niños inquietosLo sabemos, puede llegar a ser agotador. Durante los primeros años de vida  nuestros pequeños tienen una gran energía interior que se materializa en continuas carreras y juegos que pueden acabar con las energías de padres, familiares y amigos haciendo que la situación desemboque, en la mayoría de los casos, en conflictos.

Lo primero que has de aprender es a calmar tus nervios, es normal que los niños sientan ganas de explorar el mundo que les rodea y de estar en movimiento a todas horas, se trata de una muestra de vitalidad por la que no deberíamos preocuparnos pues es fundamental para su desarrollo, además de ser la valeriana perfecta para que duerman bien por las noches.

Aunque parezca mentira los niños inquietos acumulan mucha tensión, y necesitan canalizarla de alguna forma. El miedo, la sorpresa e incluso la alegría pueden provocar una conducta inquieta por lo que tu tarea consistirá en enseñarle a canalizar esa tensión y sacarla con otras manifestaciones de conducta más adecuadas y productivas. Hoy te enseñamos cómo;

3 formas de canalizar la energía de tus hijos

Juegos: Crear rutinas enseñará a tu hijo dónde puede jugar, correr y saltar y dónde ha de estar más relajado.

Para ello llévale a un parque de forma periódica donde pueda practicar ejercicio. Estimúlale para que gaste allí todas sus energías  y, cuando llegues a casa, prueba a pasar largos momentos disfrutando de una lectura en familia. Esto enseñara a tu pequeño que en casa ha de relajarse sin que por ello deba aburrirse. Esta práctica aumentará además su capacidad de concentración y observación y hará que desarrolle su imaginación.

Remedios naturales: Un vaso de leche caliente por las noches con gachas de avena ayuda a los niños a quedarse dormidos. Si no quieres que se despierten por la noche adelanta la hora de la cena e incorpora al menú alimentos que favorecen la relajación, como pasta, arroz, patatas hervidas o al horno, calabaza, berenjena. Contra las pesadillas nada mejor que las vitaminas del complejo B, como cereales integrales, frutos secos, huevo, pescado azul, semillas y legumbres.

Cambios de nuestra actitud. Pequeños cambios en el comportamiento de los padres pueden ayudar a que los hijos estén más calmados.

 Refuerza al pequeño cuando esté tranquilo, préstale más atención, dile  lo contento que estás y anímale a realizar alguna actividad divertida juntos. No le castigues por ser  demasiado inquieto, ellos no pueden evitarlo y hacerle sentir mal no ayudará a que se calme. Enséñale cómo puede canalizar sus energías.

Cuando esté demasiado nervioso intenta no hacerle caso pues de lo contrario reforzarás su comportamiento.

Recuerda que cada niño es diferente. Algunos son más tranquilos, otros más reservados o introvertidos, les hay más comunicativos y otros son inquietos por naturaleza. Precisamente, los niños inquietos suelen ser los más difíciles de conformar, pero tratar de mantenerlos entretenidos, sobre todo en verano, no tiene porqué resultar una aventura imposible. Si necesitas ayuda para aprender a canalizar tus propios nervios no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo de psicólogos quienes te darán las pautas que necesitas para relajarte y que tu hijo se relaje contigo.

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