La historia de la humanidad está repleta de personajes megalómanos que han aterrorizado al mundo entero. Estas personas se caracterizan por tener una personalidad extremadamente arrogante. Por lo general, un megalómano se creerá especial, superior a los demás y capaz de lograr todo lo que se propone. Y, por si fuera poco, no se molestará en esconderlo.
Consejos para poder reconocer (y evitar) a un megalómano

En psicología se denomina Trastorno Narcisista de la Personalidad a lo que comúnmente conocemos como megalomanía. Quienes lo padecen suelen mostrarse altivos y poco empáticos y no es difícil reconocerlos. Un megalómano tiende a disfrutar tanto de la atención de los demás que en raras ocasiones se apartará del punto de mira.
Sin embargo, no todos los narcisistas llegan al extremo de convertirse megalómanos. No basta con tener una alta percepción de uno mismo para ser considerado como tal, la megalomanía es un trastorno que puede (y debería) ser diagnosticado por un psicólogo. El origen del Trastorno Narcisista de la Personalidad es tanto biológico como social:
- El cerebro de un megalómano tiene menos materia gris que el de una persona con un menor autoconcepto de sí misma. La materia gris está repleta de neuronas que se encargan, entre otros, de gestionar las emociones, el autocontrol y la toma de decisiones.
- Por otro lado, los megalómanos suelen ser producto de un ambiente excesivamente crítico. Los padres de los megalómanos son personas que proyectan altísimas expectativas en sus hijos y se muestran agresivos cuando estos no las alcanzan; para proteger su autoestima, los megalómanos construyen una coraza de superioridad.
Un megalómano, en sus relaciones personales, será manipulador y poco empático. Su narcisismo y su complejo de superioridad pueden llevarles a ser manipuladores o infieles. En este artículo te ayudaremos a identificar los principales rasgos de las personas megalómanas, para que puedas poner distancia con ellas.

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Pedir cita¿Cómo reconocer a un megalómano?
Un megalómano puede tener una influencia perjudicial sobre tu vida, tu autoestima y tu forma de ser. Debido a su falta de empatía y a su percepción de superioridad, los megalómanos no suelen tener reparos a la hora de hacer sentir inferiores a los demás.
Existen ciertos rasgos de la personalidad que pueden distinguir a un megalómano de un mero narcisista, o de alguien que simplemente finge seguridad para ocultar su baja autoestima. Aunque no hay dos personas iguales, sí que es posible enumerar una serie de características propias de los megalómanos:
- Se idealizan a sí mismos
Como ya hemos explicado, los megalómanos suele tener un concepto muy elevado de ellos mismos. Las altas expectativas puestas en ellos desde la infancia les hacen creerse capaces de todo, invencibles e insuperables.
Al conversar con un megalómano te darás cuenta de que siempre cree tener la razón. Por eso, es fácil que reniegue de todo aquel que no tenga sus mismas creencias y opiniones.
- Desprecian a los demás
Un síntoma común de la megalomanía son los delirios de grandeza. Los megalómanos no solo se creen capaces de todo, sino que además creen que son los únicos con suficiente poder para conseguirlo: los elegidos.
Personajes como Hitler o Napoleón tenían los rasgos de una personalidad megalómana: una vez conquistaron el poder, se convencieron de que eran los únicos capaces de «salvar» su patria. Su ejemplo demuestra hasta qué extremo puede llegar la ambición y la falta de empatía de un megalómano, pues conquistaron otras tierras y cometieron crímenes terribles para conseguir sus objetivos.
Esta percepción de que son únicos e inimitables les lleva a despreciar a los demás. Todo aquel que no piense como ellos, que tienen siempre la razón, les parecerá digno de burla. A veces incluso el hecho de que los demás no sean ellos les hará pensar que son inferiores, pues no les creerán capaces de llevar a cabo sus mismos logros.
- Son perfeccionistas, pero también se creen perfectos
Es común escuchar testimonios de niños que crecieron presionados por las altas expectativas de sus padres y acabaron desarrollando un perfeccionismo extremadamente tóxico. Esto es un patrón que se repite en los megalómanos, que no aceptan de sí mismos nada que no sea grandioso.
Sin embargo, muchas veces las personalidades megalómanas entran en una contradicción. A pesar de esperar siempre lo mejor de sí mismos, no son capaces de reconocer sus errores. De este modo, nunca aprenden de lo que han hecho mal y, por tanto, se alejan a sí mismos de la perfección.

- Tienen comportamientos abusivos
Los megalómanos son personas que se creen destinadas a conseguir cosas grandiosas. Sueñan con conseguir el poder y hasta llegan a obsesionarse con ello.
De la combinación de los delirios de grandeza y la falta de empatía surgen personas capaces de hacer cualquier cosa con tal de conseguir lo que se proponen. Además, como creen que los demás son inferiores a ellos, suelen pensar que no se merecen el mismo respeto que se tienen a sí mismos.
Por eso no es extraño que los megalómanos sean personas manipuladoras y con tendencia al enfado. Muchos megalómanos ven la ira como un método para intimidar a los demás y ganarse su respeto.
- Son mentirosos
En la cabeza de los megalómanos hay cientos de razones que justifican una mentira.
En primer lugar, necesitan sentir que la imagen que tienen de sí mismos se corresponde con la que perciben los demás. Por eso no tienen problemas en exagerar sus logros y modificar sus opiniones para así poder seguir manteniendo una imagen intachable de puertas para fuera.
En segundo lugar, son personas que harían cualquier cosa para conseguir ser los mejores y, por ese motivo, a veces encuentran en la mentira a su mejor aliada.
En Siquia somos expertos en terapia online desde el año 2012. Nuestros psicólogos son excelentes profesionales capaces de ayudarte a cortar los lazos que te unen a un megalómano.
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