Las Constelaciones Familiares resuenan con eco en el seno de la vox populi. Cada vez se escribe y se habla más sobre ellas, ya sea desde reportajes emitidos en consistentes medios de comunicación o desde el boca a boca de entre amigos. Esta disciplina terapéutica, de herencia germánica, está cada vez más extendida en nuestro país y ya se está consolidando como uno de los talleres más demandados. No obstante, aún persisten muchos enigmas, falsos mitos y errores preconcebidos alrededor de las Constelaciones Familiares. Así pues, ¿de qué hablamos?
Viaje a nuestras raíces
Las Constelaciones Familiares son un disciplina terapéutica que se engloban dentro de la Psicoterapia Sistémica familiar. El psicólogo alemán Bert Hellinger, mentor y fundador de las Constelaciones, desarrolló junto a su equipo esta psicoterapia durante los años ochenta a fin de ofrecer al mundo terapéutico un nuevo conjunto de soluciones sistémicas para todo tipo de problemáticas mentales.
El objetivo de la Constelación Familiar es tratar, reforzar y lidiar el presente de un individuo mediante el entendimiento consciente de la historia familiar que ha vivido. Según los estudios de Hellinger, el 70% de los problemas psicológicos que nos afectan derivan de nuestra historia personal y nuestra relación familiar. Experiencias, roles, actitudes, relaciones, comunicación: todo tiene un efecto en nuestro presente. Como explica los expertos del gabinete Constelaciones-Familiares, el individuo, durante su niñez, por amor ciego adopta reacciones y soporta cargas que le dificultarán la vida de adulto. En este sentido, las Constelaciones permiten sacar a la luz esa dinámica que causa el sufrimiento y pueden llegar a corregirlas en el mismo momento.
Las Constelaciones Familiares se caracterizan por ser terapias de extrema rapidez. En el lapso de tiempo que dura una Constelación, aproximadamente una hora, se desvela el problema de fondo que causa el malestar expresado por el paciente que constela. Este proceso, además de sacar a la luz la raíz del problema, también aborda dicha causa. De este modo, el paciente consigue en primer lugar una plena comprensión del por qué de la realidad de su presente e incluso, en segundo lugar, puede encontrar soluciones. Por esta razón, se considera que las Constelaciones Familiares tienen una directa repercusión en tan solo una sesión en detrimento de los procesos terapéuticos convencionales que pueden durar años.
Jugando a actuar
¿Cómo se desarrolla una Constelación? Generalmente se realizan sesiones grupales de no más de catorce personas con una duración de entre tres y cinco horas, que suelen dar tiempo para practicar tres o cuatro Constelaciones. Dependiendo del especialista o centro terapéutico que practica las Constelaciones Familiares, las sesiones pueden ser únicas o bien pueden englobarse en un número determinado de terapias. Esta última opción es la más contemplada, en tanto que si se trabaja con un grupo amplio, a más horas de terapia, más opción de trabajo para todos los participantes.
No obstante, Constelar no es una condición sine qua non cuando una persona participa en estos talleres. Ya sea por falta de tiempo, por disposición personal o por estado evolutivo de cada individuo, no todos los participantes llegan a constelar pero sí llegan a participar activamente. ¿Por qué?
Una Constelación es un juego donde se ejemplifican las relaciones, vínculos y roles en el seno de un contexto concreto. El paciente que Constela expone en primer lugar su situación, su problema, que el especialista va desentrañando mediante una entrevista. El resto del grupo atiende a la explicación ya que éste será el encargado de representar la experiencia o situación que el constelador explica. A continuación, el paciente que constela elige de entre los miembros del grupo de terapia los distintos representantes que ejercerán el rol que se les encargue. El padre, la madre, la pareja, el hermano, los hijos. Pueden haber tantos representantes como roles quiere plasmar el paciente en su Constelación. Y una vez los representantes han sido escogidos y colocados según las directrices del paciente, tan solo queda observar. Empieza la Constelación.
Este punto es el que mayor controversia genera en la opinión pública. La Constelación se desarrolla partiendo de flujos energéticos que sienten y comparten los representantes. Las sinergias y discordancias que se generan entre los representantes ponen en manifiesto las relaciones de los personajes reales. Así, el alcance del trabajo no se limita a la persona que ha hecho su Constelación, sino también a su sistema familiar, ya que cuando un elemento del sistema se mueve, todos se recolocan a su vez, encontrando un mejor equilibrio. Asimismo, el trabajo de una persona en su Constelación también afecta al resto de participantes del Taller, ya que muchísimas problemáticas son comunes, en menor o mayor grado, a las del resto de participantes.
Espacio de meditación
Tras vivir una Constelación, ya sea como paciente que constela, como representante o como observador, es necesario respetar el espacio tanto propio como ajeno. “Las Constelaciones actúan cuando uno las deja exactamente de la manera que las vio”, apunta Hellinger. Y ese es el punto: después de constelar se debe digerir el proceso experimentado. Se debe sentir el dolor, si lo hay, y no evitarlo así como tampoco se debe interferir en la situación que presentan otros miembros del grupo. La Constelación hace mella en todos los participantes de un modo u otro.
En especial, la persona que ha constelado no debe actuar de inmediato tras su trabajo ya que debe dejar que la imagen que tiene de su Constelación debe descansar en su alma. Ese tiempo es relativo en cada individuo pero lo indudable es que en algún momento el individuo reunirá la fuerza necesaria para hacer frente a lo observado, a esa realidad familiar y relacional de la que ha tomado consciencia.
En Siquia os animanos a participar en los talleres de Constelaciones Familiares, que podréis encontrar en nuestros talleres disponibles o bien buscando un especialista de nuestro directorio de psicólogos.