Cambiar nuestra vida, conseguir lo que deseamos, llegar a donde queremos. Pequeños grandes anhelos que todos tenemos, pero que muchas veces no sabemos cómo llevar a cabo.
Hace unos días encontré un artículo fantástico en el que su autor explicaba cómo las contraseñas que pone en el ordenador para acceder a los servicios, le han ayudado a cambiar su vida hacia donde él quería.
El artículo original lo podéis leer aquí, pero no quiero que nadie se lo pierda, así que he hecho una traducción libre al español para que todos lo podáis disfrutar y quién sabe si será ésto lo que os servirá para marcaros objetivos y conseguirlos.
Cómo una contraseña cambió mi vida
«¿Cómo pudo ella hacerme algo así?» decía una voz en mi cabeza. Todo el tiempo. Cada día.
En 2011 estaba atrapado en una gran depresión a causa de mi divorcio.
Afortunadamente era lo suficientemente inteligente (y conté con grandes personas a mi alrededor) para encontrar la manera de ir manteniéndome a flote.
Un día entré en la oficina y, como cada día, me puse delante de la pantalla de mi ordenador. Todo iba bien hasta que vi este mensaje:
Su contraseña ha caducado.
Haga clic en «cambiar contraseña» para cambiarla.
Leí este mensaje en mi mente con una voz de abuelo enfadado: «la maldita contraseña ha expirado».
En mi puesto de trabajo el servidor de correo está configurado para que miles de empleados en todo el planeta tengan que cambiar sus contraseñas cada 30 días.
Además el servidor nos obliga a utilizar al menos un carácter en mayúsculas, al menos un carácter alfabético en minúscula, al menos un símbolo y al menos un número. Ah, y toda la maldita contraseña no puede ser inferior a 8 caracteres. Y no puedo utilizar ninguna de las mismas contraseñas que he usado en los últimos 3 meses.
Aquella mañana estaba furioso. Estaba tan enfadado que mi torso estaba sudando a pesar de que solo estaba trabajando, se me hizo tarde, me dejé el casco puesto, creo que se me olvidó el desayuno, mi boca sabía a cigarrillo. Necesitaba conseguir tener cosas hechas antes de mi reunión del día siguiente a las 10 y todo lo que tenía ante mi era un enorme desperdicio de mi tiempo.
Así que allí estaba. Ese campo de entrada con un cursor intermitente, esperando a que yo introdujera una contraseña que iba a tener que volver a introducir durante los próximos 30 días. Muchas veces al día.
Entonces recordé el consejo de un antiguo jefe, que combinaba listas de cosas por hacer con las contraseñas, así que pensé en utilizar una variación de ello.
«Voy a usar una contraseña para cambiar mi vida»
Era evidente que no podía concentrarme en hacer las cosas debido a mi estilo de vida y al estado de ánimo en el que me encontraba. Por supuesto, había indicadores de lo que tenía que hacer para recuperar el control de mi vida, pero no conseguía prestar atención a esas pistas.
Mi contraseña se convirtió en el indicador. Mi contraseña me recordó que no debía dejarme ser víctima de mi reciente ruptura y que era lo suficientemente fuerte como para hacer algo al respecto.
Mi contraseña se convirtió en: «Forgive@h3r» («perdonarla»)
Durante el resto de la semana tuve que escribir esa contraseña varias veces al día. Cada vez que mi equipo se apagaba. Cada vez que aparecía mi protector de pantalla con su foto. Cada vez que volvía de comer.
En mi mente no había escrito una nueva contraseña, en mi mente estaba recordándome a mi mismo que debía perdonarla.
Esa simple acción cambió la forma en que veía a mi ex-mujer. Ese constante recordatorio me llevó a aceptar las cosas como sucedieron al final de mi matrimonio y adoptar una nueva forma de hacer frente a la depresión en la que me estaba ahogando.
En los siguientes días mi estado de ánimo mejoró drásticamente. Para el final de la segunda semana me di cuenta de que esa contraseña se había vuelto menos potente y había empezado a perder su efecto. Una actualización de mi forma de ver la contraseña cambió eso, cada vez que escribía la contraseña me repetía a mi mismo que la perdonaba. El efecto curativo regresó casi de inmediato.
La lista de deseos
Un mes después, el servido volvió a pedirme una nueva contraseña. Pensé en lo siguiente que quería conseguir. Mi contraseña se convirtió en: «Quit@smoking4ever» («dejar de fumar para siempre»).
Y adivinad qué pasó. No miento. Dejé de fumar durante la noche. Tengo un montón de testigos que todavía no pueden creer cómo lo hice. Lo había intentado con libros, cigarrillos electrónicos, parches, etc. Nada funcionaba, pero esto sí lo hizo.
Esta contraseña fue dolorosa de escribir durante ese mes, pero hacerlo me ayudó a decírmelo claramente a mi mismo cada día. Esto me motivó a conseguir mi meta.
Un mes después mi contraseña se convirtió en «Save4trip@tailandia» («ahorrar para un viaje a Tailandia»).
Adivina dónde fui 3 meses más tarde. Tailandia. Con ahorros. Gracias contraseña.
Trucos que funcionan
Ver cómo estas afirmaciones positivas y recordatorios me estaban ayudando a materializar mis metas me mantuvo motivado. Debo admitir que es difícil llegar al objetivo que nos marcamos. A veces es difícil identificar lo que tenemos que cambiar o cuándo debemos dirigirnos hacia ello.
Una contraseña te permite conseguir un objetivo en algún lugar de tu mundo digital. Desde copiar un archivo, a desbloquear un ordenador o enviar un correo electrónico a alguien. Esta sensación de estar logrando micro-objetivos, esta idea de «mi mantra me ayuda a hacer las cosas», acumula ese impulso que me motivó a mantenerme enfocado en el logro de mis metas mensuales. Es un pequeño hábito que me transformó.
Así aprendí que puedo cambiar de verdad mi vida si juego bien mis cartas. Seguí haciendo este experimento en varias ocasiones, mes tras mes, con grandes resultados.
He aquí un extracto de lo que han sido algunas de mis contraseñas en estos dos últimos años. Para que tengáis una idea de cómo ha cambiado mi vida gracias a este método:
- Forgive@her («olvídala)← a mi ex-mujer, que lo empezó todo.
- Quit@smoking4ever («deja de fumar para siempre»)← funcionó.
- Save4trip@thailand («ahorra para un viaje a Tailandia)← funcionó.
- Eat2times@day («come dos veces al día») ← no funcionó. Sigo estando gordo.
- Sleep@before12 («acuéstate antes de las 12») ←funcionó.
- Ask@her4date («pídele una cita»)← funcionó. Vuelvo a estar enamorado.
- No@drinking2months («no beber en dos meses») ← funcionó. ¡Me siento muy bien!
- MovE@togeth3r («ir a vivid juntos») ← funcionó.
- Get@c4t! («tener un gato»)← funcionó. Tenemos un precioso gato.
- Facetime2mom@sunday («hacer una videollamada a mamá los domingos»)← funcionó. Ahora hablo con mi madre todas las semanas.
Y la del último mes:
- Save4@ring («ahorra para un anillo»)← Sí. La vida va a volver a cambiar, pronto.
Convertir las metas en motivación
Ahora espero ansiosamente cada mes a poder cambiar mi contraseña y convertirla en una frase que me motiva a centrarme en algo que tengo que hacer.
Este método me ha funcionado durante los últimos dos años y lo he compartido con algunos amigos cercanos y familiares. Dado que ha tenido un gran impacto en mi vida he decidido compartirlo con todos vosotros.
¡Dadle una oprtunidad! Escribe estas declaraciones con el pensamiento y la actitud adecuados y cambiarás tu vida. Para mayor eficacia trata de que las palabras sean más complejas. Recuerda añadir símbolos o números, hacerlo más largo y complicado, también para que la contraseña sea más segura.
Gracias por compartir… al leer su artìculo, me ha hecho recordar este truco que me ha funcionado..»cuando pienso en algo que me perjudica»… automàticamente pienso que es una «viñeta» adherible y me imagino en el momento quitàrmela y me ha funcionado.. en el caso de daño emocional.
Excelente artìculo, muy agradecida.
Saludos desde El Salvador, C.A.