
Nos conmociona conocer que un niño de 3 años haya presenciado el asesinato de su madre a balazos perpetrado por su propio padre a las puertas de su colegio, pero más allá de ese primer y brutal impacto, el caso se diluye en el tiempo y queda oculto tras la frialdad de unas estadísticas, ese recuento anestesiante de la peor consecuencia de una sociedad aún machista.
25 de noviembre. Día Internacional contra la Violencia de Género. Es momento de abrir nuestra mirada para comprobar que la huella de la violencia de género es mucho más extensa. El más dramático de los ejemplos son los ocho niños y niñas que han sido asesinados y asesinadas como consecuencia de la violencia machista, como forma de infligir el mayor daño posible a sus madres. Es nuestro mayor fracaso como sociedad.
Además, veintitrés niños y niñas han quedado huérfanos al ser sus madres víctimas de un crimen mortal a manos de su pareja o expareja. Pero día a día, de forma más o menos invisible, miles de niños y niñas crecen en entornos de violencia, de abuso de maltrato, en situaciones en que su propia integridad corre peligro. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo será el futuro de esos niños expuestos a esas escenas de violencia? Es más, ¿estaremos promoviendo una nueva generación de maltratadores y maltratados?
Como profesionales de la Psicología somos conocedores de los riesgos y las secuelas que entraña crecer en un hogar en el que se ejerce la violencia machista. Hablamos de ansiedad, depresión, patologías físicas y mentales, trastornos alimentarios, estrés postraumático, dificultades en el vínculo de apego, y también de la predisposición a sufrir o a ejercer violencia en la adolescencia y en la edad adulta.
En entornos donde se ejerce la violencia machista: hay predisposición a sufrir o a ejercer violencia en la adolescencia y en la edad adulta
No podremos presentarnos como una sociedad plenamente desarrollada mientras mujeres y también niños y niñas, son asesinados por el lastre de la desigualdad de género. De nada sirven minutos de silencio y consternación si no se toman medidas decididas e integrales para atajarla, afirman desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Vizcaya.
Se necesita un compromiso real, que aborde la violencia de género de forma integral, con políticas preventivas y de intervención psicológica desde las más tempranas edades, para poder erradicar las desigualdades sobre las que se asienta la violencia machista.
Pautas para evitar la violencia en entornos familiares
- Educar en sexualidad, desde niños
- Desarrollar una cultura de buenos tratos. Incidir en que hombres y mujeres somos iguales. Ninguno es superior al otro.
- Lo niños no deben tener más privilegios nunca, en ningún escenario.
- Padres y madres deben educar a los hijos por igual.
- Educar a los menores contra la violencia.
- Evitar la exposición de los menores a la violencia, dentro y fuera del ámbito familiar.