taller antiestres psicologo macario fernandezEl tiempo pasa, envueltos como estamos en este carrusel de emociones, y ya está aquí el final de las vacaciones y la vuelta a la rutina. Y, con ello, volvemos a hablar del síndrome o del estrés o de la “depresión” postvacacional.

¿Qué es eso del “síndrome postvacacional”? ¿Podemos hablar de “enfermedad”?

Es una entidad a la cual se le da cada vez más importancia pero que no está aceptada como enfermedad psicológica en las clasificaciones internacionales. Una de las causas puede ser que hasta hace unos años era desconocida y, por tanto, no se diagnosticaba. Sin embargo, eso no significaba que no existieran personas que lo estuvieran sufriendo.

Otra de las causas por las cuales no se ha podido tipificar es porque realmente no existiera. ¿Se ha producido como consecuencia de la vida moderna?

Existe una clara discrepancia entre los distintos autores acerca de la conveniencia de llamarla o no, “enfermedad” y parece que, actualmente, se considera más una situación transitoria, adaptativa, cuando se retorna a la vida activa. Ello produce que si este proceso de adaptación fracasa, surgen molestias que no se pueden catalogar como “enfermedad”.

Aún así, un proceso de adaptación se puede patologizar si produce interferencias en el área no sólo física sino, también, emocional, social… con repercusión en el bienestar y en la calidad de vida de la persona que lo padece.

¿Cómo se desarrolla este síndrome?

Todos necesitamos desarrollar una actividad la cual debe seguir nuestro propio reloj interno, que nos marca el estado en que se halla el organismo. Pero también son necesarias las motivaciones que nos ayudan a seguir adelante y superar todas las dificultades.

Cuando tras el período de vacaciones nos quedamos sin las motivaciones propias de “ya falta poco para el verano”, “vamos a preparar las vacaciones de verano”…se puede inducir la aparición del síndrome postvacacional, más que nada ante la poco halagüeña situación de pensar que, hasta el próximo periodo de vacaciones, debe transcurrir todo un año completo. Sí, más vale aceptarlo. quedan 365 días por delante… Por eso, sería interesante redistribuir las vacaciones en varios períodos – a lo largo del año – que impidieran que nuestra mente se hallara ante dicho panorama. Y, ya que estamos, evitar muchos problemas de pareja que se producen tras las vacaciones

Debemos pensar que en vacaciones, a excepción de algunos adictos al trabajo, disminuye o desaparece el ritmo de trabajo habitual pero, en cambio, el descanso diario se alarga. Asimismo, cobra más importancia la siesta debido a que alargamos las noches hasta la madrugada.

En definitiva, nuestros buenos hábitos – tanto de sueño como de alimentación- se desordenan y, con ellos, la rutina deja de existir. De esta manera, a la vuelta se puede producir una descoordinación entre aquello que nuestra rutina habitual nos exige y lo que podemos dar.

¿Cómo puedo saber si tengo el síndrome postvacacional?

Este síndrome puede tener diversas manifestaciones pero lo más corriente es sufrir a la vuelta de las vacaciones algunos de estos síntomas:

  • Físicos: insomnio, hipersomnia, cansancio, debilidad, astenia, dolor de cabeza, problemas digestivos.
  • Psicológicos: apatía, irritabilidad, disforia, hipoprosexia, baja tolerancia al trabajo, desidia, hastío, angustia vital, bloqueo pensamiento, incapacidad para tomar decisiones, agresividad.

Todos los síntomas tienen una duración de 10-15 días que es el tiempo que nuestro organismo necesita para adaptarse a un cambio. Si, tras este período, se sigue manifestando la sintomatología, es necesario acudir a un profesional.

Los factores predisponentes son:

  • Vacaciones que hayan sido excesivamente largas, cansadas o que no nos hayan permitido descansar.
  • Inadaptación premórbido al ambiente laboral.
  • Falta de motivación laboral.

¿Se podrían reducir los síntomas?

depresion postvacacionalSe estima que un 30% de la población padece esta entidad a la vuelta de las vacaciones. Por tanto, sí seria posible tanto reducir los síntomas como prevenir su aparición. Inicialmente, como pautas para disminuir los síntomas, cuando ya tenemos el síndrome, deberíamos apostar por:

  • Vuelta escalonada. No intentes hacer todo el trabajo que se ha acumulado en un mes de vacaciones, en un solo día, sé realista. Lo ideal es marcarse objetivos a corto plazo. Si los cumples, generas motivación y más ganas de trabajar. Los objetivos, de uno en uno. La suma de objetivos nos lleva a una meta inalcanzable, a la frustración, la desidia, el hastío….
  • No apurar con el regreso. Sería recomendable llegar a casa unos días antes de empezar a trabajar para poder retomar progresivamente los hábitos de nuestra rutina cotidiana. Esto es especialmente importante si se ha hecho un viaje en que es posible tener jet-lag.
  • Repartir el período vacacional a lo largo del año, tal y como he dicho antes. Lo ideal sería realizar unas dos semanas en verano y guardar los otros quince días para poder alargar el período navideño, el de Semana Santa, tomarse algún puente…
  • Tus vacaciones deben ser activas. Si puedes viajar y hacer turismo, mejor. Si no es el caso, con pasear, ir a la playa, ir a la montaña, será suficiente. Cualquier cosa menos quedarse en el sofá, puesto que no te ayudaría a desconectar.
  • Si puedes, vuelve al trabajo a mitad de semana. Da la sensación psicológica de que esa primera semana es más corta y te ayuda a superar tu “síndrome postvacacional”.

¿Puedo prevenir su aparición?

Como en casi todo, el mejor remedio es evitar la aparición. Para ello, podríamos establecer unas cuantas medidas:

  • No debe existir una motivación personal muy centrada en las vacaciones. No puedes planear y desear tus vacaciones durante la mitad del año y quejarte que se hayan acabado – y lo mucho que aún falta, para las próximas – durante la otra mitad del año. Es importante mantener aficiones – iniciadas o no, durante las vacaciones – que nos mantengan activos y motivados.
  • Actitud positiva. Fundamental para todo y también en este caso. Se trata de que busques el gusto por aquello que haces, con quien lo haces, es decir, por las pequeñas cosas que son las importantes.
  • Ilusionarnos por los nuevos proyectos y relaciones que vamos a establecer. La ilusión es uno de los motores de la vida para afrontar tus responsabilidades en tu trabajo o estudios.
  • Practica ejercicio físico porque ayuda a liberar endorfinas y hormonas de la felicidad. Secundariamente, el ejercicio nos libera del estrés que hemos estado acumulando, que influye en nuestro estado de ánimo.
  • Mantener hábitos de alimentación saludables: eliminar café, té, bebidas con cafeína y alcohol ya que agudizan el estrés, el nerviosismo y el insomnio con la consiguiente sensación de cansancio y agotamiento. Asimismo, llevar una dieta equilibrada, respetando los horarios de las comidas y sin saltarse ninguna.
  • Dormir entre 6-8 horas y evitar el insomnio. No deberías ya dormir la siesta (o no tan largas) y te deberías levantar un poco antes de la hora que sueles hacerlo.  Así conseguirás regular los ritmos de sueño-vigilia y disminuir el estrés producido por las prisas del “no llegamos”.
  • Usa técnicas de relajación y mindfulness.
  • Planifica la agenda los primeros días de trabajo, estableciendo un orden de prioridades. Muchos de nosotros volvemos desconcentrados, con poca capacidad de tomar decisiones rápidas debido a la apatía y ello produce que hacer dicha tarea se convierta casi en “misión imposible”. Es en este momento cuando podemos entrar en un bucle – que va a requerir, en algunos casos, ayuda profesional – ya que al trabajo acumulado debido al período veraniego se le suma todo aquel que no conseguimos hacer a la vuelta. En nuestra mente se forma una montaña de trabajo que llegamos a ver imposible de procesar.
  • Inicia la vuelta con un trabajo de baja intensidad. Por ejemplo, ordena la mesa: es muy importante que no existan montones de papeles o de expedientes. La organización que muestre nuestro sitio de trabajo es una expresión de nuestra organización – o desorganización- a nivel mental.
  • Prepara una actividad de ocio agradable que te permita desconectar para el fin de semana.
  • Comparte todo tu veraneo con tus compañeros, amigos y familia. Enséñales 1000 veces tus estupendas fotos y ese maravilloso vídeo de tus vacaciones pero piensa que posiblemente ellos también han tenido unas vacaciones que les gustaría compartir contigo. Escuchar es tan importante como hablar.
  • Paciencia. No hay mal que 100 años dure ni nadie que lo pueda aguantar. El síndrome o estrés – no diría depresión- postvacacional es una entidad pasajera de unos 10-15 días, que es el tiempo de adaptación a tus contextos habituales como el trabajo. Tiempo y actitud positiva, durante el mismo. Pero si se alarga más de este tiempo o la actitud empeora, será necesario buscar ayuda de un psicólogo o, si el tiempo te agobia, prueba una sesión de terapia con un psicólogo online.