
Jamás pensé que algo así sucedería, que la humanidad en bloque tuviese que centrarse en lo importante desde la calma activa.
Jamás pensé que todo pararía para establecer la única prioridad común vital, que nos enseña lo que que de verdad valoramos, el contacto entre humanos, lo que sentimos y la salud, dando igual de quién se trate, de sus ideas, de su economía, su raza o su país.
El coronavirus nos toca a todos, nos afecta, democratizando la humanidad. En este punto surge una pregunta muy simple. ¿Qué puedo hacer yo? ¿Cómo puedo ser útil?
Así que plantéate cuál es tu papel en este escenario desconocido por todos, observa cómo te impacta, entiende que cualquier emoción que llega es lógica, así como que estas varíen muy rápido.
Ahora solo puedes observar, aceptar y continuar siendo un agente activo de lo que has decidido asumir, puede que lo que tengas que hacer aquí para salvar vidas, solo se trate de estar en casa.
Parece paradójico que el “no hacer” sea hacer tanto. Pero esta idea debe instaurarse en la sociedad para siempre, hay que hacer menos, sentir más y elegir cómo actuar, cómo continuar y qué pasos dar, centrados en lo importante, en este caso, en base a valores vitales para todos.
Después de esto, piensa en valores vitales para ti. Seguramente cuando acabe esta etapa que nos despoja de todo lo prescindible, tendremos más claro lo que valoramos y hacia dónde queremos ir.
El planeta necesitaba que parásemos y habrá un antes y un después de esta descontaminación forzosa. Esto también debe suceder con todos y cada uno de los humanos que formamos esta sociedad. ¡Ánimo! y comparte qué papel puedes o has decidido adoptar para aportar humanidad y vida ahora.