Claustrofobia: el miedo a no poder escapar

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Claudia tiene 35 años y llega a la consulta, según nos cuenta, después de haberlo probado “todo” para superar la claustrofobia. Este problema le impide llevar una vida normal desde hace siete años, cuando se quedó encerrada en el pequeño ascensor del edificio donde viven sus padres.

¿Qué le ocurre a Claudia? ¿Realmente interfiere tanto en su vida cotidiana? Acompáñanos para descubrirlo.

¿Qué es la claustrofobia?

Pertenece al grupo de las denominadas fobias específicas y, por tanto, es un trastorno relacionado con la ansiedad.

Las personas que sufren claustrofobia tienen un miedo intenso e incontrolable a los lugares cerrados. Esto ocurre porque piensan que no van a poder escapar fácilmente. No importa si el lugar es un ascensor, un túnel, una RMN o un avión, el mal rato está asegurado.

Paralelos a este miedo aparecen otros dos:

  • El miedo a la restricción, es decir, a no poder moverse.
  • El miedo a la asfixia, es decir, a creer que en ese ascensor del que habla Claudia se acaba el aire y, por tanto, nos vamos a ahogar. Esto es el caldo de cultivo perfecto para padecer ataques de pánico.

¿Cuáles son las causas?

  • Condicionamiento clásico a través de una o más experiencias directas. Por ejemplo, el hecho de haber quedado atrapado anteriormente en un ascensor hace que tiendas a evitar estas situaciones. La evitación es un factor que hace que el problema se mantenga, dado que no se afronta.
  • Condicionamiento vicario (por observación). Que el padre de Claudia tuviera claustrofobia podría aumentar el riesgo que ella padezca este problema también. Al observar la conducta de su padre, ella puede empezar a asociar los espacios cerrados con la ansiedad de su padre y con su incapacidad de ayudarle.
  • Transmisión de información ansiosa acerca de peligros. Que su madre se haya mostrado muy ansiosa acerca de los potenciales peligros de quedarse encerrado actúa como factor desencadenante.
  • Eventos traumáticos durante la primera infancia. El bullying, los abusos sexuales o el maltrato van unidos a las fobias en muchas ocasiones. Cualquier cosa que recuerde a estas experiencias traumáticas puede encender las alarmas. A veces algo tan simple como la escena de una película enciende los mecanismos de la ansiedad. Además, si a raíz de los síntomas fisiológicos surgen pensamientos como “me voy a morir”, “me voy a quedar sin aire y me ahogaré” o “no puedo respirar”, el miedo se vuelva más incontrolable y aparece la fobia.
  • Algunos estudios afirman que la amígdala cerebral, la estructura cerebral encargada de la respuesta al miedo, tiene un tamaño más pequeño en pacientes con fobias. Esto produce reacciones intensas ante situaciones de miedo.

¿Cuáles son los síntomas?

Los más habituales son:

  • Disnea o dificultad para respirar.
  • Taquicardia.
  • Sudoración.
  • Mareos.
  • Sensación de desmayo.
  • Miedo a morir, a asfixiarse, a no poder moverse o escapar.
  • Conductas de acercamiento a las salidas: desabrocharse botones, cinturones (porque creen que respirarán mejor) o sacarse la corbata.

¿Cuáles son los factores de riesgo? 

Pueden ser de diversos tipos:

  • Vulnerabilidad biológica dada por una hipersensibilidad del Sistema Nervioso Autónomo
  • Vulnerabilidad psicológica. Está provocada por un locus de control externo. Este provoca que tengas la sensación, según tus experiencias previas, de que las situaciones son más incontrolables e impredecibles de lo que realmente son.
  • Rasgos de personalidad como trastornos psicológicos previos, exposición a situaciones estresantes o sobreprotección por parte de los padres.
  • Susceptibilidad a la ansiedad. Esto es el miedo a los síntomas de la propia ansiedad, provocado por cogniciones disfuncionales acerca de sus consecuencias
  • Ansiedad anticipatoria.
  • Percepción de pocos recursos personales con los que hacer frente a esta situación.
  • Hipervigilancia o tendencia a controlar de manera excesiva los posibles estímulos temidos. Por ejemplo, estar pendiente de los ruidos, de si alguien entra o de la escalera en un lugar con pocas salidas, como un sótano.
  • Ser mujer. Aunque también se da en hombres la frecuencia es superior en mujeres.

Preguntas habituales de pacientes con claustrofobia

  • ¿Me puedo morir de verdad si me quedo encerrado en algún sitio?

No, la claustrofobia no puede causar la muerte. Tampoco puede hacerlo ningún otro trastorno de ansiedad.

Sin embargo, es comprensible que puedas llegar a pensarlo. La intensidad de los síntomas fisiológicos es tal que suele interpretarse de manera errónea y a menudo lleva a pensar “me voy a morir”. De este modo, puede provocar una crisis de pánico que, a pesar de no poder ser una causa directa de muerte, debe ser tratada.

  • ¿Hay mucha gente con claustrofobia?

Sí, mucha. Entre el 6 y el 7% de la población mundial está diagnosticada y tratada. Sin embargo, no por eso debemos banalizar esta fobia, resignarnos o encontrarlo normal.

No obstante, el hecho de que un porcentaje alto este diagnosticado y tratado nos permite poner el enfoque en una doble vertiente: por un lado, la necesidad de tratamiento y, por otro lado, la necesidad de desestigmatizar esta y cualquier otra patología psicológica.

  • ¿Va a interferir mucho en mi vida cotidiana?

Depende. Los pacientes con claustrofobia suelen desarrollar respuestas de seguridad, es decir, estrategias para evitar las situaciones que les dan miedo. Claudia, nuestra paciente claustrofóbica, suele subir por las escaleras hasta el ático en donde viven sus padres. Elegir siempre la parte delantera de un avión también es una respuesta de seguridad.

El principal problema llegará para Claudia cuando ya no pueda subir a pie (por la edad, por una intervención de menisco o por obras en el edificio) o cuando no encuentre un asiento de fácil salida en el avión, pero tenga que viajar por cuestiones ineludibles.

  • Creo que alguien a quien quiero desarrolla conductas de evitación, ¿puedo prevenir la aparición de la claustrofobia, en su caso?

No, no existen medidas preventivas. Tan solo podemos darte algunas recomendaciones para cuando ya tengas claustrofobia.

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¿Qué tratamientos existen?

  • Exposición en vivo a las situaciones temidas. Se tiene que controlar muy bien el tiempo y la duración de la exposición para evitar crisis de pánico y empezar por los lugares menos ansiógenos para ir, progresivamente, a los más ansiógenos
  • Exposición interoceptiva. Busca recrear las sensaciones físicas del paciente en la situación que le produce la fobia, pero en un entorno seguro y controlado, aunque con la misma intencionalidad de las técnicas de exposición in vivo. Sirve para evitar enfrentar al paciente con dichas situaciones. 
  • Terapia cognitivo-conductual (TCC), eficaz contra este tipo de fobias.
  • Técnicas de relajación, respiración y visualización en imaginación.
  • Tratamiento farmacológico con medicamentos como las benzodiazepinas o los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina. Debe combinarse con otros tratamientos.
  • Realidad Virtual. Esta es una opción terapéutica de eficacia probada que cuenta, además, con unas ventajas por encima de las otras opciones: se realizan exposiciones mediante gafas de realidad virtual en un entorno controlado, que nos permite graduar la exposición y otros factores. Todo ello constituye un acceso fácil a entornos que el paciente con claustrofobia teme, sin salir del entorno controlado y seguro de la consulta. 

Pautas para pacientes con claustrofobia

  • La claustrofobia es un trastorno psicológico. Si afecta gravemente la calidad de tu vida o interfiere en tus actividades, plantéate pedir ayuda a un profesional, como puede ser un psicólogo online.
  • Superar una fobia es un proceso que lleva tiempo. Si no, podrías tener un efecto rebote. Por eso debes ir paso a paso y darte tu tiempo.
  • Recompénsate por tu esfuerzo y por tus logros.
  • Intenta disminuir la ansiedad anticipatoria. Para ello debes procurar ser realista e intenta no imaginar situaciones hipotéticas que difícilmente ocurrirán.
  • Antes de entrar en un espacio cerrado como un ascensor tómate un momento para respirar profundamente e intenta visualizar bien lo que vas a hacer o bien imágenes agradables.
  • Durante las primeras fases del tratamiento es recomendable ir acompañado de una persona de mucha confianza, por si tienes que enfrentarte a algunas de las situaciones temidas. Después puedes ir disminuyendo el grado de confianza de la persona con que vas, al irse desarrollando el tratamiento.
Imagen de Maria Dolors Mas
Sobre Maria Dolors Mas Nº Colegiada 17222 con 15 años de experiencia. Especialista en ansiedad, depresión y toda lo relacionado con salud mental de niños y adolescentes.
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