Del complejo a la enfermedad

Si resulta difícil detectar y admitir que una persona cercana a nosotros o algún familiar está sufriendo un trastorno de la alimentación como anorexia o bulimia nerviosa, más difícil aún resulta averiguar cuándo y cómo empezó el problema. El desarrollo de un trastorno alimentario, como la mayoría de patologías psicológicas, no es algo que empiece un día y a una hora determinada, es, más bien, el resultado  de un cúmulo de situaciones y características personales que desembocan en un pozo tan oscuro como lo es padecer algún trastorno en la alimentación.

La adolescencia: una etapa delicada

Aunque la adolescencia es una etapa crítica en el desarrollo de la persona por todos los cambios que se producen a nivel físico, emocional y social, en el desarrollo de un trastorno alimentario influye la educación previa recibida (nutricional, de valores, académica, etc) y las vivencias sociales y personales que ha vivido el adolescente. Pero es en esta etapa cuando el desarrollo de un trastorno alimentario es más posible, sobre todo en mujeres, aunque los últimos años, los casos de trastornos alimentarios en hombres están aumentando considerablemente. No obstante, de cada diez mujeres que padecen algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria, solo lo padece un hombre. (1:10)

En la mayoría de casos de anorexia o bulimia nerviosa, vigorexia o cualquier otro trastorno alimentario, suele haber una historia trágica que normalmente surge de una autopercepción de la imagen corporal distorsionada: la persona encuentra que su físico no es lo suficientemente delgado, no está lo suficientemente en forma o que necesita cambiar su alimentación para que sea mucho más saludable.

Y es que el adolescente lo que busca es ser aceptado, sentir que es valorado/a por su grupo y por la sociedad, y en muchos casos buscan la aceptación a través del físico.

¿Por qué buscan la aceptación a través del físico?

Un trastorno alimentario se produce por diversas causas: influencia genética de casos de trastornos alimentarios en la familia, antecedentes de obesidad, escaso control alimentario, la práctica de ciertos deportes como ballet clásico o gimnasia artística, acoso por parte de amigos o compañeros… y al final todos estos factores acaban generando una sensación de insatisfacción corporal y de autoexigencia con respecto a la propia figura que llevan a la persona a plantearse ‘’que deben hacer algo’’ con su cuerpo, creyendo que así van a sentirse mejor con ellos mismos y más aceptados.

Atención a los signos

Cuando el adolescente (o adulto) acumula mucha carga emocional negativa respecto a su autoestima y figura personal, empieza a gestarse el trastorno alimentario.

Una persona es muy probable que desarrolle o incluso que ya posea un trastorno alimentario si presenta uno o varios de estos síntomas:

  • Preocupación excesiva por todo lo que come (incluyendo tipo de alimentos, cantidad, número de calorías, forma de cocinar y de comer, etc)
  • Preocupación excesiva e incluso obsesiva por la figura corporal.
  • Continuamente se queja de lo ‘’gordo/a que está ‘’ o de su ‘’baja forma’’.
  • Se pesa con frecuencia.
  • El peso ha sufrido un descenso drástico y aún así la persona se sigue viendo gordo/a
  • Realiza deporte y ejercicio de forma excesiva y compulsiva.
  • Comienza a usar diuréticos o laxantes, cuando antes jamás los había utilizado.
  • Comienza a mostrarse irritante y presenta cambios de humor.
  • Se muestra más retraído o retraída y sin ganas de hacer nada.

Estos son los síntomas que con mayor frecuencia aparecen en el desarrollo de un trastorno de la alimentación, aunque existen otros, también muy importantes y de gran riesgo para la salud como amenorrea (falta de menstruación en las mujeres), disminución del apetito sexual, alteraciones hormonales, hirsutismo (aparición de vello en zonas donde antes no las había, propio de las mujeres), hipo e hipertiroidismo, diabetes, hipotensión arterial, sequedad de piel y uñas o pérdida de cabello; si bien, he de destacar que estas alteraciones, que principalmente son de carácter orgánico y hormonal, se presentan una vez que el trastorno alimentario está muy avanzado.

Mi consejo como psicóloga especializada en trastornos alimentarios

Si detectamos que un familiar o alguien cercano a nosotros puede estar desarrollando un trastorno alimentario es asumir que algo está pasando en el núcleo familiar y social y cambiarlo, reorganizar hábitos de alimentación (como horarios de comidas, cantidades, tipos de alimentos),  tratar de mejorar la comunicación familiar desde el apoyo y la comprensión, nunca desde el enfado y las reprimendas, ofreciendo opiniones sin presionar, no forzar a la persona, invitar al enfermo a que realice otras actividades distintas que no tengan nada que ver con la comida, las dietas o el deporte, hablar con las personas de su entorno y por supuesto, comentarle a la persona con trastorno alimentario que debe acudir al médico y solicitar ayuda profesional.

 

Sobre la autora del artículo

Mari Carmen Nevado, psicóloga colegiada núm AO 07757, están especializada en trastornos de la conducta alimentaria  así como en trastornos de ansiedad y del estado de ánimo. Durante su carrera como psicóloga clínica ha tratado, sobretodo, a pacientes con trastornos derivados de la obesidad o el sobrepeso. Aplicando una terapia cognitivo-conductual, ofrece tratamiento psicológico también a todo aquél que lo necesite y sienta que tiene un problema en una área determinada de su vida.

Del complejo a la enfermedad: cómo detectar si alguien cercano sufre algún trastorno alimentario