Acudir al psicólogo entraña dudas entre los pacientes. Desde la primera de cuándo acudir al psicólogo, cómo es una primera visita con el psicoterapeuta, en qué consiste ir al psicólogo, cómo me ayuda, cuánto cuesta… a temas más personales que se centran en la comunicación de esta decisión a familiares y amigos. El tabú de la salud mental sigue muy presente pero ¿cómo acabar con él? El paciente tiene en este punto un papel muy importante. Lo desarrolla en detalle la psicóloga Dolors Mas.
Miércoles por la mañana, tengo un paciente adolescente al cual he de explicar de forma clara pero, a la vez, con sumo cuidado, que padece un trastorno psicológico relativamente importante. Su primera pregunta, ante mi sorpresa, no es cuánto durará el tratamiento o qué tiene qué hacer o si tiene que tomar pastillas, no. Su primera pregunta es; ¿ y tú crees que lo puedo contar en el colegio, a los profes y a mis amigos?
Y, ciertamente, es una excelente pregunta: ¿qué hacemos? ¿qué harías tú, que nos estás leyendo, en esta situación? Probablemente, la respuesta parece fácil, casi automática, a no ser porque existen conductas y situaciones que, aún ahora, nos parecen inaceptables. ¿Tenemos alguna razón para ello? Sí, el más absoluto y total desconocimiento, o mejor, ignorancia de aquello de lo que nos están hablando, en este caso, de un trastorno psicológico, y ello se usa como base para fundamentar un prejuicio infundado el cual, como casi todos los miedos, esconde el miedo a aquello que desconocemos- y ¿qué hay más desconocido que la mente?, por muchos amigos, padres, primos y amigos de amigos que aseguren saber tanto como para decir “yo también soy psicólogo”-dando lugar a lo que llamamos tabú.
Ir al psicólogo: desde la lucha contra los tabúes sociales a los miedos personales
Curiosamente, la palabra “tabú” procede del hawaiano y significa etimológicamente “lo prohibido” ¿ existen las casualidades o las causalidades? El hecho es que si nos ponemos a repasar nuestra lista de tabúes, será larga: sexo, muerte, suicidio y enfermedades mentales, por poner las más importantes. En cualquier caso, teniendo todos estos tabúes no podemos pretender ser una sociedad abierta, tolerante y sin miedos. Y, es por este motivo, por el que es nuestro deber combatir y eliminar los tabúes, para dejar a la generación de nuestros hijos una sociedad mejor en que no se tengan ni tan sólo que plantear la pregunta de mi paciente, porque sea tan normal tener una enfermedad mental e ir al psicólogo y al psiquiatra como una enfermedad física e ir al médico y al especialista correspondiente.
Con este artículo, nosotros queremos poner nuestro granito de arena en esta tarea, en la de luchar contra el estigma de los trastornos mentales, desdramatizando el sufrir un trastorno psicológico y, sobre todo, teniendo muy claro que ni tú, ni yo, ni nadie de tu entorno está libre de sufrir uno de ellos. De hecho, en cualquier momento, y con una causa o sin un motivo aparente, nos podríamos tener que enfrentar a ella, lo cual le ocurrirá al 25% de la población, en algún momento de su vida. Y, obviamente los pacientes que acuden al psicólogo y/o al psiquiatra no son raros, ni extraños, son enfermos, exactamente igual que si tuvieran una urticaria, asma o gastroenteritis.
En este respecto, otra idea muy extendida es que los pacientes con enfermedad mental son violentos, lo cual no tiene ningún tipo de base científica. Dicho de otra manera, los pacientes que acuden a la consulta de un psicólogo tienen la misma probabilidad de ser agresivos y cometer actos delictivos o violentos que aquellos presuntamente “normales”, es decir, que es muy raro que sean peligrosos socialmente. Solamente algunos trastornos mentales pueden desembocar en conductas agresivas hacia sí mismo o el entorno familiar sólo si la persona que lo padece no está bajo tratamiento. Realmente es más probable que quien lo padece sea víctima de abusos y malos tratos.
Como en el caso indicado, los adolescentes, generalmente, pueden asimilar más información, con lo cual hacen preguntas más específicas y difíciles. Cuando no tienen ningún problema, especialmente de tipo psicológico, suelen hablar con mayor confianza con sus amigos que con sus padres. Por tanto, muchos de ellos obtienen información errónea acerca de las enfermedades mentales puesto que es posible que, a alguno de sus amigos o un amigo de un amigo o un familiar de un amigo, haya padecido alguna enfermedad mental que será percibida por el adolescente bajo los estereotipos propios de su edad.
Los adolescentes responden de manera más positiva al diálogo abierto que incluye varios puntos de vista. En cambio, no se muestran tan abiertos o sensibles cuando sienten que la conversación expresa un sólo punto de vista o si les parece que, además, les riñen. Hablarles a los adolescentes sobre los trastornos psicológicos es una oportunidad para que los padres les den información de buena calidad, apoyo y orientación. Muchas familias se rompen al enterarse de que uno de los hijos padece un trastorno psicológico. Ello sólo refleja que la red de apoyo era de escasa calidad y que había una baja capacidad de afrontamiento de cuestiones potencialmente graves

Si los adolescentes aprenden todo lo posible sobre el trastorno psicológico que les aqueja, ello les ayudará a entender la enfermedad, a darse cuenta de los signos y síntomas de alarmas, a tener paciencia y a unirse a la campaña para la reducción tanto del autoestigma como del estigma social.
Un entorno familiar adecuado y tranquilo es muy importante ya que el papel de la familia es clave para ayudar al paciente a seguir el tratamiento propuesto por el especialista. Por ello, es muy importante que la familia reciba apoyo, asesoramiento e información por parte de los profesionales respecto a la forma de tratar al paciente.
Disfrutamos de una buena salud mental cuando el pensamiento es coherente, los sentimientos positivos, las emociones equilibradas y podemos controlar los impulsos. Sin embargo, algunos factores alteran este equilibrio y pueden originar una enfermedad mental, que no deja de ser una enfermedad más y, como tal, tiene tratamiento.
Cómo relacionarnos con personas que sufren alguna enfermedad mental o trastorno psicológico
Nunca debemos olvidar que las personas con alguna enfermedad mental:
- Son personas por encima de su situación de enfermos y hay que respetar su dignidad.
- Hay que tratarlas de forma similar que al resto de las personas: natural, con respeto y discreción.
- Mantener una comunicación clara, sin ambigüedades, evitando confusiones.
- Mostrarnos sinceros en la relación para evitar suspicacia, tensión o rivalidad.
- Cuando aparezca una situación de nerviosismo o desconcierto, empezar por tranquilizarnos nosotros.
- Respetar sus silencios y su espacio vital. No siempre tendrá ganas de explicar qué le sucede.
- Escucharle, sin juzgarle, nadie es juez de nadie, ni tan sólo de nosotros mismos, y estar a su lado aunque no se les comprenda o no se esté de acuerdo con ella, aceptándola.
- Comprender que la enfermedad no es algo que se elige sino que llega sin pedir permiso.
- Aceptar la enfermedad no implica pensar que no hay solución. Precisamente los problemas se pueden solucionar al hacernos conscientes de su existencia.
- Informarse. Si sabemos lo que le pasa al paciente le podremos ayudar mejor.
¡Se me olvidaba! La pregunta inicial; ¿cómo creéis que fue respondida? Bien, la elección estaba entre “digo la verdad pero es posible que me vaya quedando sin grupo de vinculación”- a la vista de la información anterior y no en una sociedad utópica- o “no la digo, porque es mi vida privada, tampoco explicaría determinadas enfermedades físicas, pero si se enteran, perderé la confianza” ¡Elección complicada! Así que nos pusimos en otro escenario. Si esto fuera una entrevista de trabajo, en la sociedad actual, ¿qué harías? “¡uy! Me arriesgaría, pero no lo contaría” Y, así, el paciente tomó la que era su decisión.
Sin embargo, dejó una importante reflexión: o somos capaces de cambiar ahora nuestra manera de entender la enfermedad mental sin estigmatizar a nadie y modernizamos nuestra sociedad o, realmente, nuestros hijos tendrán razón cuando dicen que no existe un futuro para ellos.
Y tú ¿qué opinas?
En Siquia te invitamos a que hagas una primera consulta con un psicólogo gratuita y veas personalmente cómo la psicología te ayuda.