Cierto es que muchos padres nos hacen llegar consultas a Siquia o vienen a la consulta presencial en un estado de casi desesperación ante la batalla que, día sí y día también, viven en casa con sus hijos adolescentes. Es fácil que estos padres digan cómo se han perdido el respeto los unos a los otros y no saben qué hacer, el estado de tensión continua en el que conviven, se quejan de la falta de comunicación de sus hijos, que no cuenta nada, mienten y tampoco participan en las tareas de casa o en las actividades en familia, cómo están ausentes y amenazan con irse de casa. Y en estos casos ¿qué se puede hacer? Os facilito algunas pistas que, quizás, pueden ser de utilidad.
Pistas para disminuir la situación de crisis
Los padres deben tener en cuenta que no les gusta algunas conductas de su hijo adolescente pero que a él – al hijo- le siguen adorando. Es muy importante que seamos conscientes de que no es lo mismo decir “eres un irresponsable” – estamos atacando al hijo- que decir “llegaste a las cuatro de la madrugada sin avisar, eso es irresponsable”, ya que le estamos haciendo ver que su conducta fue irresponsable por diversos motivos.
Es importante comenzar a buscar soluciones para el problema. Si solo le damos vueltas al mismo, crearemos un bucle que solo generará, cada vez, mayor tensión.
No exageréis ni uséis palabras que tiendan a dramatizar la situación que ya está bastante complicada. En estas situaciones estarían prohibidas las palabras siempre, nunca, jamás, todo, nada, debes, deberías…
La mejor manera de evitar el conflicto es usando expresiones positivas, hablando desde el “me gustaría, creo, pienso, opino, me parece “en lugar de poner la óptica negativa en tu hijo adolescente, con reproches y quejas “es que eres… por tu culpa… si no fueras…” y expresiones semejantes que deben ser evitadas, para llegar a una comunicación asertiva.
Si empezáis una discusión, por ejemplo, por la hora de llegada o por el dinero de bolsillo y esta sube de tono hasta que puede acabar saliiéndose del cauce lógico, lo mejor es realizar un aplazamiento.” ¿Qué te parece si lo dejamos para cuándo vuelvas? Todos lo veremos con más claridad”. Ahora, imaginad que vuestro hijo insiste en continuar con la discusión: “sí, pero nosotros sí necesitamos un tiempo para pensar, así que lo vamos a dejar aquí”. Volvemos a lo que dijimos en artículos anteriores. Seguís siendo los padres, eso no significa que debáis imponer, también tenéis una opinión que debe ser respetada ya que si vuestro hijo quiere respeto, debe aprender a respetar.
¿Se puede volver a “conectar”?
¡Por supuesto! Se puede y se debe reconectar, especialmente a nivel afectivo. Para poder conseguirlo es necesario seguir estas pautas:
- Los padres deben ser capaces de poder ver todos los aspectos positivos de sus adolescentes y que estos pesan más que los negativos. Cierto es que estar en una discusión constante genera un ambiente de resentimiento y de conflictividad que en nada ayuda a tener esta visión.
- A pesar de que los hijos adolescentes puedan tener conductas disruptivas de cualquier tipo, incluyendo agresividad, desafío, oposición e, incluso, una mezcla de ellas, los padres deben ser capaces de volver a sentir por sus hijos, amor, ternura y esperanza de que todo mejorará con el esfuerzo conjunto más la ayuda profesional necesaria.
- Si los propios padres no están llenos de las emociones comentadas por sus hijos, será difícil que mantengan la actitud activa y positiva necesaria durante el tratamiento de tu hijo.