Aunque hemos hecho mucho hincapié en que no tiene por qué existir un deterioro radical al hacernos mayores, sí es cierto que existen casos en los que la imagen de vulnerabilidad que normalmente se asocia a la persona mayor, puede llevar a algunos individuos a creerse con el poder de maltratar o abusar de ellas…

Muchas son las veces que hemos podido ver o escuchar noticias en las que alguna persona mayor está siendo agredida física y/o psicológicamente. El abuso de poder o la falta en el control de impulsos podrían estar detrás de estos comportamientos, pero realmente cualquier «explicación» o «motivo» no justifica ni explica en lo más mínimo esta indeseable conducta.

Como cada etapa vital, la vejez conlleva una serie de cambios y ajustes que no todos conseguimos realizar con la velocidad idónea y, si a eso le sumas lo estresante de una situación de maltrato o abuso, las consecuencias psicológicas (además de las físicas) para la persona mayor que la padece pueden llegar a ser muy graves.

psiclogo personas mayores¿Y, cuáles son esas consecuencias? Ya sabemos que cada persona es diferente e independiente al resto, por lo que lo más correcto es contar con una evaluación de un psicólogo en cada caso concreto para actuar en función a sus necesidades, pero en líneas generales podríamos establecer que las mayores consecuencias psicológicas en estos casos son:

  • Problemas de ansiedad: el miedo y el estrés al que estas personas han sido condicionadas por parte del agresor (o agresores), les puede llevar a desarrollar sintomatología ansiosa que en muchos casos, y por temor a expresar su malestar, puede derivar en problemas de somatización que incrementarán los niveles de vulnerabilidad y llevarán a la persona mayor a sentirse aun más desprotegida.
  • Alteración del estado de ánimo: como cabe pensar, ante estas difíciles situaciones en las que la persona mayor se percibe en una posición de inferioridad y desventaja, es fácil que aparezcan síntomas depresivos que alteren el funcionamiento normal del individuo. Es importante prestar atención a la pseudodemencia depresiva, por la que la gravedad del cuadro depresivo puede llevar a diagnosticar de forma errónea una demencia, con la consecuente ingesta de medicamentos prescrito para tal patología y un agravamiento del verdadero problema. Es primordial también hacer una exploración del riesgo de suicidio ya que en estos casos los factores de riesgo son muchos.
  • Alteraciones del sueño y la alimentación: aunque estas pueden darse por las características propias del envejecimiento normativo, pueden agravarse si la persona mayor está viviendo una situación estresante de abuso o maltrato. Es muy común el insomnio primario y los despertares repentinos. Ambos suponen una consecuencia muy negativa, ya no sólo a nivel físico, sino sobre el estado de ánimo.
    Por otro lado, en el caso de la alimentación, ya sea por el negligente cuidado o por las repercusiones que puede traer consigo un cuadro depresivo, puede observarse una situación de desnutrición que puede derivar en graves consecuencias.

La escucha, la compresión y la ayuda profesional son el apoyo clave que pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de aquellos mayores que, desafortunadamente, han tenido que pasar por estas situaciones.