Cuatro consejos para reducir la ansiedad

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Siquia
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Tal y como explicábamos en este artículo, la ansiedad es una activación física y mental que tiene lugar en el cuerpo ante el temor de vivir una situación que se interpreta como amenazante. Es decir, la ansiedad se proyecta en el futuro, la ansiedad la provoca el miedo a que pase aquello que temo, es el miedo al miedo.

La sensación de tensión en las personas que sufren de ansiedad es continua, sienten que no se pueden relajar y eso les provoca un gran malestar.

Hablamos en este otro artículo sobre los tratamientos para el Trastorno de Ansiedad Generalizada, pero sin llegar al punto de sufrir un trastorno, hay ciertas cosas que podemos hacer en nuestra vida diaria que nos pueden ayudar a rebajar nuestros niveles de ansiedad y, por lo tanto, a relajarnos más y disfrutar de la vida.

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¡Muévete!

Está claro que el ejercicio físico nos mantiene en forma, evita que nos oxidemos y nos permite desconectar. Pero además, la tonificación que podemos conseguir con sólo media hora al día de ejercicio físico moderado, nos ayudará a mantener nuestros músculos más relajados a la vez que nos otorgará un mayor control sobre ellos.

Por supuesto, un ejercicio físico moderado y constante nos ayudará a dormir mejor, mejorando nuestro estado de ansiedad, ya que un cerebro que descansa es un cerebro sano y despierto.

El ejercicio físico, además, permite desconectar y evitar las rumiaciones o pensamientos repetitivos tan característicos de la ansiedad.

¿Qué puedo hacer?

  • Camina media hora al día. Sal de casa y da una vuelta por tu barrio, sin parar en las tiendas, intentando que el ritmo sea constante.
  • Haz ejercicios en casa. Puedes encontrar por internet numerosos vídeos y consejos para hacer en casa tu propio centro de salud física sin gastar mucho dinero.
  • Sube y baja las escaleras. Olvídate del ascensor, aprovecha el rato que subes y bajas escaleras para concentrarte en tu cuerpo y tu respiración.
  • Sé creativo. Hay mil maneras diferentes de moverte y de hacer actividad física, que no sean mil las excusas que te pones.

¡Mímate! Buenos hábitos

Es importante que tu cuerpo y tu mente sean tu templo de placer, disfrute y goce. Nos solemos olvidar con cierta facilidad de que nuestro cuerpo es todo lo que tenemos con nosotros mismos y que nos hace diferentes a los demás y, a la vez, que nos permite interactuar con ellos.

Mímate. Aprende a disfrutar de tu cuerpo y de tu mente. Instaura los buenos hábitos en tu vida, no como una forma de ganar en salud (que también) sino como una forma de mimarte y cuidarte.

Si aprendemos a tratar bien a nuestro cuerpo, estaremos aumentando nuestra autoestima y nuestro estado de salud, por lo que nos sentiremos mejor con nosotros mismos y será más fácil apartar nuestra mente de pensamientos terroríficos que nos crean ansiedad.

¿Cómo lo hago?

  • Cuida tu alimentación. Come de todo, de lo que te gusta y de lo que no te gusta, de lo que engorda y de lo que no engorda tanto, de lo que es sano y de lo que no es tan sano. «Un poco de todo y un mucho de nada» debería ser tu máxima. Descubre qué es lo que le sienta bien a tu cuerpo y no te dejes llevar por la comida. Tu eres el que controla qué entra en tu cuerpo y qué no.
  • Dale importancia a la hora de dormir. Descansar bien es imprescindible para mantener nuestro estado de salud físico y mental. Lleva a cabo una rutina que te permita llegar a la cama con el chip puesto en descansar y, sobretodo, deja los problemas y las preocupaciones fuera de la habitación. No aproveches el momento antes de dormirte para programar qué tienes que hacer mañana.
  • Diviértete con tus amigos. Cuidarnos también implica cuidar nuestra esfera social. La ansiedad, muchas veces, nos impulsa a encerrarnos en casa porque tenemos que hacer tal cosa o porque, directamente, no nos sentimos con fuerzas para salir de casa. Nada de eso. Llama a un amigo o amiga y sal a tomar un café. Hablad de todo y de nada, reíd. Ir al cine, salir a tomar unas copas, ir a bailar a la discoteca, a hacer una excursión por la montaña, etc. Todo eso te va a ayudar a rebajar tus niveles de ansiedad ya que te sentirás más acompañado y más en paz con el mundo.
  • No te olvides del sexo. Tanto si tienes pareja como si no la tienes, tu cuerpo es tuyo y tienes el derecho a disfrutarlo. El sexo tiene beneficios corporales y mentales de sobra comprobados. Disfruta de tu cuerpo, explora, juega, dale mimos, descúbrelo, aprende de ti mismo. Sentirnos bien con nuestro cuerpo implica darle placer en todos los sentidos.

¡Piensa en positivo!

El pensamiento, lo que nos decimos a lo largo del día, es muy importante. Si yo todo el día me estoy recordando a mi misma lo mal que hago las cosas, lo mal que me queda el pelo, lo fea que me veo en el espejo, lo mal que queda la celulitis en mis piernas, y mil cosas más de este tipo, lo que estoy haciendo es convencerme de ello, precisamente.

Pensar en positivo es una cuestión de entrenamiento. Por alguna razón nos es mucho más sencillo pensar en negativo sobre nosotros mismos, somos nuestros peores críticos, así que el esfuerzo para cambiar esto va a ser muy importante, pero vale la pena.

Cuando pensamos en positivo, automáticamente, nuestro cerebro empieza a percibir el mundo en positivo, lo que quiere decir que las situaciones ya no nos dan tanto miedo, no nos preocupa tanto el qué dirán o el qué haré pasado mañana. Si pensamos en positivo nos vemos capaces de llevar adelante cualquier cosa que nos propongamos.

¿Cómo puedo aprender a pensar en positivo?

  • Deja de insultarte. Sí, lo haces. Todos lo hacemos en mayor o menor medida. ¿Qué te dices a ti mismo cuando se te cae algo al suelo? «¡Seré inútil!». Bien, eso, aunque te lo dices casi sin pensar y de una forma  racional sabes que no es así, va calando hondo en tu cerebro y al final acabas por aceptarlo como cierto. Así que deja de insultarte, es un trabajo complicado, pero tu ansiedad lo agradecerá.
  • No intentes ser perfecto. Nadie lo es, ¿por qué deberías serlo tu? Relájate, hay cosas que no se te dan tan bien como otras, y no pasa nada. Concéntrate en aquellas que se te dan mejor y, si crees que puedes hacerlas mejor, inténtalo, pero no te obsesiones con ello.
  • Date mensajes positivos. Como esta niña en este vídeo. ¿No sería fantástico empezar así todas las mañanas?

¡Frena!

Es importante planificar el tiempo, sí. Compaginar el trabajo, la familia, los amigos, cuidarte a ti mismo, cuidar tu casa, etc. es una tarea titánica que exige una gran planificación.

Pero debemos tener claro que no somos súper héroes. Planificarte una semana intensa sin tiempo prácticamente para respirar, no es una buena ayuda a tu ansiedad, sólo conseguirás que tu cuerpo y tu mente estén más en tensión y no puedas llegar a todo lo que te habías propuesto, generando una sensación de ansiedad que se irá alimentando cada vez más.

¿Cómo lo hago?

  • Haz una planificación coherente de tu tiempo, dejando siempre por lo menos media hora de margen entre una actividad y la siguiente. De esta manera, si te alargas un poco en una seguirá habiendo tiempo para llevar a cabo la siguiente.
  • No pretendas hacerlo todo de golpe. Las cosas se deben hacer poco a poco, ir construyendo piedra a piedra.
  • Reserva tiempo para ti. No organices un calendario sólo con tus obligaciones. Deja un espacio de tiempo para cuidarte, para mimarte o, simplemente, para descansar mientras ves la televisión o lees un libro. Hacer estas pausas te servirá para ser más eficiente en las tareas siguientes y, por lo tanto, agobiarte menos.

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