Cómo escapar de una familia tóxica (sin sentirte culpable por ello)

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Aumentan las consultas de personas que se sienten “atrapadas” en una familia tóxica. Así le ocurría a Erika, casada con Ion y reciente madre de gemelos. Me comenta en terapia que se encuentra en un grave conflicto con su suegra, quien la ve como una “intrusa” dispuesta a “robarle” el amor y la atención de su único hijo varón. Por su parte, Susana acude a la consulta agobiada por las discusiones constantes con una madre. Una mujer victimista que proyecta sus frustraciones en la paciente hasta hacerla sentirse culpable de no sabe muy bien qué, lo cual hace que su autoestima esté muy baja.

familias toxicas

Familias tóxicas y familias disfuncionales

Debemos distinguir entre:

  • Familia tóxica: aquella con patrones disfuncionales de abuso emocional o de faltas de respeto, de cualquier tipo.
  • Familia desestructurada o disfuncional: entorno que no funciona como debería y, por tanto, los hijos no aprenden valores como la confianza, el respeto o la empatía. Las características típicas de estas familias son:
    • Niveles excesivamente elevados de celos o de control.
    • Padres divorciados y en conflicto permanente.
    • Padres que se deberían separar pero no lo hacen, lo cual acaba perjudicando a los hijos. 

¿Por qué hay familias tóxicas?

Las causas que producen las familias tóxicas son:

  • Posible trastorno psicológico o de adicción de alguno de los miembros de dicha familia.
  • Estilo de familia autoritaria.
  • Padre o madre ausente o que no realiza sus funciones en el seno de la familia.
  • Falta de afecto o dificultades de apego.
  • Posible maltrato físico o psicológico.
  • Comunicación pobre por desinterés, falta de habilidades o por estilo de personalidad.
  • Falta de coherencia por parte de alguno de los padres.
  • Baja autoestima del padre o de la madre.
  • Hiperexigencia.
  • Esperar que los demás cumplan nuestras expectativas.

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Cuando la comunicación familiar es tóxica ¿qué hacemos?

Es importante que todas las partes aporten actitud para crear una mejor relación. Sin embargo, si el impacto que nos está produciendo la relación con está familia es excesivamente negativa, es el momento de tomar las decisiones oportunas para cuidarnos tanto desde el punto de vista físico como, sobre todo, emocional.

La comunicación sana es bidireccional. Consiste en escuchar y ser escuchado, únicamente de esta forma nos podemos construir una idea de aquello que el otro piensa, desea o necesita y compararlo con nuestros propios pensamientos, deseos y necesidades.

Necesitamos que la autoestima de ninguno de aquellos que participamos en dicha relación se vea disminuida. De lo contrario, nuestra autoestima quedará atacada, nos sentiremos desvalorados y llegaremos a una situación de bloqueo emocional en que nos sintamos incapaces de tomar decisiones, negociar en conflictos o ver las cuestiones más simples desde nuestro propio punto de vista. Estaremos envueltos en la espiral de la familia tóxica.

En este momento, se establecerán los roles de dominancia y sumisión propios de los entornos tóxicos. Empezaremos a acatar órdenes que se establecerán en una sola dirección, así como un exceso de control por la parte dominante que se llega a inmiscuir en todos los ámbitos de la persona afectada.

Del “no puedo más” al “ya no me quiere”

“La virtud está en su justa medida”, dice el refranero. Eso ocurre con las familias, sean nutricias o tóxicas. Lo que sí es importante recordar, en cualquier ocasión, es que cualquier extremo suele no sólo no ser bueno sino, incluso, peligroso.

Por tanto, cuando uno o más miembros de una familia tóxica – alguno de los padres, alguno de los hermanos, la suegra – quiere ejercer un control excesivo sobre otro de los miembros, dificulta el comportamiento de dicha persona respecto a la primera, ocasionando que la incertidumbre respecto a las acciones de la persona tóxica aumente progresivamente más.

Al llegar a este punto nos sentimos desconcertados, no sabemos qué hacer ni qué es mejor – ¿hablo o no hablo con esta persona? ¿Me distancio o no me distancio? ¿le digo claramente cómo me hace sentir o no lo hago?

Recordemos que estamos bloqueados emocionalmente y nuestra capacidad de respuesta será muy baja y lo dejaremos pasar – días, semanas, meses, quizás, años… Mientras, la persona tóxica seguirá con su particular “batalla”, afectando cada vez más ampliamente a la persona y causándole trastornos reactivos y/o adaptativos.

Con el tiempo, los victimarios pasan de una sensación de impotencia a la de no sentirse queridos por los miembros de su familia e, incluso, en los casos más graves, anulados.

¿Cómo escapar de una familia tóxica?

Hay que identificar que tenemos un problema y no esperar que “se solucione por sí sólo”, “mejor dejarlo”, “si no haces nada, se acaba arreglando”. Si estás dentro de una familia tóxica, debes saber que eso no pasará, que lo que te está ocurriendo es sólo un síntoma – igual que cuando tienes fiebre, pero tienes la gripe- de que algo no funciona en vuestra familia.

Debes ser consciente de la medida en que te está afectando y si todavía es posible comunicarlo de una forma constructiva a la otra persona. Empatiza con la otra persona, piensa que no todos tenemos las mismas oportunidades y que cada uno de nosotros libra sus propias batallas de las que los otros – por mucho que pertenezcan a la misma familia- no saben nada.

Pero si ya lo has hecho y la otra persona lleva sus conductas tóxicas al extremo, sin ser capaz de poner distancia emocional entre sus propias tormentas y el otro, debes empezar a tomar medidas:

  • Límites necesarios. Tengas o no tengas tu propia familia, tu familia de origen no tiene que estar informada de lo que todo hacéis o no hacéis. Posiblemente tenéis la edad, inteligencia y madurez suficiente como para tomar vuestras decisiones y asumir las consecuencias que de ellas se deriven. No dependas de nadie más que apruebe o desapruebe dichas decisiones. Y, en eso consisten los límites: vuestras decisiones os competen única y exclusivamente, a vosotros y, si hubiera una persona a vuestro lado, es vuestra opción si compartir esta decisión con esta persona o no. De la misma manera, eliges cuándo los ves o no: solo en reuniones familiares o en fechas señaladas.
  • Alejarse. Algunas personas sienten la necesidad de poner distancia física del entorno disfuncional para recuperar el control sobre sus vidas. Sin embargo, hay que pensar que la solución está siempre en vuestras propias manos, en un cambio de actitud respecto de ese entorno.
  • Mantén el respeto. Es habitual que en los entornos tóxicos exista un familiar que crea que puede decir todo aquello que le viene a la mente, sin tener en cuenta los sentimientos de las otras personas. La reacción instintiva es contestar, obviando el filtro de la adecuada educación y del respeto. En este caso, se acabará generando un importante conflicto y, por eso, es importante tomar distancia para de una manera más calmada y dejando enfriar los sentimientos, poder responder adecuadamente sin causar dolor a ninguna de las partes.
  • Usa las palabras “mágicas”. Estas son; “no puedo”, ”no quiero”,” no estoy de acuerdo”, sin miedo y para que quede claro que poseemos nuestra propia capacidad de elección. Al mismo tiempo, otras de estas palabras son: “gracias” y “por favor” ya que así mostramos amabilidad y respeto.
  • Paciencia. Perder la paciencia produce que seamos impulsivos e irreflexivos y no tomemos buenas decisiones.
  • Controlar las emociones. El enfado sólo agudiza el conflicto. Al realizar cualquier tipo de conducta relacionada con este entorno disfuncional debemos tener en cuenta las consecuencias que producirán en el mismo así como aquellos límites que no deben ser sobrepasados por ninguna de las dos partes.
  • Acude a terapia psicológica cuando no puedas controlar la situación. Si necesitas ayuda, un psicólogo del equipo de Siquia te ayudará a ver otras perspectivas del problema y a desarrollar las habilidades para enfrentarte a él, resolverlo y sentirte mejor contigo mismo. Recupera tu autoestima y el control de tu vida.

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Imagen de Maria Dolors Mas
Sobre Maria Dolors Mas Nº Colegiada 17222 con 15 años de experiencia. Especialista en ansiedad, depresión y toda lo relacionado con salud mental de niños y adolescentes.
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