Si hay algo que caracteriza a la especie humana es que nunca deja de aprender. Niños, adultos y mayores están en constante cambio y, por tanto, en constante aprendizaje. Pero, ¿qué más se puede aprender cuando ya nos encontramos disfrutando de nuestros años de jubilación?
Según Robert Peck, a lo largo de nuestra vida existen varias tareas de desarrollo que el autor divide en: cuatro para realizar durante la adultez, y tres para la vejez. Las cuatro primeras han de llevarse a cabo para lograr un equilibrio en la edad adulta intermedia que nos conduzcan a las tres que se han de completar durante la vejez.
Las decisiones que tomamos a lo largo de nuestras vidas, sientan las bases de las soluciones que vamos encontrando a los nuevos problemas que aparecen. Aquellos adultos que saben enfrentarse a dichos problemas con madurez, sabrán resolver los desafíos que tendrán lugar más tarde en sus vidas. Por todo esto, y según Peck, hay determinadas tareas que se han de desarrollar durante el envejecimiento.
De la madurez a la vida adulta
- Transferencia del ego vs preocupación por el ego.
El temor a morir debe ser superado por el convencimiento de las aportaciones personales a cualquier nivel, tanto a hijos como a nietos y demás familiares cercanos. - Trascendencia corporal vs preocupación por el cuerpo.
Lo más importante será centrar la mayor parte de nuestros esfuerzos en tener un óptimo rendimiento a nivel mental y en nuestras relaciones sociales, puesto que el envejecimiento del físico, y consecuente deterioro corporal, es inevitable. - Diferenciación del ego vs preocupación por el trabajo.
Aprender a valorarnos a nosotros mismos por lo que somos y hemos conseguido a lo largo de nuestra vida. El abandono del puesto de trabajo después de jubilarnos, nos dejará tiempo para realizar otras actividades que supongan la adquisición de características positivas a nuestra personalidad.
De forma general, podemos estar más o menos de acuerdo con estas «tareas» planteadas por Peck, pero sí es cierto que están en consonancia con otros autores como Jung, quien afirmaba que «…para la persona que está envejeciendo es un deber y una necesidad dedicar seria atención a sí misma». Una vez que la familia ha salido adelante y la vida profesional ha llegado a su fin, hombres y mujeres han de sentirse libres de cultivar sus propias motivaciones y preocupaciones, así como de reflexionar sobre sus valores y explorar su mundo interior.
Si te está resultando difícil adaptarte a estos cambios, recibir apoyo psicológico puede servirte de ayuda para empezar a realizar todas aquellas tareas que consigan reconciliarte con lo que quieres ser.
Sobre la autora de este artículo:
Silvia Muñoz Morales es psicóloga y Máster en Psicología General Sanitaria. Nº colegiada O – 02997. Formación en Primeros Auxilios Psicológicos, Procesos Cognitivos Básicos, Estimulación Cognitiva, Motivación en la Empresa, Selección de Personal, Apoyo Psicológico en Situaciones de Crisis y Manejo no farmacológico de Trastornos Conductuales en personas con Alzheimer. Experiencia en el Tratamiento de Adicciones, Trastornos adaptativos ansioso-depresivos, menores con dificultad de aprendizaje y Evaluación Neuropsicológica.