Es muy común en los matrimonios continuar con la relación pese a que el amor y el cariño ya se hayan terminado. ¿El motivo? Los hijos, «no queremos que sufran…» frase utilizada hasta la saciedad. Pero este tipo de decisiones a largo plazo son mucho peores tanto para tus hijos como para la relación de pareja. El divorcio da vértigo y tomar la decisión no es tarea fácil.
Lo imprescindible para los niños es el cariño y crecer en un hogar en el que este ingrediente brilla por su ausencia puede ser nefasto emocionalmente para nuestros hijos, con consecuencias duraderas en la edad adulta de estos.

Existen muchas alternativas para minimizar los daños y el sufrimientos de los más pequeños si es que después de una reflexión larga y profunda creemos que es la mejor decisión.
Síndrome de asimetría
Hay algunas causas que son muy habituales para llegar al divorcio como problemas económicos o las infidelidades. Pero lo que muchos no saben y sucede muy a menudo es el síndrome de asimetría.
Sucede en una pareja cuando sus miembros se dan cuenta de que han evolucionado de forma distinta. Este fenómeno tiende a ocurrir alrededor del 15º año de convivencia, entre los 40 y los 50 años de edad. Algunas de las características o síntomas para detectarlo son las siguientes:
- Dualidad pasivo-activo. Uno de los componentes de la pareja decide y el otro acepta lo que el primero ha establecido.
- Falta de comunicación. Debemos recordar que la comunicación es el fundamento de toda relación con éxito. Con lo cual, una mala comunicación suele ser un aviso de ruptura.
- Roles invariables. La escasa flexibilidad representa otro de los problemas a la hora de sostener un matrimonio. En ocasiones, es necesario salir de nuestra zona de confort para mantener el interés y la motivación.
- Desconexión emocional. Se produce con el desgaste de nuestro vínculo. Nuestra pareja deja de importarnos, incluso le tenemos cierta manía.
- Reproches continuos. Uno de los miembros de la pareja asume el rol reprochador y el otro de perseguido. Este tipo de dinámica acaba por hundir la relación.
- Falta de tiempo de calidad juntos. La rutina y el día a día termina matando el romanticismo. Esto pasa factura con el tiempo, ya que la falta de roce produce indiferencia.

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Pedir citaAntes de tomar una decisión acelerada y radical entorno a la relación, hay unos pasos previos que podemos poner en práctica para «salvar el matrimonio«, aquí van algunas recomendaciones:
- Detectarlo con tiempo. Una detección precoz del problema ahorrara muchas discusiones y peleas futuras. En el momento que notemos que algo no va bien, lo mejor que podemos hacer es recurrir a un psicólogo de pareja que nos pueda ayudar a superar el bache si así lo deseamos.
- Intercambiar roles. Salir de la rutina e intentar observar desde fuera la relación para introducir pequeños cambios en nuestra manera de comportarnos diariamente. Así marcaremos la diferencia entre el éxito y el fracaso de la pareja.
- Buscar la intimidad. Algo tan sencillo como cenar juntos o pasear puede ayudar a revitalizar la relación.
- Pasar tiempo individual con otras personas. Lo mejor es buscar el equilibrio entre las actividades en pareja y las actividades fuera de la pareja. No debemos dejar de lado nuestras aficiones ni amistades.

Cómo afecta el divorcio a los hijos
Si el divorcio fuera conflictivo sucederían una serie de cambios muy drásticos que tendrían unos efectos nocivos en tus hijos. Podemos destacar los siguientes cambios:
- Pérdida de poder adquisitivo. El divorcio significa mucho dinero en el caso de no ser consensuado, e incluso, siendo de mutuo acuerdo el papeleo conlleva unos gastos muy elevados. Además, a partir de ahora, los gastos no se comparten.
- Cambio de hogar, colegio y amigos. Este es uno de los factores de mayor impacto para los hijos ya que les afecta directamente.
- Convivencia forzada. La elección de vivir con papá o mamá ni es siempre la que el niño quiere, ni en las mejor condiciones para su desarrollo. Esto puede suponer un problema serio de incompatibilidades, en el que el niño es el mayor perjudicado.
- Distanciamiento del progenitor con el que no convive. El ex miembro de la pareja que no está continuamente con su hijo deja de ejercer una influencia constante en él. Con lo cual, esto supondrá un desajuste en el crecimiento emocional del pequeño.
- Introducción de parejas nuevas. Debemos tener cuidado en la manera en la que introducimos a las nuevas parejas a la vida de los hijos ya que si no se gestiona de manera saludable puede derivar en pruebas de celos o sentimiento de soledad, incluso en el futuro, ansiedad.
- Cuidado con las discusiones. Los gritos y las malas palabras antes, durante y después del divorcio son muy comunes y dejan huella en los niños si no evitamos que lo escuchen. También es importante que no se sientan parte del conflicto ya que podrán generar un sentimiento de culpabilidad. Por lo tanto, deberemos llevar la ruptura de manera civilizada y respetuosa.
En Siquia somos expertos en terapia online desde el año 2012. A lo largo de nuestra trayectoria hemos ayudado a más de 1.600 pacientes a superar diversos problemas emocionales.
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