Cuidar de la salud mental de sus empleados será obligatorio para las empresas

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Una empresa no es nada sin sus empleados, de eso no cabe duda. Más importantes que los inversores, que la maquinaria e incluso que los clientes son los trabajadores, los encargados de mantener los engranajes siempre girando. Son ellos los que dan sentido a las empresas, los que representan sus valores, los que llevan a cabo sus servicios, los que fabrican, distribuyen o venden sus productos. Son un elemento fundamental, pero también uno de los más frágiles, por lo que cuidar de su salud mental y física debería ser una tarea de obligado cumplimiento.

Dentro de las empresas, el estrés es sin duda el mayor riesgo para la salud mental de los trabajadores. ¿Quién no se ha enfrentado nunca a jornadas eternas, a tareas imposibles de realizar, a una mala organización o a clientes dispuestos a faltar al respeto? Estamos seguros de que casi cualquier empleado ha trabajado codo con codo con el estrés.

Y, sin embargo, recientemente la  Encuesta europea de empresas sobre riesgos nuevos y emergentes del año 2019 revelaba que tan solo un 43,8% de las empresas españolas contaban con mecanismos para hacer frente al estrés. Inspección de Trabajo ha tomado cartas en el asunto y, desde ahora, sancionará a todas aquellas empresas que no cuiden la salud mental de sus empleados.

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Lo que dice el Ministerio de Trabajo sobre los riesgos psicosociales en empresas

Para elaborar el Criterio Técnico mediante el que Inspección controlará el desempeño de las empresas, el Ministerio de Trabajo se ha basado en una Comunicación de la Comisión Europea que aseguraba que «más de la mitad de los trabajadores de la Unión Europea señalan que el estrés es habitual en su lugar de trabajo».

Además, señala que el estrés no supone solo una carga para el estado de la salud mental de sus trabajadores, sino que incide también en el buen funcionamiento de las empresas, puesto que disminuye el rendimiento de los empleados y «a él se deben aproximadamente la mitad de los días de trabajo perdidos«.

De este modo, los empresarios quedan obligados por ley a evaluar también los riesgos a los que se exponen sus trabajadores a nivel mental. La Comisión Europea insta a medir de forma pormenorizada y diferenciada «los riesgos específicos a los que están expuestos las mujeres, los hombres, los trabajadores jóvenes, los de más edad, los inmigrantes o las personas con discapacidad».

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¿Qué factores de riesgo psicosocial deben medir las empresas?

Antes de entrar en materia, conviene hacer un esbozo de lo que son y no son los factores de riesgo psicosocial.

Los factores de riesgo psicosocial se derivan de los factores psicosociales, que a diferencia de los anteriores no conllevan ninguna connotación negativa. Los factores psicosociales son, sencillamente, el conjunto de condiciones que pueden afectar positiva o negativamente al bienestar de los empleados.

Por tanto, los factores de riesgo psicosocial son tan solo aquellos factores psicosociales que afectan negativamente al bienestar de los trabajadores de la empresa. El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) los define, más concretamente, como «las condiciones de trabajo que, por una configuración deficiente o un diseño inadecuado, presentan la probabilidad de afectar negativamente a la salud y el bienestar del trabajador«.

El Ministerio de Trabajo distingue diez factores psicosociales que podrían transformarse en factores de riesgo psicosocial:

  • El contenido y las características del trabajo, cuando implica monotonía, tareas desagradables o sin sentido.
  • La carga y el ritmo de trabajo, cuando es excesiva o insuficiente, o cuando implica plazos difíciles de cumplir.
  • El tiempo de trabajo, cuando entran en juego jornadas muy largas, irregulares y de las que es difícil desconectar. Los horarios nocturnos también pueden llegar a presentar un riesgo para la salud mental de los empleados.
  • Participación y control, cuando se carece de autonomía o de poder para decidir sobre el propio trabajo.
  • Cultura de la organización, cuando la empresa cuenta con una mala comunicación, con objetivos poco definidos o cuando no permite el correcto desarrollo personal o profesional.
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  • Ambiente y equipos de trabajo, cuando el material está obsoleto o mal cuidado, o cuando el ambiente es inadecuado (por ejemplo, mala iluminación o exceso de ruido).
  • Relaciones personales en el trabajo, cuando se produce acoso y aislamiento o cuando son comunes los conflictos entre trabajadores o para con los clientes.
  • Rol en la organización, cuando no se deja claro al empleado su lugar en la empresa.
  • Desarrollo profesional, cuando el trabajador se siente inseguro y poco valorado.
  • Interacción vida personal-trabajo, cuando el trabajo entra en conflicto con la vida personal del empleado (por ejemplo, ante una carga de trabajo excesiva que no permite tiempo libre).
Imagen de Lucía Lorenzo
Sobre Lucía Lorenzo Lucía Lorenzo es Graduada en Periodismo por la Universidad de Valladolid, donde descubrió su gran interés por los temas relacionados con la salud, especialmente con la salud mental, la gran olvidada en las enseñanzas universitarias. Entre sus inquietudes se encuentran el feminismo y los derechos LGBT. Ganadora de un premio de relato corto en el año 2013, disfruta escribiendo tanto noticias como ficción.
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