Cosas a tener en cuenta para una relación sana con nuestros hijos

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En el maravilloso viaje de la crianza, establecer una relación sana con nuestros hijos es uno de los pilares fundamentales para un desarrollo emocional y psicológico equilibrado en su vida. La construcción de un vínculo afectivo, basado en el amor incondicional, el respeto mutuo y la comunicación abierta, nos permite crear un espacio de confianza y comprensión emocional.

¿Qué es una relación sana con los hijos?

Una relación sana con los hijos se fundamenta en el amor incondicional, el respeto mutuo y la comprensión emocional. Implica establecer un vínculo fuerte y afectuoso que permita a los niños sentirse seguros y apoyados en su entorno familiar. Algunos pilares clave de una relación sana incluyen:

  • Comunicación abierta y honesta. Fomentar un ambiente en el que los hijos se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos y sentimientos, sabiendo que serán escuchados sin juicios.
  • Empatía y comprensión. Demostrar comprensión y empatía hacia las emociones y experiencias de los niños, validando sus sentimientos y preocupaciones.
  • Establecer límites claros y consistentes. Establecer límites y reglas adecuadas a la edad, y ser coherentes en su aplicación para brindar seguridad y estructura.
  • Tiempo de calidad juntos. Dedicar tiempo de calidad a actividades compartidas que fomenten el vínculo afectivo y la complicidad.
  • Apoyo en el crecimiento y desarrollo. Brindar apoyo y estímulo en el proceso de aprendizaje y desarrollo de habilidades de los niños.

Consejos para relacionarnos con nuestros hijos

  • Escucha activa. Presta atención a lo que tus hijos tienen que decir. Escuchar activamente implica mantener contacto visual, mostrar interés genuino y evitar interrupciones para permitirles expresarse libremente.
  • Comunicación asertiva. Expresa tus pensamientos y sentimientos de manera clara y respetuosa. Utilice un tono de voz calmado y evite recriminaciones o críticas negativas.
  • Fomenta la autonomía. Alienta a tus hijos a tomar decisiones apropiadas para su edad ya asumir responsabilidades. La autonomía fomenta la confianza en sí mismos y su capacidad para enfrentar desafíos.
  • Demuestra afecto. Expresa tu amor y cariño de manera verbal y física. Los abrazos, besos y palabras de aliento son fundamentales para fortalecer los lazos emocionales.
  • Establece rutinas significativas. Las rutinas brindan estabilidad y previsibilidad, lo que da a los niños una sensación de seguridad y orden en su día a día.
  • Resuelve conflictos de manera constructiva. Los desacuerdos son normales en cualquier relación. Enseña a tus hijos a resolver conflictos de manera pacífica ya aprender de las situaciones difíciles.
  • Elogia sus esfuerzos. Reconoce y valora los logros y esfuerzos de tus hijos, independientemente de su magnitud. Esto refuerza su autoestima y motivación para seguir aprendiendo y creciendo.
  • Evita comparaciones. Cada niño es único y tiene su propio ritmo de desarrollo. Evita comparar a tus hijos con otros, ya que esto puede generar sentimientos de inseguridad y desvalorización.

¿Qué debemos tener en cuenta?

  • Para empezar, debemos darnos cuenta de que hagamos lo que hagamos no podemos evitar dañar a nuestros hijos por la sencilla razón de que no siempre podremos estar disponibles para ellos. La supervivencia de un niño se basa en que haya un adulto disponible para atender sus necesidades básicas, incluido el afecto.
  • Si nos damos cuenta de que estamos haciendo daño a través de mandatos familiares que estamos reproduciendo, exigencias… podemos hacernos cargo y reparar el daño haciendo terapia. El mejor regalo que le podemos hacer a nuestros niños y niñas es estar en paz con nosotros mismos.
  • La educación de los hijos e hijas no es tarea sencilla, pero eso no quiere decir que sea de forma obligada una vivencia angustiosa. Y si lo es, debemos revisar nuestras expectativas sobre nuestros hijos y nuestras exigencias como padres.
  • Intuyo que una clave, es liberarse de las expectativas que tenemos con respecto a nuestros hijos. Ellos no serán lo que nosotros fuimos. Tampoco serán lo que nosotros somos. Ellos son personas independientes, un individuo nuevo que tiene que crecer y desarrollarse como persona. Debemos aprender a sostener la incertidumbre, ellos tendrán que elegir lo que quieren hacer con sus vidas a medida que vayan creciendo.
  • Para ello la observación juega a nuestro favor si lo hacemos libres de juicio. Podemos observar qué es lo que hace felices a nuestros hijos e hijas y potenciar esa actitud o habilidad, aunque eso no esté dentro de lo que nosotros esperábamos de ellos.
  • En relación a las emociones, cuando somos adultos hemos aprendido a contenerlas. Volver a expresarlas es la piedra angular de la terapia para sanarnos. Sería más adecuado enseñar a nuestros hijos a sostener las emociones y expresarlas de la manera adecuada, sin dañarse ni dañar al otro. Sin juzgarlas, pues todas las emociones son necesarias, según el momento en el que vivamos.
  • La retirada de afecto destroza el corazón de nuestros niños. El amor incondicional y la compasión hacia nuestros hijos e hijas son actitudes que harán que tengamos una relación sana con ellos. Nuestros hijos nos observan y ven de qué manera pueden obtener nuestro amor; los conflictos deben resolverse sin chantajes, puesto que el amor hacia ellos es incondicional. La compasión es entender y acompañar a nuestros hijos en su desarrollo; también hacia nosotros, como padres, mirar qué necesitamos en cada momento y atenderlo.

Como padres y madres nos ayuda tener una actitud de no exigencia, no estoy hablando de no tener disciplina, normas y límites, sino de no transmitirles un lema vital que no les corresponde o un mensaje existencial impuesto. Una generación tras otra coge el testigo de este mensaje, si eso nos hace infelices, es el momento de tomar conciencia de lo que nos ocurre, sanarnos y liberar a la  siguiente generación.

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Fomentar una relación sana con vuestros hijos tiene múltiples beneficios para ambas partes. Por ello, acudir a un psicólogo especializado en terapia infantil será imprescindible para una buena relación basada en la confianza, amor y respeto.

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Beneficios de una relación sana con los hijos

  • Confianza y seguridad emocional. Una relación sana proporciona a los niños un sentido de seguridad emocional, lo que les permite explorar el mundo con confianza y enfrentar desafíos de manera más resiliente.
  • Mejor rendimiento académico. Los niños que se sintieron apoyados y valorados por sus padres tienden a mostrar un mayor compromiso con sus estudios y un mejor rendimiento académico.
  • Habilidades sociales y empatía. Una relación afectuosa en el hogar contribuye al desarrollo de habilidades sociales, empatía y comprensión hacia los demás.
  • Bienestar emocional. Los niños que mantienen una relación positiva con sus padres tienen menos probabilidad de desarrollar problemas de salud mental y emocional en el futuro.
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  • Autoestima y autoconfianza. Una conexión sólida con los padres nutre la autoestima y la autoconfianza de los niños, permitiéndoles enfrentar los desafíos de la vida con una actitud positiva.
  • Reducción del comportamiento problemático. Una relación cálida y amorosa con los padres está asociada con una disminución de conductas problemáticas y conflictos en la familia.
  • Mejor comunicación en la adolescencia. Mantener una relación cercana durante la infancia sentará las bases para una comunicación abierta y saludable durante la adolescencia, época en la que la comunicación con los padres puede volverse más desafiante.

En cada paso del camino, recordemos que la relación con nuestros hijos es un compromiso constante, un lazo que se fortalece con cada acto de amor y cada gesto de apoyo. Al nutrir esta conexión, no solo brindamos a nuestros hijos el regalo de una infancia feliz, sino que también forjamos la base para un futuro donde el amor y la empatía prevalezcan, transformando así nuestra sociedad en un lugar más cálido y compasivo.

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