas afortunadas que recibió esa oportunidad, gracias a una beca que le permitió estudiar matemáticas. Un tiempo después abandonó las matemáticas para dedicarse a la psicología, carrera de la que se graduó en 1939 y a la que dedicaría toda su vida desde entonces. Otra beca le permitió estudiar durante dos años al Newnham College.
Sin embargo, sus estudios se vieron interrumpidos por la Segunda Guerra Mundial, en la que Brenda Milner trabajó en la selección de los miembros de la Real Fuerza Aérea Británica. Allí conoció al que sería su futuro marido, un ingeniero nuclear con el que se casó en el 44, año en el que dejó Reino Unido para dedicarse a la enseñanza en la Universidad de Montreal, en Canadá.
Después se doctoró en psicología experimental, recibiendo el primero de los más de veinte títulos que ha recibido a lo largo de su vida. Fue en aquella época cuando comenzó a trabajar en el Instituto Neurológico de Montreal, al que se ha mantenido vinculada durante toda su vida.
Brenda Milner y el paciente H.M.
Si la psicología es considerada toda una ciencia hoy en día, es en parte gracias a Brenda Milner, que luchó por alejarla de la moral y acercarla a otros saberes científicos como la neurología. No por nada se considera a Brenda Milner la madre de la neuropsicología, la rama de la psicología que estudia las consecuencias de todo aquello que afecta al sistema nervioso central.
Pero quizás Brenda Milner nunca hubiese llegado a destacar en la neuropsicología de no haber sido por Henry Gustav Molaison, más conocido como el paciente H.M.
Con nueve años, Henry Molaison sufrió un accidente con una bicicleta. Se golpeó la cabeza con tal fuerza que, desde aquel momento, sufrió una epilepsia que condicionaría su vida. Tenía 27 años cuando tomó la decisión de someterse a una operación en la que le extirparon gran parte del hipocampo.
Aunque es cierto que las convulsiones se redujeron , H.M. salió del quirófano con una amnesia anterógrada que le impedía almacenar nuevos recuerdos en su cabeza.
Brenda Milner, que anteriormente ya había trabajado estudiando procesos relacionados con la memoria, pasó años investigando el curioso caso de Henry Molaison, un hombre cuya memoria a corto plazo apenas duraba unos segundos, pero que podía hablar, razonar y recordar su vida pasada.

Gracias a un experimento, Brenda Milner logró descubrir que había una parte de su memoria que había permanecido completamente sana, a pesar de la operación. Corría el año 62 y Milner pidió a Molaison que realizase un complejo ejercicio: tras entregarle un papel con dos estrellas concéntricas dibujadas y situarle ante un espejo, le pidió que trazara una línea entre ambas formas, mirando a través del espejo.
Brenda Milner y Henry Molaison pasaron días repitiendo este experimento. Por supuesto, para Molaison cada vez era la primera, pero no sucedía lo mismo con su cerebro, que, sin que él lo supiera, almacenaba la habilidad adquirida con la práctica. Aunque él no tuviese la menor idea, cada intento era mejor que el anterior.
Gracias al descubrimiento de Brenda Milner, los científicos desterraron la idea de que la memoria se almacenaba indistintamente por todo el cerebro. Milner demostró que la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo se almacenaban en dos áreas diferentes del cerebro: la memoria declarativa y la memoria procedimental, encarga de recordar aquella habilidad que Molaison iba ganando sin darse cuenta.
Henry Molaison murió en diciembre de 2008. Tras años estudiando su mente, la ciencia se quedó con su cerebro.
La vida de Brenda Milner 100 años después
Aunque pueda parecer imposible, Brenda Milner sigue viva. Actualmente tiene 102 años, pero ni el peso de toda una vida dedicada a la ciencia le ha quitado las ganas de seguir investigando.
Tanto es así que el último artículo en el que ha colaborado Milner fue publicado en diciembre del 2020. Además, colabora regularmente en la corrección de otros trabajos de investigación y sigue figurando como profesora del Instituto de Neurología de Montreal y en el Departamento de Neurología y Neurocirugía de la Universidad de McGill.
Pese a que en 1944 se casó con Peter Milner, Brenda ha estado siempre comprometida con la neuropsicología, ciencia a la que le debe todo, y viceversa. Con la memoria intacta, Milner nunca ha dejado de adentrarse en los recuerdos de sus pacientes, intentando averiguar todo lo que le es posible sobre los engranajes que hacen funcionar el cerebro humano, cuyos misterios conocemos, en parte, gracia a ella.
No es de extrañar que, con tamaña trayectoria, haya recibido numerosos doctorados honoris causa e innumerables premios, como el Premio de la Academia Nacional de Ciencias en Neurociencias o el Bremio Balzan. Además, es miembro tanto de la Royal Society de Londres como de la Royal Society de Canadá.
Sin duda, la vida y los descubrimientos de esta gran científica aún anidan en la memoria de millones de personas. Pese a su longevidad, no cabe duda de que su legado la sobrevivirá durante muchos más años.
