Entre los múltiples anuncios navideños que inundan las pantallas, las tiendas, la red…se halla el del iPad Pro de Apple y no, no estoy haciendo publicidad… Se trata de un pequeño corto en que unos padres con dos hijas, van a casa del abuelo a pasar la Navidad. Allí las niñas descubren fotos de la boda de sus abuelos y se hacen conscientes de la falta de la misma. En ese momento, las niñas hacen un sencillo montaje para ofrecérselo como regalo a su abuelo en forma de álbum animado.
Cómo vivir la Navidad con felicidad a pesar de la falta de seres queridos: piensa en las sillas vacías

Sin saberlo, las niñas y, en general, la parte más emocional del spot conectan con la pérdida de seres queridos a quienes se echa de menos en falta en Navidad. Así, sin querer, nos conectan con las sillas vacías.
¿Qué es el síndrome de la silla vacía?
Al 33% de los españoles no les gusta la Navidad y, de estos, el 6% asegura que “odia la Navidad”. Los motivos son diversos pero, entre los más comunes, se hallan la nostalgia – en el 60% de las mujeres, recordemos que hay más viudas que viudos, y el 47% de los hombres- y, además, otro 35 % manifiesta tristeza, según datos del I Observatorio de la Navidad en España.
Todo ello se relaciona con el denominado síndrome de la silla vacía que es el sentimiento de tristeza, incluso, de depresión más allá de lo esperable como consecuencia de un duelo por la pérdida física o emocional de una persona a quien amamos ya sea un familiar, un amigo o una pareja… Teniendo en cuenta que es una época de villancicos, de luces de colores, de regalos, de risas y de felicidad “porque toca”, es fácil que la tristeza se convierta en ansiedad y está entre en bucle con la depresión blanca de manera que, a más ansiedad, más depresión y a menos ansiedad, menos depresión.
Un 5% de la población de este país atravesará durante estas Fiestas un proceso de duelo por una pérdida reciente, cuyo dolor se agudizará cuando, al montar la mesa navideña, se ponga el cubierto o la silla de la persona que ya no está. A todo ello, se suma la propia comida navideña que incita al recuerdo de las anécdotas que, no por repetidas, dejan de producir una sonrisa o, incluso, risas y que nos trasladarán al imaginario del “esto siempre lo contaba”, “como se reía”; los reencuentros con personas que hace meses que no vemos y el “qué ¿cómo lo llevas?” o ya tan sólo las propios emociones internas que despiertan unas fiestas en que la persona que ya no está actuaba de una forma determinada con nosotros y, ahora, lo echamos tanto de menos…
¿Hay patologías asociadas a estos casos?
Según el Informe anual 2018 elaborado por Nascia, el 65% de los españoles sufre estrés y ansiedad antes y durante la Navidad a lo cual se denomina también síndrome del villacinco. Es decir, la “obligación de ser felices porque estamos en Navidad” y que, como efectos colaterales, conllevaría un consumismo exagerado, reencontrarnos con personas que puede que no veamos el resto del año, las elevadas expectativas puestas durante los preparativos que se ven frustradas así como la presión social por parte del grupo familiar o social para que todo esté perfecto.
Según el mismo Informe, el 62% de los encuestados padece insomnio, el 55% cefaleas, el 75% algias musculares y el 58% dolores abdominales. Por lo que respecta a la sintomatología psicológica, el 68% admite exceso de pensamientos recurrentes negativos, el 71% presenta mayor irritabilidad y el 83% afirma presentar una sensación de falta de control.
Todos estos síntomas se relacionan con la depresión y acaban generando una intensa ansiedad. Sin embargo, la Navidad – per se – no es que desencadene dicho cuadro depresivo sino que si tenemos una persona que presenta con antelación una posible sintomatología depresiva debida, por ejemplo, a un duelo reciente, y la Navidad se acabará convirtiendo en un factor desencadenante de una depresión.
¿Aumenta el uso de psicofármacos en Navidad?

En Navidad se agudiza el sentimiento por la pérdida y es cuando los pacientes optan, en gran medida, por el consumo de antidepresivos y ansiolíticos como vía para mitigar el dolor.
De esta forma, sólo se consigue anestesiar el problema, medicalizar la mente y no tener en cuenta cuál es la causa del mismo lo que puede generar una situación de dependencia hacia estos fármacos.
Debemos pensar que el consumo de antidepresivos y ansiolíticos en nuestro país ha aumentado de forma exponencial desde hace unos años, ocupando el dudoso honor de ser uno de los países europeos que más de estos medicamentos receta.
Hay que tener en cuenta que, en situaciones como las Navidades, con duelos, síndrome de la silla vacía, con imposibilidad de contactar con su médico ante un posible empeoramiento de su sintomatología depresiva de base, el propio paciente tiene la tentación de aumentar la dosis o tomar una dosis doble de antidepresivo, siendo muy perjudicial para su organismo ante la alteración del equilibrio químico que produce y el consiguiente malestar profundo que sentirá el paciente.
Lo mismo ocurre para aquellos que, tomando dosis importantes de ambos medicamentos, lo mezclan con dosis igualmente importantes de cualquier tipo de alcohol. Las consecuencias perjudiciales para el organismo pueden ser de todo tipo.
No existe ninguna “pastilla mágica” que nos elimine la tristeza por la pérdida. Todos aquellos que han experimentado el dolor de una silla vacía saben que, por mucho tiempo que pase, se sigue recordando a esas personas tan especiales. Aún así, sí que tenemos algunas pautas para reducir el malestar.

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Pedir citaPautas para reducir el malestar de las sillas vacías: una Navidad diferente es posible
- Colabora. Puedes hacer cualquier tarea o actividad que se te dé bien, te mantendrá distraído, restarás trabajo a otras personas y evitarás el agobio de todos.
- Redistribuye. Cambia los muebles del salón de lugar o de orientación, te parecerá distinto y evitarás comparaciones de tus invitados. Si lo prefieres, también puedes celebrar la Navidad en alguna otra parte.
- Superar no es olvidar. Si recuerdas a la persona que perdiste, para ti será sanador, positivo y liberador. Entre todos, recordad cosas que le gustaban, sus anécdotas del día, poned algún vídeo… vais a llorar pero juntos con empatía y resiliencia ayudareis a que los niños de la casa comprendan mejor donde está esa persona y aprenderéis todos a canalizar la tristeza. Nunca le vais a olvidar por gestionar vuestros sentimientos.
- Si lo necesitas, llora. Los humanos llevamos mal hablar de la tristeza y de la muerte. Cuando aparezca una frase de dolor, siempre hay quien está a tiempo de decir “no pienses más, ahora te toca disfrutar” y quizá tenga razón. Pero antes de disfrutar debes expresar lo que sientes y si eso es tristeza, simplemente, llora.
- No te culpes. Quizá la situación te sobrepasa y a ti te da miedo expresar todo tu dolor para no hacer daño a alguien próximo. En realidad todos están pensando y sintiendo lo mismo que tú, sólo que nadie quiere ser el primero en expresarse. Muchas familias se ponen la mascara social del “ya está superado” cuando realmente nada lo está y lo que deberías hacer es empezar a hablar para incitar a los demás y que os pudierais apoyar.
- Pide ayuda profesional. Perder a un ser querido es una situación muy dura y nadie aliviará tu sufrimiento pero si tu malestar te perjudica de forma desproporcionada y no sabes cómo continuar ni ves salida, busca un psicólogo, te aseguro que te ayudará a superarlo, nunca a olvidarlo. En Siquia ofrecemos una primera sesión gratis para que nos cuentes qué te ocurre.
Para finalizar, no existe ningún manual que te indique cuál es la mejor forma de celebrar la Navidad después de la pérdida de alguien querido. Sin embargo, te puede resultar útil: nunca ocultes tus sentimientos ni los evites. Entonces no los podrás afrontar ni cambiar. Si deseas hacer frente a estos sentimientos para cambiar tu actitud, acepta lo ocurrido que es más fácil de decir que de hacer.
No intentes vivir la Navidad como si nada hubiera pasado, porque sí ha ocurrido, y sentirte triste o llorar es mejor que intentar ocultar la tristeza, cuyos efectos serán más negativos.
Busca el apoyo de tus personas más próximas, aquellas que quieres y que te quieren, evitando aislarte de ellos o de tu grupo social.
Estas serán unas fiestas muy especiales para todas aquellas personas que viven situaciones como las expuestas – pensemos que, también, existen quienes vivirán estas fechas en soledad tras la pérdida de la última persona que les quedaba- y, ante las sillas vacías, sólo hay dos caminos: el crecimiento como personas o la desesperanza.
Os deseamos, para todos aquellos que estéis en dicha situación, todo el crecimiento y nada de desesperanza.
¡ FELIZ NAVIDAD!
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