Controlar una emoción no es bloquearla, no se trata de que el niño evite lo que siente, sino que pueda vivir esa emoción sin exagerarla, disminuyendo la intensidad de emociones que en ese momento le resultan negativas para su bienestar.
Las siguientes estrategias pretenden regular la intensidad de la emoción.
1. La técnica del semáforo. El objetivo es que el niño aprenda a asociar los colores del semáforo con las emociones y la conducta.
ROJO: STOP. Le explicamos que cuando siente mucha rabia y se pone muy nervioso, grita,… tiene que pensar que es el conductor de un coche que se encuentra con el semáforo con luz roja…
AMARILLO: PENSAR. Ahora es el momento de pararse a pensar, averiguar cuál es el problema. Explicar al niño que con el semáforo en amarillo el conductor piensa y busca la solución al problema para seguir su camino.
VERDE: SOLUCIONARLO. Es el momento de circular de nuevo. Es la hora de elegir la mejor solución.
Para esta técnica hay variantes; se le puede sacar al niño una tarjeta verde, amarilla o roja en función de la conducta. También se pueden dibujar muñecos y colorearlos…
2. Si la emoción es muy intensa también se puede utilizar la distracción: pensar en otra cosa, cantar, hablar, jugar,…el objetivo es que disminuya la intensidad de la emoción, no evitarla.
3. Si el niño no puede gestionar su emoción con todo esto, una buena idea es «un tiempo fuera», es decir, marcharse del lugar o alejarse de las personas que provocan la vivencia y no volver hasta estar más tranquilo.
4. El sentido del humor. Reírse calma a cualquiera…A los niños más pequeños esto les cuesta más, sin embargo entienden gestos que podemos hacer para desdramatizar la situación…y luego nos imitan.
Sobre la autora de este artículo
Mara Tudela es licenciada en Psicología por la Universdad de Valencia y con Nº Colegiado 09628. Tiene un Máster en Psicología Clínica y está especializada en atención temprana . Puedes ver su perfil en Siquia y dejarle tu consulta.
Lo que hago con mi hijo es aclararle que sé que está molesto, pero que se puede resolver pasivamente, platicamos sobre lo que le molestó aunque en ocasiones es difícil y le hago ver los conflictos físicos y psicológicos que le causaria el continuar con esa actitud. Funciona muy bien. :-)
Muy buena solución. Los expertos en inteligencia emocional recomiendan hablar de sentimientos con los niños desde muy pequeños para que se acostumbren a exteriorizar lo que les ocurre y comentar sin pudor sus sensaciones.