cuento de navidad dickensEs habitual que, en estas fechas, todos los canales de TV programen y contraprogramen el celebérrimo “Cuento de Navidad” de Charles Dickens. El personaje principal es Ebenezer Scrooge, un abuelito gruñón, con mal genio, despectivo, misántropo pero, sobre todo, supertacaño. Tanto que, ni tan solo la Navidad le ablandaba. Al contrario, pareciese que empeoraba su carácter… ¿No sería por los gastos, verdad?

Scrooge vive traumatizado, con sentimientos de hostilidad, ira, resentimiento, irritabilidad o rabia y, posiblemente, deseos de venganza de quienes le llevaron a esta situación. Todo ello, causa un distrés clínicamente significativo, con deterioro de sus relaciones sociales, laborales así como de otras áreas del funcionamiento de la personalidad. Ello produce una importante frustación y decepción existencial, con una margura penetrante y persistente. De esta manera, Scrooge se convierte en una persona solitaria con posibles rasgos narcisistas, obsesivos-compulsivos y esquizoides.

Scrooge es un personaje emocionalmente herido debido a las mencionadas pérdidas traumáticas en su infancia. Su madre murió durante su parto y fue rechazado por su desconsolado padre, que le culpaba de la muerte de la madre. Siendo joven aún, Ebenezer decide deliberadamente alejarse de su mujer – quien le ama y a quien él también ama- para dedicarse a sus negocios y convertirse en un hombre de éxito, con dinero…y amargado, sin empatía o compasión.

No quiere tener ningún vínculo emocional con nadie por miedo a ser rechazado o abandonado y, así, se olvida de jugar, reír y amar y ser amado. Rechaza a su niño interior. Si nos llegara la consulta de Ebenezer Scrooge estos días, le aconsejaríamos hacer terapia. Su vida hubiera cambiado.

¿Por qué Scrooge?

Quizás para que no cometamos los mismos errores que Scrooge, entre ellos, no valorar las cosas pequeñas – aquellas cosas menos deslumbrantes – que tenemos cerca, a diario, y a las que muchas veces les damos menos importancia de la que tienen.

Scrooge va por la vida mirándose el ombligo, igual que nuestra sociedad. Solo que cada uno se va mirando su propio ombligo y le importa poco lo que le ocurra a otros. Quizás con menos recursos, quizás que lo están pasando mal, quizás que están siendo víctimas de injusticias…Pero, ¡qué más da!

scroogeUn rasgo más de Scrooge que podemos hallar en nuestra sociedad es juzgar al prójimo y, si acaso, después ya preguntamos por qué. Como Scrooge, hay quien se cree el poseedor de la verdad absoluta y lo único que cuenta es lo suyo.

Uno de los fantasmas que aparece en “El cuento de Navidad” se halla cargado de cadenas de oro y se queja de no poder ya hacer. Siente una impotencia eterna por no poder arreglar ya lo inarreglable.

Por eso, cada vez que nos emocionamos, cada vez que nos indignamos, cada vez que reaccionamos ante las injusticias, cada vez que vibramos con el abrazo de un amigo o con las mil miradas de una amiga, con unas palabras de apoyo, con ese reencuentro que nos eleva hasta tocar las estrellas por esperado, con ese apretón de manos tan firme… En todos esos y muchos más momentos, Scrooge intentará susurraros a la oreja “¡Paparruchas, no prestéis atención y seguid vuestro camino”.

¿Cómo sé si sufro el Síndrome de Scrooge?

Si te reconoces en estos diez síntomas, es muy probable que tengas el Síndrome de Ebenezar Scrooge.

  1. Es el momento de decorar el árbol de Navidad pero tú tienes no una excusa sino un repertorio bien surtido de buenas excusas. De hecho, tanto en casa como en el trabajo, en cuanto alguien habla de adornos navideños, de cualquier tipo, sacas tu lista de excusas.
  2. La mejor de ellas es que eres ¡alérgico! a los árboles de Navidad, naturales…o artificiales, da igual.
  3. Propones gastarte un máximo de dinero para los regalos y, obviamente, pones “mala cara” a quienes se pasan el límite.
  4. Tu día preferido del año es el 26 de Diciembre.
  5. Sospechas que Papá Noel esconde alguna cosa, aparte del trineo, los renos y ese gasto de los regalos.
  6. El tchin-tchin, al brindar, te pone de los nervios. Si, además, se tiene que hacer mirando a los ojos, es peor.
  7. Confiesas que reutilizas el mismo papel para envolver regalos desde el año 2010 pero tienes buenos motivos: “le tengo cariño”, “fue un año especial”, “aún no se ha acabado el rollo”.
  8. No pones luces ni en el árbol de Navidad ni en otro tipo de decoración ya que “son peligrosas” pero, en realidad, todos saben que crees que gastan mucha electricidad.
  9. Estás convencido de que hay un mensaje oculto en los villancicos.
  10. Si te desean “Feliz Navidad” acabas contestando “gracias”, simplemente, pero muy a regañadientes.

¿Existe el espíritu navideño?

En estas fechas, podríamos decir que las personas nos agrupamos en tres grupos:

  • Los que disfrutamos con la Navidad y todo lo que le rodea.
  • Los que no muestran espíritu navideño ni aún les toque el gordo de la lotería.
  • Los que podríamos llamar “cuñados del mundo reunidos”. A los que se supone que empiezan a hacer sus propias reuniones informativas para no dejar de perder su protagonismo.

Un estudio publicado en el British Medical Journal afirma que el espíritu navideño se tiene o no se tiene, es decir, que viene “de fábrica”. Según los autores del estudio, “millones de personas son propensas a mostrar deficiencias en el espíritu de la Navidad” o, lo que es lo mismo, es aquel familiar o incluso tú mismo que, en lugar de estar pensando en la Cena de Nochebuena, está navegando por la red en búsqueda de un vuelo al lugar más alejado posible y lo más rápidamente posible.

Por tanto, según los autores, “localizar el espíritu de Navidad es un primer paso fundamental para ser capaz de comprender a este grupo de pacientes”.

Para ello, se usan imágenes de RMf para medir los cambios que se producen en la oxigenación de la sangre así como el flujo producto de la actividad neuronal. Para este experimento, usaron 20 personas, divididas en dos grupos: navideño – los que celebran la Navidad y la asocian a emociones positivas- contra no navideño- no celebran la Navidad y tienen emociones neutras respecto a la misma-.

A las 20 personas se les hizo un scanner durante la visualización de 84 imágenes navideñas, de manera que tras ver seis de estas imágenes consecutivas, observan 6 imágenes de tipo cotidiano.

¿Y dónde se halla el espíritu navideño?

Con los datos obtenidos de las observaciones anteriores más la de los cuestionarios contestados previamente por los sujetos, los investigadores concluyeron que el grupo navideño mostraba una asociación positiva con la Navidad mientras que el grupo no navideño presentaba una neutralidad total.

Se analizaron las diferencias en los mapas de activación cerebral de ambos grupos y se observó que “se iluminaron”, cinco zonas en el grupo navideño.

«Aunque alegres e intrigantes, estos resultados deben ser interpretados con cautela. Algo tan mágico y complejo como el espíritu navideño no puede ser completamente explicado por la actividad cerebral detectada por sí sola», concluyen.

¿Qué hacer con los fantasmas de Navidad?

Por si no has leído ni has visto “Cuento de Navidad”, no te voy a contar el final. Sin embargo, decirte que si Scrooge acabó entendiendo que la Navidad valía la pena vivirla, tú también puedes conseguirlo.

  • Intenta disminuir tus expectativas acerca de lo que es una Navidad “perfecta”.
  • Carpe Diem: disfruta el momento, cada uno de los instantes, lo mejor que puedas.
  • Usa tu tiempo de ocio para hacer actividades divertidas o interesantes.
  • No consumas alcohol en exceso.
  • No te aísles.
  • Ayuda a otros. Piensa que no necesariamente tiene que ser con dinero, puede ser como voluntario. Ayudarás a mejorar la vida de personas menos afortunadas que tú.
  • Y, si no te gusta tampoco la idea, piensa que muchas veces tampoco te tienes que ir tan lejos. Seguro que en tu entorno hay alguien que no te lo ha dicho pero necesita tu apoyo emocional, o, sencillamente, como decíamos antes, el apretón de manos, el abrazo, la mirada de complicidad o las palabras de consuelo.

Pero, sobre todo, aprovecha tu tiempo, nunca mires atrás con el gusto amargo de haber podido hacer y que, ahora, ya no tenga solución. Rodéate de la gente que quieres y que te quiere.

¡Y ten una hermosa y Feliz Navidad!