la manadaCuando ser libre cuesta tanto, y sentirte libre resulta imposible

Cuando ser culpable sale barato y sentir que no es “para tanto” resulta fácil.

Cuando se te pide inocencia y pulcritud demostrable como condición “sine quanon” para poder manifestar que te hicieron algo.

Cuando ser heroico es la única manera de que te admitan que no quisiste.

Cuando mostrar que estas destrozado es la manera de acreditarte como posible víctima.

Cuando retomar la vida, te posiciona como “no tan inocente” (CULPABLE) y quita responsabilidad a quien actuó contra ti.

Cuando se te valora por lo que parezcan las consecuencias, y no por lo que se te hizo,independientemente del resultado, en lugar exigir responsabilidad por los actos, como culpar al conductor temerario aunque tengamos la suerte de que su conducta no produjese daños irreparables.

Cuando la resiliencia no está permitida, cuando el trabajo del psicólogo no puede funcionar, porque perjudica a la persona agredida si mejora.

Cuando caemos en el absurdo de considerar que quien sonríe no sufre o que nuestra forma de vestir, nuestro cuerpo, o cualquier otra circunstancia que provoque a alguien deseos de hablarnos, tocarnos o violarnos, le legitima para hacerlo. Un hecho que coloca como responsable al estímulo y no al ejecutor. Como si por el hecho de tener ventana en tu salón, diese derecho a alguien que desee tu televisor a  entrar a por él, o incluso que la sociedad exima al ladrón de robar tu propiedad porque tú provocas a los delincuentes comprando televisores con pantalla grande.

Cuando todo esto sucede, cuando todo esto en pequeñas, medianas y grandes dosis forma parte del día a día, seguimos ampliando la brecha entre la desigualdad, y vulnerando nuestro derecho a ser libres y a sentirnos libres, poniendo cadenas de miedo, de vergüenza, de culpa, de machismo… sobre nuestras alas.

Si realmente queremos cambiar esto, si realmente queremos una sociedad mejor, igualitaria y sin privilegios por sexos, cuestiona cómo te influye el machismo a ti y cómo lo alimentas o lo transmites tú. No preguntes por qué se hizo algo, porque eso ya abre la puerta a una justificación y simplemente di, «no es admisible«.

Si realmente quieres cambiar esto, alégrate de que la psicología sea una ciencia que funciona, que avanza y que ayuda a los demás a gestionar sus emociones, a retomar la vida y a responsabilizarse de construir desde lo que ya ha sucedido una vida que merezca la pena y no contribuyas a alargar o cronificar el sufrimiento con juicios innecesarios.