“Necesito a mi pareja para vivir, sin ella no tengo ilusión y no soy feliz”. Es probable que tú también hayas oído esta frase a algún conocido o incluso en alguna ocasión te ha podido rondar a ti este pensamiento.
¿Es el amor una droga?

Seguramente en alguna ocasión habrás oído asemejar los efectos del amor con los efectos del consumo de una droga. Cuando nos enamoramos nos invade una gran felicidad, así como la necesidad de querer más y más de esa persona y no querer desengancharnos. Pero, ¿qué ocurre? El enamoramiento llega un momento en el que se acaba, entendiéndolo como un cocktail de reacciones químicas en nuestro cerebro.
Cuando nos enamoramos se liberan distintas sustancias químicas que inundan nuestro cerebro, haciéndonos sentir un gran bienestar y un estado de ánimo positivo, estando implicados también los mecanismos de recompensa del cerebro, es decir, nos sentiremos como si estuviésemos flotando en el paraíso.

Y continuarás preguntándote, ¿pero qué tiene que ver el amor y una droga? Cuando desaparece el estímulo externo, en este caso la pareja, nuestro cerebro deja de producir todas estas sustancias químicas que nos hacen sentir plenos generándose una dependencia emocional. Asemejándolo al síndrome de abstinencia de cuando no podemos conseguir la dosis necesaria de la sustancia. Esta dependencia emocional alude a la necesidad de amor y vínculo afectivo.
Apego, amor y el vínculo emocional
Esta necesidad de afecto y atención está directamente relacionada con las relaciones establecidas con las figuras principales de cuidado durante los primeros años de vida, las cuales influyen en nuestro patrón conductual y en las relaciones que se establezcan posteriormente en la vida adulta, es decir, lo comúnmente conocido como apego.
El apego es el vínculo emocional que el niño y el cuidador establecen durante la infancia. Si este vínculo no es seguro aparecen ciertas inseguridades en la persona. Pueden ser personas que o bien vivieron un ambiente muy sobreprotector o que por el contrario se diese una situación de “abandono” donde los padres no estaban disponibles emocional o físicamente.
Si en la niñez no encuentras una base segura de protección en los cuidadores, no serás capaz de explorar el mundo de una manera segura. El desarrollo de un apego seguro favorece una elevada autoestima y la independencia de la persona. Por el contrario, si he vivido en un hogar muy sobreprotegido, las figuras que deberían protegerme me hacen ver el mundo como peligroso, transmitiéndome esa ansiedad y ese miedo. En cambio, si desde la infancia mis cuidadores no me guían en el camino de descubrir y explorar el mundo me sentiré inseguro, así como una necesidad de reconocimiento elevada, ya que haga lo que haga paso desapercibido con respecto a mis figuras de apego. En definitiva, son personas que en la infancia no recibieron el afecto que necesitaban, o quizás no sentían que se validasen sus esfuerzos y resultados.
Cuando una persona se ha sentido durante toda su vida desatendida, en la vida adulta paga un peaje por ello, piensa que es porque no es lo suficientemente bueno y válido. Se generan una gran cantidad de pensamientos negativos sobre uno mismo acerca de que te han abandono porque lo mereces o porque no eres lo suficientemente bueno. Pero de alguna forma tenemos que hacer frente a estas cogniciones negativas tan limitantes y dolorosas, ¿de qué forma se combatirán? La persona comienza a cuidar al otro en su necesidad de sentirse reconocido y válido, sentirse importante e imprescindible para los otros, sobre todo este es un mecanismo que la persona emplea para tomar el control, es decir, encuentran su propia estabilidad emocional a través del cuidado hacia el otro y que este cuidado sea valorado por la otra persona.
Estas personas con un apego desestructurado serán personas con un autoconcepto negativo de sí mismo, con una necesidad y dependencia excesiva de atención y reconocimiento por parte de los demás. Suelen ser personas inseguras y con baja autoestima. Y todas estas carencias las buscan en su pareja.
No puedo vivir sin mi pareja
¿Qué te lleva a buscar esas carencias en tu pareja? La sensación de no poder vivir sin la otra persona, relacionado con un gran miedo al abandono o rechazo, generando este sentimiento una gran angustia y ansiedad en ti.

Son personas con sentimientos de vacío y preocupación con respecto a la soledad, presentan constantemente la necesidad de estar con el otro para estar sentirse seguros, protegidos y solo a través del otro son capaces de alcanzar la estabilidad. Normalmente, la única forma que tiene la persona dependiente de terminar con su relación de pareja es asegurándose una relación con otra persona antes de finalizar la anterior, ya que no se sienten capaces de enfrentarse a la soledad que la ruptura conlleva.
Esta forma de cuidado es una manera ansiosa, ya que el individuo busca inconscientemente la necesidad de sentirse válido. Esto conlleva a que la persona se coloque en una posición sumisa.
Posicionas a tu pareja por encima de todo, incluso por encima de ti mismo, de esta forma estarás idealizando a esta persona, digamos que se convierte en tu referente a seguir. Pero ¿qué sucede? Pierdes tu propia identidad, ya que cada paso o toma de decisión que des necesitas aprobación y ayuda del otro, sintiendo que no eres autosuficiente.
También necesitas la aprobación del otro, incluso dejando de ser tú mismo para gustar al otro. Por tanto, te estarás posicionando en un escalón inferior al suyo. En última instancia, pueden aparecer diferentes patologías causadas por todo este entramado de temores, necesidades y puestas en marcha que requieren de una carga física y mental, como por ejemplo síntomas de ansiedad y depresión. Son personas que necesitan cada vez más atención, más aprobación, más afecto, y nada les será suficiente, esto puede provocar frustración en la pareja ya que sentirá que nada de lo que hace es suficiente, no sintiéndose capaz de dar a su pareja lo que esta necesita, provocándose muy probablemente la ruptura.
No se trata de que nos convirtamos en personas con una independencia emocional absoluta, ya que la incapacidad de formar lazos significativos no es el ideal a alcanzar, si no se trata de establecer relaciones sanas con el otro.
Si te sientes identificado con alguna de estas características, es importante que busques ayuda profesional de un psicólogo y desde luego nosotras podemos ayudarte a alcanzar ese bienestar que buscas. El primer paso es querer cambiarlo y recuerda las personas debemos hacernos responsables de nosotros mismos, valorarnos y sentirnos independientemente del otro, así alcanzaremos la felicidad, ¿cuál es el primer paso? ¡Querer cambiarlo!
Prueba una sesión gratis
Deja tu consulta y una psicóloga de Siquia te ofrecerá ayuda personalizada.
