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La dependencia emocional es uno de los motivos de consulta en terapia psicológica de pareja que más ha aumentado en los últimos años, como ya avanzábamos en este artículo que nos ayudaba a superarla, pero las personas que la padecen no son conscientes de ello, y a menudo llegan a consulta por un malestar con ellos mismos, o un cuadro de ansiedad, o un bajo estado de ánimo. En muchas ocasiones ni siquiera refieren que la pareja tenga algo que ver en su estado emocional, y dan por hecho que el problema es algo que tiene que ver solo con ellos mismos.

Será trabajo del terapeuta ir desgranando ese estado de ánimo, ese malestar, e ir averiguando poco a poco a qué es debido, y habrá algunas preguntas que deberán hacerse en todo momento en consulta, para poder determinar si realmente estamos ante un proceso de dependencia emocional o, en efecto, es algo que tiene que ver con el individuo y no con la pareja.

¿Soy dependiente emocional?

La dependencia emocional no es un rasgo de personalidad. Es decir, no es algo que tengamos inscrito en nuestro ADN de una forma imborrable como el color de los ojos, es algo que sucede, de una forma circunstancial y favorecido por elementos de nuestro entorno.

Para que nos entendamos, una persona que está en una relación de dependencia emocional con otra, puede ser que anteriormente haya tenido relaciones sin dependencia emocional, y por supuesto, es posible que las vuelva a tener de nuevo, incluso con la pareja actual. Pero para ello hay que hacer un gran trabajo de autoconocimiento y de comprensión de los motivos y las razones que han facilitado esa dependencia.

En todo caso es cierto que las personas que han tenido una relación de dependencia emocional y no la han solucionado, es muy posible que vuelvan a caer en una relación similar en la que también se genere esta situación. Esto es debido al aprendizaje.

Las primeras relaciones marcan, en gran medida, cómo van a ser las relaciones futuras. Eso no quiere decir que esté todo escrito, por supuesto, pero sí significa que en cierta manera aprendo a relacionarme de una determinada forma y cambiar esta especie de rutina de relaciones será complicado a no ser que haga un gran esfuerzo por mi parte.

Este esfuerzo lo consiguen muchas personas por sí mismas, no es necesario que acudan a consulta. Son aquellas personas que una vez finaliza una relación, miran atrás y hacen una valoración de lo que han aprendido, de aquello que les ha gustado y lo que no. Y con esa información se prometen a sí mismas que en la siguiente relación van a luchar para que no se repitan determinadas situaciones. No siempre funciona, porque, como dice el refrán «el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra», pero sí que puede ayudar a estas personas a crecer a nivel personal y relacional.

En resumen, una persona no «es» dependiente emocional, una persona «tiene una relación» de dependencia emocional. Y este matiz es importante, porque ayuda a la persona a no encasillarse en una etiqueta.

¿Qué define la dependencia emocional?

La dependencia emocional se define básicamente con una palabra: necesidad. De hecho en el último libro de Walter Riso, gran especialista en la psicología del amor, aparece una frase que ha tenido un gran impacto mediático por todo lo que implica: «Amar sintiéndote libre: no te necesito, te prefiero».

Y es que el amor se trata de «preferir», de escoger a alguien para compartir la vida, ya sea unos años o toda la vida. Pero el amor nunca debe implicar la necesidad del otro. Cuando en una pareja uno necesita al otro, se crea un desequilibrio de poder. Si yo necesito al otro para sobrevivir porque siento que sin él no soy nada, que él define mi esencia, que no soy si no estoy con él, él se convierte en mi dueño. Le estoy dando las riendas de la relación, le estoy dando todo el poder sobre mi, porque puede hacer lo que quiera, que yo le seguiré sin mirar atrás.

Creer que no puedes vivir sin el otro es siempre un engaño de la mente, pero es una de las frases románticas más repetidas en películas, libros y canciones. Esto es un problema ya que nuestra educación emocional pasa, básicamente, por esa tríada de profesores: películas, libros y canciones. También tiene que ver, por supuesto, las relaciones que hemos vivido de pequeños en casa, la relación de nuestros padres, tíos, abuelos y amigos, que nos han marcado y nos han dado una idea de «cómo tienen que ser las relaciones». Pero ellos, a su vez, han estado educados emocionalmente de una forma muy pobre, así que nuestros referentes del «amor verdadero» acaban siendo ficciones.

Las personas que creen que no pueden vivir sin el otro tienen un gran miedo a perderlo, se vuelven obsesivas y controladoras. Necesitan saber en todo momento qué hace, dónde y con quién está su pareja, qué planes tiene para el día siguiente… El miedo al abandono es terrible y a menudo estas personas afirman que si su pareja las deja, nadie les va a querer nunca más, que no van a encontrar a nadie como él, que es «el hombre (o la mujer) perfecto».

En el momento en el que este mecanimso de pánico al abandono se activa, la persona que lo sufre pone en marcha una serie de estrategias para evitar el abandono. Estas estrategias suelen tener como hilo conductor la sumisión. La asertividad se olvida en un rincón y deja paso a la aceptación de cualquier cosa, llegando incluso a la humillación personal. Hay algunas personas que sufren dependencia emocional que aceptan que su pareja tengan amantes o incluso otras parejas.

Como señala Riso en esta entrevista en el periódico catalán Ara, «quien necesita menos al otro es el que tiene más poder en una pareja». Y es que la sumisión acaba agotando a ambas partes de la pareja. Una persona sumisa, a la larga, no es atractiva (a no ser que estemos hablando de un juego puramente sexual, eso sería otra historia), una persona sumisa acaba siendo tratada por su pareja como una mascota, como una pieza de decoración, como un objeto.

¿Qué puedo hacer si estoy en una relación de dependencia emocional?

Es posible que te hayas sentido identificada en este patrón de relación de dependencia emocional. Es mucho más común de lo que nos pensamos, aunque también es cierto que podríamos hablar de «grados de dependencia», algunos más graves, otros menos.

Pero en todo caso, una relación basada en la dependencia emocional es una relación que debe sanearse por ambas partes. Porque a pesar de que pensemos que hemos encontrado un equilibrio, este equilibrio es falso. La dependencia emocional irá desgastando la relación, más lentamente o más rápido, pero acabará por agotarla y entonces será demasiado tarde.

«Si estás en una relación en la que sufres, en la que tus principios se tienen que negociar, en la que no puedes ser tu mismo y tienes que pedir permiso… ¡escápate y corre tan lejos como puedas!«, afirma Riso. Por supuesto, esto no implica, como dice él mismo, que debamos separarnos a la mínima, hay relaciones que se basan en la dependencia emocional que pueden reorientarse y conseguir ser duraderas, pero ambos deben estar de acuerdo en ello.

En todo caso, si te sientes atrapado/a en una relación que no te hace feliz, pero que no puedes ni quieres dejar por que crees que no vas a ser capaz de seguir adelante, una consulta con un psicólogo especializado en la materia puede ayudarte a aclarar tus sentimientos, tus emociones y tus ideas sobre el amor. No lo dudes, es tu felicidad la que está en juego.

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