Xènia,16 años, acudió por primera vez a consulta más asustada por lo que iban a decir “los otros” que no por lo qué ocurriría en sí durante la sesión. Sin embargo, Izan, de 14 años, al llegar a la consulta, se mostraba retraído e incoherente en su discurso, con estereotipias… diciendo de sí mismo que era “raro”. En ambos casos (y muchos más) ninguno de los dos era más “raro” de lo que somos la generalidad de los humanos. Sin embargo, el hecho de creerse su propia etiqueta, suponía un freno importante.
De etiquetas y etiquetajes
Es muy común poner etiquetas. De hecho, lo hacemos continuamente: “gorda”, “feo”, “tonto”, ”listo”, ”estúpido” ,”simpático”… Y, una vez puesta una etiqueta y, aun comprobada su falsedad, nos olvidamos de pedir disculpas y tirar a la basura dicha etiqueta. ¿Para qué si, probablemente, nos sentimos muy satisfechos de la etiqueta que hemos colocado de forma inmerecida?
Si este etiquetaje falso o injusto se realiza a niños o adolescentes, el daño causado en la autoestima de los mismos es grave. De hecho, allí se encuentra la base de fenómenos como el bullying o el cyberbullying.
Cualquier etiquetaje produce estigmatización. No es de extrañar que los adolescentes que necesita tratar sus problemas a través de una intervención psicológica, “huyan” de ella por temor a terminar siendo el “raro” o el que “ va al loquero”.
También es cierto que, muchas veces de forma inconsciente, son los propios padres quienes contribuyen tanto al etiquetaje como a la estigmatización que comporta ir al psicólogo. Como consecuencia de un artículo anterior “No creo en los psicólogos”, fueron múltiples las consultas de adolescentes que afirmaban que en sus casas les decían cosas del tipo:
- “Este psicólogo te ha cambiado”. Como si los psicólogos tuviéramos “poderes mágicos”. Aunque se nos otorgue la “capacidad de cambiar”, esto es absolutamente falso: quien cambia es el paciente. Los psicólogos solo les señalamos aspectos en su conducta que se podrían modificar a partir de pensamientos o de creencias distorsionadas y mediante el uso de distintas técnicas. Todo muy científico.
- “¿Esto va a durar mucho?”. Si con “esto” se refieren a la psicoterapia, dependerá del trastorno, del estado que atraviese y los progresos, que no se deben medir teniendo en cuenta la meta sino desde el camino recorrido desde el punto de partida. En cualquier caso, de lo que no depende es del capricho del psicólogo, de la “buena relación” con el paciente, u otro motivo similar.
- “Ya no vas más al psicólogo”. Acudir al psicólogo debería formar parte del resto de las citas médicas del adolescente. Pero, en ningún caso y bajo ningún concepto, puede entenderse como un refuerzo ni negativo ni positivo. No estamos hablando de caprichos sino de profesionales de la salud mental que tratan el problema emocional, cognitivo o psicopatológico de tu hijo, de una forma rigurosamente científica y contrastada. Ello debe ser comprendido por el menor pero, también, por los padres.
El adolescente debe entender los beneficios de acudir a un psicólogo
Ante todo, debemos explicar al adolescente la necesidad de visitar a un psicólogo. Si entiende los motivos de ir a terapia y sus ventajas, será bastante improbable que le afecten los posibles comentarios negativos, e incluso, despectivos de los otros. Ya sean comentarios de compañeros, amigos o adultos como familiares o amigos de los mismos.
Si el adolescente comprende que sus padres han adoptado la decisión por su bienestar socioemocional y que el psicólogo le puede ayudar en sus problemas cotidianos, se obviarán las posibles reacciones negativas y resistencias en contra del mismo. El joven será menos susceptible a los comentarios de los demás y se sentirá menos etiquetado y estigmatizado. Se le puede ayudar a tomar la decisión facilitándole el primer paso. En algunos casos, la terapia online puede ayudar a disminuir las resistencias de los chicos y chicas jóvenes.
¿Qué ocurre si todos ya saben que voy al psicólogo?
No ocurre absolutamente nada. No te preocupes. Ir a terapia no significa que estés loco, trastornado o que seas diferente. Al contrario, indica que eres una persona con un elevado nivel de madurez emocional y de responsabilidad y valiente. Solo estas personas sois capaces de afrontar vuestros miedos, aquello que no funciona en vuestra conducta o en vuestro pensamiento y decirle a la cara “os voy a ganar”.
Sin embargo, sí que es cierto que la mayoría de los padres prefieren que sus hijos no comenten que van al psicólogo. De la misma manera, la mayoría de los adolescentes, tampoco suelen decirlo. Desgraciadamente, en esta sociedad “tan moderna” que nos ha tocado vivir, sigue existiendo un estigma social muy importante hacia el colectivo de los psicólogos. Es curioso porque no ocurre lo mismo con los psiquiatras. ¿Será porque ellos son médicos? -Lo que todavía no podemos hacer es cambiar la mentalidad de una sociedad entera.
¿Cómo sé que debo buscar ayuda profesional de un psicólogo?
Si tienes un problema (no necesariamente grave), si quieres mejorar aspectos de tu conducta o tu personalidad para prevenir posibles complicaciones futuras. Si atraviesas un momento de cambio o de hallarte ante una situación que no sabes bien cómo solucionar, según tus recursos personales.
En estos y otros casos es cuando necesitamos hablar con un profesional que te ayude a buscar la respuesta para que no se vea afectada ninguna de las áreas funcionales importantes.
No es necesario tener un problema grave, un trastorno ni estar loco para ir al psicólogo. Simplemente con querer mejorar determinados aspectos de tu vida, tus relaciones interpersonales, tu bienestar familiar, social, escolar o familiar, ya es suficiente.
¿Qué hago con el estigma de ser el “raro”?
Nada. El problema lo tiene quien cree que por buscar soluciones para determinadas cuestiones que no funcionan adecuadamente en tu vida tú eres “raro”.
A ti te obliga a afrontar una doble dificultad para recuperarte: tu problema y los prejuicios de los otros. Seguro que puedes, aunque sume una dificultad. La pregunta es ¿puede la sociedad con sus prejuicios acerca de los psicólogos?
Actualmente, la sociedad intenta enmascarar los prejuicios de otras formas. Ello supone una carga de sufrimiento añadida para el adolescente que busca ayuda profesional y uno de los principales inconvenientes para el éxito de la recuperación. Así se logrará una sensibilización mayor sobre la importancia de la salud mental.
En Siquia te invitamos a que hagas una primera consulta con un psicólogo totalmente gratuita y veas personalmente cómo la psicología te ayuda.