Tan sólo hace unos días, Victoria – la mamá del pequeño Arnau, de 12 años, diagnosticado de depresión infantil – me decía, durante una sesión de counselling, que “deberíamos hacer algo para dar visibilidad a la depresión infantil, ni siquiera sabía que podía darse en niños” A lo cual le respondí que si lo había comentado con su entorno. Ante mi sorpresa, Victoria contesta “¡no, no lo iban a entender! Y si lo hacían, ¡qué dirían de mi marido y de mi!”. “Pues ahí tienes por dónde empezar, Victoria», le respondí.
Es habitual que los padres acudan al psicólogo para sus hijos como último recurso porque previamente han invertido una gran cantidad de esfuerzo y tiempo para intentar mejorar todas aquellas circunstancias que creen que está produciendo el problema.
Cuándo los padres deben tomar la decisión de llevar a su hijo al psicólogo
Los principales motivos por los cuales los padres van a tomar esta decisión son:
- Riesgo real para la salud física y/o emocional de su hijo.
- Ha existido una reunión con el tutor y el psicopedagogo escolar y se requiere una derivación a un psicólogo sanitario o clínico.
- La familia observa cambios en su estado de ánimo y en el humor.
- Miedos persistentes, irracionales, que producen una limitación significativa de sus funciones en alguno de sus contextos vitales.
- Posible bullying o ciberbullying.
- Si sufre una situación de estrés debido a una mudanza, enfermedad o muerte de un familiar, cambio de colegio, nacimiento de un hermano…
- Problemas de relación con sus iguales.
- Cambios de su conducta, patrón de sueño o alimentación y control de esfínteres.
- Disminución de su rendimiento escolar.
No obstante, se recomienda consultar al pediatra o médico de familia y solicitar una entrevista con el psicólogo para que los oriente en la decisión.
Una vez tomada la decisión ¿se lo digo a mi hijo?
¡Claro que sí! Y por diversos motivos:
- Hemos de predicar con el ejemplo y, por tanto, no es adecuado mentir al niño.
- Si tu hijo no sabe dónde va o para qué va, será más complicado que contemos con su colaboración.
- Tenemos que explicar la visita al psicólogo de una forma abierta. De lo contrario, los niños o adolescentes lo pueden interpretar como vergonzoso. Debemos tener claro que ir al psicólogo no debe ser estigmatizante, en absoluto, pero debe ser aceptado y asumido por los propios padres.
Lo que los padres no deben decir a sus hijos una vez iniciada la terapia
Cuando llegamos al punto de comenzar terapia, ya ha pasado bastante tiempo desde el inicio de los síntomas. Muchos padres pueden sentirse, además de preocupados, asustados, enfadados e indefensos. En esta situación de estrés, son ellos los que dicen a los niños cosas acerca de la terapia o de los psicólogos que, no solo no benefician, sino que perjudican el transcurso de las sesiones. Pero ¿quieren los padres boicotear la terapia de sus propios hijos? ¡Por supuesto que no! Eso es totalmente absurdo por desconocimiento o por aquello de “me han dicho los padres de X que, una vez, llevaron a Y a un psicólogo y pasó Z”. En cualquier caso, por el etiquetaje y la estigmatización se incurren en frases tan poco necesarias como estas:
- “Necesitas ayuda y eso es lo que hará el psicólogo”. ¡Cuidado! De esta manera, ponemos el foco en el propio niño. Es como decirle “tú tienes la culpa de estar enfermo”. ¿Suena raro? ¿a que no se lo dirías a tu hijo?
- “Tienes un problema muy grande y papá y mamá ya no te pueden ayudar”. El foco también se pone en el niño. Pero esta vez, le añadimos gravedad. Las consecuencias pueden ser peligrosas. La imaginación de los niños es desbordante.
- “Vamos a ir a terapia porque papá/mamá nos ha dejado para siempre”. El foco ya no es el niño, somos “nosotros”. En cualquier caso, se establece una alianza tácita entre los miembros del “nosotros” para ir contra los “ellos”. Nuevamente, una situación perjudicial. Por mucho que se divorcien, ambos serán padres de sus hijos durante toda la vida.
- “Debes ir a terapia porque ya no sé cómo tratarte”. Nuevamente, el foco esta en el niño, al cual se le genera un sentimiento de culpa que le produce un bloqueo de sus emociones. Cuando un niño se comporta mal, muy posiblemente, hay factores en su contexto familiar, escolar o social que están actuando de desencadenantes.
- “Que sepas que todo esto que haces se lo voy a explicar al psicólogo”. La alianza terapéutica entre un psicólogo y algunos niños es difícil de formar. Por tanto, frases como estas son explosivas cuando la alianza terapéutica ya esta bien constituida. El niño puede sentir desconfianza hacia el profesional y, posiblemente, se sentirá menos seguro porque creerá que todo aquello que ocurra en sus contextos familiar o escolar, rápidamente lo sabe el psicólogo. Tendrá sus razones para pensar, erróneamente, que lo contrario también puede suceder.
- “Explícale al psicólogo que has hecho hoy en clase”. Otra frase con la que deberíamos ir con cuidado si la pronunciamos delante del niño por las mismas razones anteriores. El niño puede llegar a pensar que padres y psicólogo comparten información que él da de una forma íntima y, por tanto, no tiene ningún tipo de control. El principal problema es que la terapia puede ser vista como un castigo y es lo que debemos evitar a toda costa.
¿Comento que llevo a mi hijo a un psicólogo?
Depende de la decisión de los padres en función de su propio entorno y los valores que quieren transmitir a sus hijos. Sería importante empezar a desestigmatizar todo aquello relacionado con acudir a terapia psicológica. Si te rompes una pierna, ¿qué haces? ¿te escondes en casa para que no te vean o haces ver que no existe la escayola? Lo mismo ocurre con el hecho de esconder, incluso a los abuelos, que su nieto va al psicólogo. ¿Acaso no saben cuándo va al dentista, al oculista o al pediatra?
Si te animas a comentarlo, espera recibir comentarios como los siguientes:
- “Tu hijo lo que debe hacer es buscarse unos amigos, jugar, reír y hablar con ellos. Te va a salir mucho más barato que un psicólogo”
Vayamos por partes. Que un niño juegue, ría, salte y hable con otros niños es muy beneficioso para su salud mental. Pero, y ¿si su problema es su incapacidad para hacer amigos? Le deberíamos ayudar dándole habilidades sociales y comunicativas que niños de su edad, por mucho que se empeñen, no le van a poder enseñar puesto que no poseen los conocimientos académicos y prácticos suficientes. - “Si tu hijo tiene un problema real, no sé porque no le llevas al psiquiatra. Todos sabemos que la ciencia no avala a la psicología”
Un psicólogo es aquel profesional que ayuda a modificar nuestra forma de comportarnos, tanto si queremos mejorar nuestra manera de afrontar las cosas como si buscamos eliminar algún problema. Y lo hace en base a los mecanismos humanos de aprendizaje, del funcionamiento fisiológico del ser humano y de los diferentes estudios contrastados que han observado a la persona y desarrollado técnicas específicas para cada variable a modificar. La psicología actual es científica. Dos de los errores habituales son: confundir los roles de psicólogo y psiquiatra y medicalizar de forma excesiva a los niños por lo que ocasionan problemas de la vida. - “¿El psicólogo tendrá unos años, no?» Si has buscado un psicólogo joven para tu hijo, éste será el aspecto más criticado de su elección. Todos hemos pasado por la edad en que nos han preguntado “¿pero ya tienes suficiente edad para saber algo de esto?” “¡Cierto! Todavía no me he acabado de leer la Wikipedia – ni creo que lo haga- pero algo hacemos durante los años de grado y postgrado –que son unos cuántos-. Existe la atribución errónea de llamar “consejo” a lo que los psicólogos llamamos pautas terapéuticas y que están basadas en nuestros conocimientos y se dan tras la evaluación psicológica del niño.
Dicho con un ejemplo, si quiero comprarme un coche sin tener ni idea de coches, acudiré a un concesionario. A menos que alguien crea que un psicólogo es una especie de “mago”, lo siento, se ha equivocado. Si quieres llevar a tu hijo a un psicólogo, una de tus primeras preguntas será “¿tienes hijos?”. El psicólogo intentará esquivar la pregunta tanto si los tiene como si no, lo cual hace que esa persona se vuelva todavía más interesada en hallar la respuesta. Finalmente, si se trata de un psicólogo joven, cederá, y el padre lo vetará automáticamente. “Cómo va a curar a mi hijo, ¡si no tiene hijos!”. Como si tener hijos le diera la inmunidad de saber curar a niños a ese o cualquier otro psicólogo.
Son solo ejemplos. Es tu decisión. Pero, dependiendo del problema que tenga tu hijo, crecerá con él. De tu decisión depende si en un futuro tu hijo lo tiene más fácil o más difícil. ¿Te ayudamos? Pide cita.