Cómo recuperar la calma tras un ataque de rabia o ira

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Autoestima
Rebeca Cojo
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Gritar, insultar, tratar mal, no respetar y golpear a los demás o a ti mismo. Son reacciones que ocurren con un fuerte enfado. Controlarnos cuando estamos expuestos ante unas sensaciones que nos llevan al límite es complicado. No te preocupes si tu temperamento explota. La rabia y la ira son emociones normales (e incluso sanas), pero lo cierto es que hay que saber actuar de manera positiva y controlarlas, para no perder la calma durante una discusión ya que pueden interferir en nuestras relaciones personales (amigos, familia, pareja) y afectar a nuestra salud.

Autoconciencia y autocontrol para recuperar la calma

Son los dos aspectos que se deben trabajar para dominar nuestro temperamento.

  • La autoconciencia hace referencia a un tiempo de reflexión por el que, antes de estallar por un enfado, vas a pararte a pensar cómo te sientes, qué es lo que piensas y por qué. Se trata de identificar con anterioridad cuál es el problema.
  • El autocontrol se basa en pensar antes de actuar. Unos segundos son suficientemente valiosos para cambiar de opinión antes de actuar de una forma violenta y de la que luego te arrepentirás. Se trata de buscar una solución antes de llevar a cabo una respuesta.

No te agobies si al principio no lo consigues, es normal que te lleve tiempo.

Qué hacer tras un ataque de ira: soluciones prácticas

Estas son algunas de las opciones a las que puedes recurrir:

  • Ejercicios de relajación. Existen varios tipos de meditación, pero la clave de cada uno de esos tipos está en centrarse en un elemento durante un tiempo, sin alterarnos: meditación de los sonidos, meditación con el pensamiento (observar qué es lo que pienso), meditación con las emociones, meditación mantra (a través de la palabra y el sonido), meditación contemplativa (elegir un objeto) y meditación completa.
  • Además, hacer yoga es muy beneficioso.
  • Ejercicios de respiración. Lo primero que se altera cuando nos alteramos es la respiración, por lo que aprender a manejarla nos ayudará a controlarnos. un respeto por el tiempo y una expiración lenta del aire que hemos inspirado. Hay muchas formas correctas de respirar, en las que se va a observar un respeto por el tiempo y una expiración lenta del aire que hemos inspirado. Las dos principales son la respiración abdominal y la respiración diafragmática. La primera consiste en coger aire por la nariz, llenar del todo la barriga y soltar el aire lentamente por la boca. La segunda se trata de, una vez hayamos llenado todo nuestro pecho, soltar el aire por la boca suavemente.

Una vez practiques estas opciones regularmente, descubrirás que la rabia y la ira aparecerán con menos frecuencia y acudirás a estas actividades simplemente para relajarte ante otras situaciones como el estrés o la ansiedad.

  • Siempre puedes acudir a otros métodos, como distraerte con cualquier actividad que mantenga tu mente ocupada (leer, escribir, ver una película o una serie, dibujar. escuchar música…).

No olvides la importancia de expresarte y hablar de tus sentimientos con personas de confianza.

¿Cómo sé si necesito más ayuda? El papel del psicólogo para tratar la ira

Aunque, como ya se ha mencionado, la rabia y la ira son normales ante determinadas situaciones, es recomendable vigilarse. Si los sentimientos de enfado y la irritación hacia tu persona perduran mucho en el tiempo, si las discusiones y pelas son frecuentes y si ese enfado te hace lastimarte a ti mismo o a los demás, lo más recomendable es que no te enfrentes a tu problema tú solo.

Además de comentárselo a personas adultas (ya sean tus padres, tus profesores o cualquier individuo de confianza), debes acudir a un profesional de la salud, a un psicólogo que te brinde una ayuda para acabar con ese problema y volver a relacionarte con amigos, pareja, familia,… desde la calma.

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Prepárate para el cambio

Son muchas las personas que no manejan su mal carácter y que tienen reacciones desmedidas. De hecho, saben que es uno de sus defectos y se avergüenzan de sus comportamientos. No se ven reflejados en aquella persona en la que se transforman. Verdaderamente, no son ellos mismos.

Todos podemos cambiar. Eso sí, siempre poniendo de nuestra parte. Cualquier cambio implica esfuerzo, práctica y, sobre todo, tiempo. Lidiar con emociones tan fuertes no es fácil. Pero no te rindas: ¡Puedes conseguirlo! Una vez superado este reto, te sentirás una persona nueva, más fuerte y más madura.

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Periodista especializada en comunicación online y salud mental

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