Se calcula que en España la depresión provoca una discapacidad funcional completa de 47 días al año, en promedio, y una discapacidad funcional parcial de 60 días al año. Actualmente la ansiedad y depresión son segunda causa de baja laboral, con previsiones de ser la primera en la próxima década, según la Organización Mundial de la Salud.
Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las tasas de discapacidad asociadas con la depresión son mayores que las producidas por otras enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, artritis y el dolor de espalda” y, según el mismo organismo internacional, “en el grupo de edad de 15 a 44 años, la depresión es la primera causa de discapacidad en el mundo, medida en años de vida vividos con discapacidad (AVD).
A pesar de ello, la tasa de psicólogos por cada 100.000 habitantes en España sigue siendo baja. Y cuando el paciente acude a terapia psicológica, es en fases más avanzadas o cuando ya le supera la enfermedad.
Solo en atención primaria, es decir, cuando acudimos al médico de cabecera, el 29% de los pacientes que acuden a consulta lo hacen por presentar un trastorno depresivo. De éstos, el 19,1% presenta de manera simultánea un trastorno de ansiedad y un 18,6% un trastorno somatomorfo (enfermedades caracterizadas por molestias diversas pero cuyo origen no está claro), siendo un 11,5% de pacientes quienes presentan las tres patologías de forma simultánea”. No obstante, en muchos casos la atención se resuelve con recetas de psicofármacos y muy pocos con terapia con un psicólogo, aunque está demostrada su utilidad como tratamiento eficaz de la depresión, incluso en su versión de terapia online.
En el grupo de edad de 15 a 44 años, la depresión es la primera causa de discapacidad en el mundo
Además, los pacientes con depresión tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares (accidente cerebrovascular e infarto agudo de miocardio), diabetes, otros trastornos psiquiátricos y ser consumidores de drogas.
La profesora Margarida Gili sitúa el número de personas con depresión en España durante el año 2017 en alrededor de 2,5 millones de personas. En cuanto al riesgo de que la población general desarrolle, al menos, un episodio de depresión grave a lo largo de la vida “es casi el doble en mujeres que en hombres”.
La depresión, aunque puede aparecer a cualquier edad, “presenta prevalencias más elevadas entre los 15 y los 45 años, edades en la que es de vital importancia el rendimiento escolar y laboral, así como las relaciones personales”. Los datos muestran que “la prevalencia de trastornos depresivos varía según el rango de edad, estatus socioeconómico o género”.
Algunos de los motivos que la causan son la incertidumbre respecto al futuro (desempleo, pérdida de valores, fracasos en la pareja), provocando ansiedad y estrés de forma paralela.
El reto del diagnóstico y tratamiento temprano de la depresión
Diferentes trabajos publicados cifran en un 50% los trastornos depresivos que no reciben tratamiento o no reciben el tratamiento adecuado (psicofármacos, psicoterapia o una combinación de ambos).
Asimismo, aproximadamente un 40% de los pacientes abandona el tratamiento y otro porcentaje importante no lo cumple como le ha sido prescrito. Asimismo, cada episodio depresivo incrementa la probabilidad de una recurrencia posterior; un 60% de los pacientes que ha sufrido un episodio depresivo presenta al menos una recurrencia a lo largo de su vida.
Según ha indicado la catedrática, “en la depresión, la dificultad en el diagnóstico, el difícil acceso a un tratamiento eficaz, la recurrencia y la falta de respuesta al tratamiento representan grandes retos que deben ser afrontados”.
El suicidio se relaciona con una gran variedad de trastornos mentales graves y, en el caso de la depresión, “el riesgo es 21 veces superior a la población general. La tasa de prevalencia del suicidio en España se sitúa en torno al 6,5-7 por 100.000 habitantes. Esto significa cerca de 10 muertes por suicidio cada día, la primera causa de muerte no natural”.
El trastorno depresivo constituye un importante problema de salud pública dada su elevada prevalencia, las grandes tasas de discapacidad y mortalidad que implica, su repercusión social, económica (un coste total a nivel europeo estimado en 118 mil millones de euros y un gasto anual de cinco mil millones en el caso de España) y su impacto en los sistemas de salud.
Fuente: XXVII Curso de Actualización en Psiquiatría, Vitoria-Gazteiz