La productividad es uno de los factores más analizados de un trabajador. Aparte de otras capacidades cualitativas, que también tienen su relevancia para tener un estatus de buen empleado, los superiores suelen centrar su atención en los aspectos cuantitativos. Es importante sentir que tu trabajo sirve de algo y no caer en pensamientos intrusivos como: «¿Estaré haciendo lo suficiente?» «¿Cómo me verán mis compañeros de trabajo». La sensación constante de no ofrecer tu 100% se conoce en psicología como dismorfia productiva.

¿Qué es la dismorfia productiva?
Seguramente hayas escuchado alguna vez hablar sobre el síndrome del impostor. Pues bien, tiene algunas similitudes con la dismorfia productiva. Este fenómeno psicológico consiste en la deformación de la realidad, por parte de la persona que los sufre, en cuanto a su rendimiento en el trabajo. Aunque, esta patología puede trasladarse a diversos ámbitos de la vida: pensar que no estás implicándote en tu relación sentimental o grupo de amigos.
La dismorfia productiva es un estímulo para la aparición de patologías mentales relacionadas con la ansiedad, por lo que es importante ponerle freno en cuanto aparece.
¿Cuáles son las repercusiones de la dismorfia productiva?
Este tipo de trastorno suele pasar desapercibido por las personas que lo padecen. De igual forma pasa sin llamar la atención de los compañeros de oficina o los jefes más inmediatos. La dismorfia productiva no solo pasará inadvertida para el resto de tus iguales, sino que lo verán como un intento de agradar, por parte de la persona que padece esta dificultad, a los superiores.
Un efecto secundario de este trastorno es las diferencias que se pueden establecer entre tú y el resto de los compañeros. La gente, si ve signos sobre esa dismorfia productiva, pensarás que eres la típica «pelota» dispuesta a lo que sea con tal de gustar a los jefes. Situaciones como el mobbing podrían darse ante un sentimiento de envidia del resto.
Si tienes problemas en el trabajo y están afectando a tu bienestar, no dudes en ponerte en contacto con un psicólogo online.

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Pedir citaPasos para solucionar el problema
Si te sientes identificada con lo descrito en los párrafos anteriores, tranquila. Existen soluciones para resolver el problema. Algunos expertos recomiendan utilizar una especie de diario en el cual puedas anotar todas las actividades realizadas durante tu jornada laboral. Puedes crear otra columna sobre si has recibido cumplidos o alguna felicitación por esas tareas. Teniendo visible estas laborales ejecutadas, te darás cuenta de lo necesaria que eres en tu trabajo.
Si aun así no te vale con solo realizar las labores encomendadas, sino que deben ser excelentes, tendrás que realizar un trabajo mental. No todo lo que hagas tiene que ser perfecto. Y esta presión, ocasionada por un elevado nivel de autoexigencia, es inútil en situaciones como tus primeros días en un puesto de trabajo o unas funciones que no son las habituales.
Es cierto que el apoyo proveniente de terceras personas te abrirá los ojos de que estás realizando una buena labor, pero no por ello debes dejar de lado la autovaloración y saber reconocer tus propios logros. No importa si no recibes ningún cumplido durante varias jornadas laborales, semanas o meses. Hacer las labores encomendadas ya es razón suficiente para estar satisfecha ante tu rendimiento.
O quizás esa visión de que no recibes cumplidos de nadie es errónea. La definición de dismorfia es poseer una visión alterada de la realidad, por lo que tú puedes estar recibiendo halagos que tu mente los convierte en testimonios falsos solo con el objetivo de subirte la moral. Por esta razón, no tienes que dejar llevar por las opiniones del resto de personas.
También debes replantear el concepto que tienes de productividad. La presión que ejerces sobre ti por tener una idea errónea en el subconsciente trae consecuencias al rendimiento real, como hemos podido comprobar. No tienes que ser la mejor en todo. No todo el mundo acierta a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Debes convertir la experiencia, positiva o negativa, para aprender para ese mismo empleo o futuros trabajos.
Por último, las prisas nunca son buenas compañeras. El tiempo en el que efectúas tus tareas es un elemento de presión en el trabajo y el deseo de acabar tus tareas de la manera más rápida posible acabará con la realización de fallos que pueden desembocar en un despido. Alármate sobre la duración de tareas si recibes algún aviso de tus superiores.
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