Carmen y Jaime se encuentran por segunda vez en cinco años en mi consulta de psicología. No, no es que su tratamiento no funcione. Es la segunda vez, en cinco años, que han perdido al bebé que tanto anhelan y llevan buscando.
El duelo perinatal: cómo afrontar la pérdida de un hijo no nacido

Ambos se encuentran rotos por el dolor. Esperaban que todo llegara a buen término y ahora no se sienten con fuerzas para continuar. Empezamos tratamiento psicológico y reemprenden el tratamiento médico. Tres años después de aquel momento, y tras varias falsas alarmas nace Daniela, a las 37 semanas de gestación. Actualmente Daniela es una preciosidad de ojos azules que, muy inquieta, espera la llegada de su hermanito para dentro de pocas semanas.

Sin embargo, no todas estas historias tienen finales felices…
Qué es la muerte perinatal o neonatal
Se considera muerte perinatal a aquella que ocurre entre las 28 semanas de embarazo y la primera semana de vida mientras, que se denomina muerte neonatal, a la que sucede antes de cumplir las 28 semanas de embarazo.
Según datos proporcionados por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), el aborto espontáneo clínico se produce en el 10-20% de los embarazos, de los cuales el 85% sucede antes de las 12 semanas. Si una gestación llega a la séptima semana con una ecografía normal, la probabilidad de aborto se reduce al 5%.
Como la maternidad cada vez se retrasa más, aumenta el riesgo de aborto espontáneo y es del 11’9% entre los 25-29 años, del 15% entre los 30-34 años, del 24’6% entre los 35-39 años y del 51% entre los 40-44 años.
¿Estamos preparados para afrontar este tema?
Aunque las cifras de abortos espontáneos son importantes, la realidad es que todavía existe un cierto tabú cultural en nuestra sociedad acerca de este tema. En realidad, acerca de este tema – como en muchos otros – nos hace falta hablar mucho, divulgarlo y no dejar caer sobre él el manto del silencio social en el que, en la actualidad esta envuelto, como si no hubiera nunca pasado nada. Porque lo cierto es que sí ha pasado, y mucho.
Es probable que la principal causa es la poca consideración acerca de este tema ya que nadie sabe, exactamente, qué hacer o decir, en esos momentos, lo cual produce que la pareja acabe viviendo sola el problema, lo cual no es, precisamente, saludable. Por ello, no hay que quitar importancia a lo ocurrido sino aprender a afrontar el vacío que deja el hijo no nato y que ya nos habíamos imaginado, habíamos formado unas expectativas acerca de él, también estábamos llenos de ilusiones y proyectos. Durante el embarazo, asimismo, imaginamos su carita, su carácter o sus gustos e, incluso, moldeamos al bebé según estas ideas previas.
El sentimiento de culpabilidad y vacío existencial
Muchas de las parejas que acaban de perder a un hijo creen que pueden pasar el duelo sin ningún tipo de ayuda profesional. Sin embargo, la mayoría de ellas necesitan recurrir al psicólogo para superar la pérdida de una manera más adaptativa.
Una de las primeras cuestiones que comentaba Carmen, en consulta, fue que se sentía culpable porque había estado trabajando y realizado algunos esfuerzos físicos. Sin embargo, es importante no culpabilizarse; se acaba de sufrir la pérdida de un hijo, por tanto, es normal otorgarse a uno mismo permiso para sentirse mal, triste, vulnerable, así como darse tiempo para curar las heridas y superar la pérdida.
Hay que tener en cuenta que uno se puede sentir enfadado con todos y con nadie, en particular. También, existe la tendencia a sentir que se ha cometido una injusticia con ellos y, a preguntarse, de forma recurrente, “¿Por qué a nosotros?, ¿Por qué nos ha tenido que pasar?” Preguntas sin respuesta que se dan durante el transcurso de este proceso no lineal sino que con recaídas, en que la pareja puede tener la “necesidad” de buscar responsables externos al mismo tiempo que llegan las frases que el entorno no deberíamos decirles del tipo “ sois jóvenes, podréis tener más” o “ mejor ahora que más adelante” o “si no ha llegado a nacer, por algo será”.
Estas y muchas otras frases no ponen fácil la superación del duelo perinatal ya que la pareja llega a sentir que el embarazo ha sido algo irreal, un sueño e, incluso, que no ha sucedido.
Si la situación se alarga temporalmente, se vuelve a producir un momento realmente complicado y es cuando el entorno percibe que la pareja ya “debería” haberse recuperado y es posible que, si no lo ha hecho, las muestras de cariño, visitas de amigos y familiares se vayan espaciando en el tiempo hasta dejar sumidos a la pareja en su tristeza y en soledad.
Volver a casa sin el bebé
Para la mayoría de padres que acaban de perder a su bebé, el momento más duro es la vuelta, sin el niño en brazos, especialmente si ya existen hermanos esperando la llegada del nuevo miembro. Para este instante, es necesario el apoyo de los abuelos, de los tíos, de algún amigo de confianza e, incluso, la ayuda profesional para saber cómo afrontar las preguntas, las miradas, los llantos, e integrarlo con sus propias emociones como personas que acaban de perder a un hijo.
En estos casos también es importante en qué fase del embarazo se ha perdido al hijo. Si ha sido durante el parto, si ha sido después de nacer, si no ha nacido con vida, así como si era un hijo primogénito o no, si era deseado o no, debido a que el apego puede ser mayor o menor.
Obviamente, en este primer momento es importante no tomar decisiones presurosas del tipo “estamos bien, nos vamos a poner a buscar otro enseguida” porque, no suele haber la suficiente claridad de pensamiento como para haber asumido adecuadamente la pérdida.
De hecho, lo más adecuado es esperar unos dos años para un nuevo embarazo ya que, de lo contrario, el miedo a volver a perder al bebé es muy intensa y ello lleva a conductas hiper-sobreprotectoras que no benefician a nadie.
Hay momentos realmente complicados. Qué decir de qué hacer con la habitación del que iba a ser su hijo. Se recomienda recogerlas para, en caso de tener un bebé más adelante, poder recuperarlas. La cuestión es que desaparezcan de la vista para que, cada vez que abramos esa habitación el dolor no se acreciente de la misma manera que hacemos ante el duelo por la muerte de un ser querido.
¿Qué les digo a mis otros hijos?
Muy fácil, algo que siempre “sale a cuenta”: la verdad. Hay que tener en cuenta sus edades y no es lo mismo que tengáis un hijo de 1 año que otro de 15 años ya que se hallan en etapas, a nivel socioemocional, afectivo y conductual, muy diferentes.
Sin embargo, alguna de las pautas a seguir son:
- Sed honestos con vuestros hijos pero, a la vez, intentad evitar que vivan momentos duros de mucha tristeza.
- No pospongáis la conversación. Si es posible, hacedlo cuanto antes porque redundará en el bien de todos. Pensad que son niños y que es lógico que os pregunten “¿dónde está el bebé?”, ¿todavía no llega el bebé?”, “quiero conocer a mi hermanito”…
- Si, por la etapa de desarrollo o por la fase en que perdiste a vuestro bebé vais a celebrar un funeral, no apartéis a los otros hijos; ellos también están tristes, también han perdido a una persona muy importante y necesitan comprender. Entender os llevará un cierto tiempo, forma parte del duelo perinatal o neonatal, que es un duelo que se suele vivir en silencio.
- Recordad que vuestros hijos siguen vivos, siguen estando allí y todavía os necesitan, a todos los niveles. Si os refugiáis en ellos, vuestro consuelo será mayor.
No me siento igual con mi pareja…
No te preocupes, durante los primeros días puedes sentir diversa sintomatología física que incluye cansancio tanto físico como emocional y pérdida de deseo. Lo vas a recuperar. Pero, volvemos a lo anterior, vas a necesitar algo de tiempo.
Hay cuestiones importantes que una pareja debe tener en cuenta:
- Si no os surge un tema de conversación, no os forcéis, ambos estáis bloqueados por lo que acabáis de sufrir. Recurrid a las caricias, un abrazo – de esos, que recomponga todas las partes rotas – una mirada…
- Si cuando os encontréis con fuerzas de hablar surge el bebé en la conversación, no cambiéis de tema. Ha sido vuestro hijo, ha existido, no se puede eliminar del recuerdo con facilidad.
- Si no os encontráis con fuerzas para hablar con vuestra pareja, una manera de eliminar el bloqueo emocional que presentáis, es escribir una carta a vuestra pareja o al hijo/a que ya no tendréis. Esta carta debe contener todo aquello que quisierais decir, y no podéis, que os gustaría decir. Si surge el llanto, no lo detengáis, es importante que liberéis emociones.
- La pérdida afecta a la comunicación y a las relaciones sexuales. Deja espacio para que, especialmente la madre, se recupere del trauma – tanto a nivel emocional como físico – que supone la pérdida. Recurre a la ayuda del psicólogo si es necesario.
Qué no debe hacer el entorno en un caso de duelo perinatal
Por lo general, para el entorno es difícil “ saber qué hacer y decir en estas circunstancias. Es muy simple, se trata de acompañar, a veces en silencio, dando la mano, con un abrazo, sentados al lado, … el padre o la madre, si tienen necesidad, hablarán pero es importante que no les forcemos a tener conversaciones que no quieren tener.
También es cierto que, con toda nuestra buena voluntad, muchas veces el entorno tira de frases hechas que, en lugar de consolar, desesperan y angustian y de ninguna manera son una ayuda.
- “Si no ha seguido adelante es porque no tenía que nacer”. Es una frase típica de pensamiento mágico en que queda claro que todo se deja en manos del destino y además, negativo. Como si haber engendrado un hijo, con todas las ilusiones y expectativas que comporta, no supusiera nada positivo.
- “Sois jóvenes, ya vendrán más”. ¿De dónde vendrán? ¿por qué no podemos estar tristes, rabiosos, enfadados, si acabamos de perder un hijo? ¿por qué hemos de borrar cualquier rastro de la existencia del bebé no nato? Simplemente porque el modelo social nos dice que se deben reprimir las emociones negativas y expresar las positivas.
- “Piensa, mejor así, que no si se hubiera ido de más grande” Sí claro, la situación hubiera podido ser peor.
Pedir cita
Deja tu consulta y una psicóloga de Siquia te ofrecerá ayuda personalizada.
