Hace unos meses publicamos el artículo “Mi hijo adolescente fuma porros, ¿qué hago?”. A raíz del mismo, recibimos – y seguimos recibiendo – muchas consultas de padres preocupados porque sus hijos adolescentes, menores de edad, han empezado a consumir diferentes tipos de drogas y, especialmente, cannabis.

Las fases del consumo de drogas

adiccion marihuana tratamientoEn el consumo de drogas hay tres fases:

1) Experimentación/cambio de estado de ánimo. Se da en adolescentes que están bajo una intensa presión por parte del grupo de amigos, en busca de su identidad. El primer contacto es pasivo. Imaginemos: Rubén tiene 17 años y le invitan a una fiesta en casa de un compañero de clase. A pesar de sus reticencias iniciales, ya que es tímido, sus compañeros le convencen. Una vez en la fiesta, alguien se le acerca y le ofrece un porro. A partir de aquí Rubén puede iniciar un consumo ocasional en fiestas, conciertos, salidas de fin de semana… siempre junto a su entorno de amigos, en pequeñas cantidades, que es suficiente para producir euforia o para “colocarse”, aunque el adolescente retornará a su estado normal sin ningún problema.

2) Consumo ocasional/repetitivo. El joven siente deseo de consumir por iniciativa propia, motivado por su entorno de amigos. De esta forma, se puede llegar a crear un hábito. Por ejemplo, compartir el consumo de un porro en el parque en el que se encuentran a diario. No condiciona ni el estado físico ni psicológico ni su relación con el entorno, de manera que podría dejar de consumir cuando quisiera.

3) Consumo regular/buscando el cambio de estado de ánimo. El joven mantiene una actitud activa hacia el consumo de marihuana, buscando la sustancia de abuso, ya sea esta u otra, ya que la necesita para divertirse, superar la timidez, vivir emociones fuertes o conseguir un estado de ánimo que le ayude a afrontar determinadas situaciones. Es el momento en que comienza a experimentar con bebidas alcohólicas de graduación cada vez mayores, hasta que se hace tolerante, disminuye la respuesta a una misma cantidad de droga y hay una necesidad de una dosis mayor para producir el mismo efecto. Se produce dependencia psicológica.

4) Dependencia/consumir para sentirse normal. Durante la dependencia física, el adolescente pierde el control sobre el consumo de la sustancia, ya que tiene que encontrar la manera de consumir para evitar los síntomas del síndrome de abstinencia.

¿Qué deben hacer los padres cuando sospechan consumo de sustancias?

Es frecuente que los padres acudan a nuestra consulta ante determinados signos de alarma que ellos mismos han visto, o porque han encontrado papel de fumar u otras cuestiones necesarias para el consumo de marihuana, o bien, porque el tutor de la escuela les ha referido inicio de la relación con jóvenes consumidores, ausencias escolares, discusiones, bajada del rendimiento académico… En cualquier caso, es suficiente para ponerse a investigar sobre la posibilidad de consumo real de la marihuana.

En general, cuando los padres y/o profesores detectan signos de alarma, generalmente, es porque el hijo está haciendo un consumo frecuentemente abusivo o una adicción. Es mejor actuar que minimizar.

¿Cuáles son las pautas para padres de adolescentes consumidores?

1) Si el consumo es ocasional y experimental

Los padres deben establecer una relación honesta con su hijo, que les permita discutir de forma abierta, sobre las drogas y su uso para imponer reglas de conducta y tomar decisiones sensatas con relación al alcohol y a las drogas.

Escuchar a tu hijo de forma respetuosa y comprensiva no supone renunciar a la autoridad, al contrario; los padres deben ser capaces de hacerle llegar a su hijo sus límites y reglas, siempre en un ambiente de comunicación relajado, porque así aumenta la probabilidad de que se llegue a un acuerdo.

Es importante que durante esta comunicación se potencie la autoestima del adolescente para que sienta que es respetado. Se consolida su identidad y hay mayor resistencia a la presión de los amigos.

A la vez que el adolescente hace tratamiento psicológico con un profesional, los padres también deberán acudir a sus sesiones para aprender habilidades de comunicación y de negociación.

Las principales pautas para hablar con un adolescente sobre las drogas son:

  • Si los padres quieren que sus hijos hablen con sinceridad, ellos se deben mostrar sinceros.
  • El clima de la conversación debe ser tranquilo, no amenazante y en que no se perciba ansiedad, positivamente hablando.
  • Hablar en primera persona “yo creo”, “yo pienso”, “yo siento”… para la expresión de pensamientos y sentimientos.
  • Sé breve pero sin excederte.
  • Escucha pero no interrumpas a tu hijo cuando hables.
  • Realiza preguntas abiertas y deja claro al adolescente en qué razonamientos se coincide y en cuáles se disiente pero sin criticar ni enjuiciar pero expresando un no inequívoco a las drogas.

2) Si el consumo es regular y dependiente

En este caso, el joven mantiene una actitud activa hacia el consumo de marihuana o cualquier otra sustancia de abuso. Él mismo busca la droga porque lo necesita para conseguir un estado de ánimo que le ayude a afrontar una determinada situación, momento en que aparece la dependencia psicológica.

En este momento, pueden experimentar con otras sustancias de abuso y aparece la tolerancia. Cada vez necesitan más cantidad.

En esta fase los padres acuden al profesional motivados por las consecuencias que el consumo regular de una sustancia está provocando en su hijo. Puede tener disminución del rendimiento académico, se relaciona con otros adolescentes que realizan conductas de riesgo, no cumple con sus obligaciones, con los horarios, tiene cambios de humor o se muestra aislado.

Las pautas para padres con hijos que realizan un consumo regular:

  • Hablar con su hijo sobre las drogas y dejarle clara su opinión. En todo caso, no se debe renunciar a que este diálogo sea honesto, sincero y claro.
  • Dejarle claro lo que se espera de él, tanto en relación al consumo de marihuana como respecto a sus actividades cotidianas y las consecuencias negativas que existirán si no cumple con las actividades y obligaciones asignadas.
  • Hablar en primera persona “yo creo”, “yo pienso”, “yo siento”… , especialmente, para la expresión de pensamientos y sentimientos.
  • En algunos casos de consumo regular, el diálogo puede no ser suficiente y será necesario recurrir a la amenaza del castigo aunque, en ocasiones, esta amenaza será motivo para desafiar a la autoridad. Si es así, los padres deberán supervisar el funcionamiento cotidiano del adolescente – estamos hablando de edades hasta 18 años -, estableciendo pautas de conducta que afecten a todas las áreas y haciéndole consciente de su responsabilidad en dicha conducta. Es lo que se denomina “observación estrecha”, según Robert Schwebel.  Esta supervisión se irá haciendo más flexible a medida que el hijo demuestre que no consume y es más responsable, momento en el que conseguirá más libertad e independencia.
  • Los padres pueden poner normas de no consumo a cambio de cosas que los hijos quieren como: dinero, horario de llegada más amplio, intereses, amigos,… A cambio, los hijos pueden prometer no consumir marihuana u otras sustancias.
  • En la fase de dependencia, la capacidad de razonar y auto controlarse del adolescente está muy afectada, por lo que la supervisión de los padres no servirá para parar el consumo. En ese momento, los padres deben buscar ayuda profesional tanto para su hijo como para ellos mismos.

En esta fase, los padres suelen afirmar que se sienten culpables e impotentes. Sin embargo, deben entender que ellos no son culpables de la situación, aunque sí se podrían considerar responsables de  intentar encontrar soluciones. Por eso, es importante que los padres no se muestren discrepantes educativamente delante del adolescente, formen un bloque fuerte, se impliquen ambos en el tratamiento que va a llevar a término el profesional.

De esta manera, si el adolescente se da cuenta que sus padres perseveran en su actitud, que siguen diciéndole que cuando las normas no se cumplen, habrá consecuencias negativas. Por el contrario, si los padres tienen un estilo educativo sobreprotector o indulgente, el hijo se mostrará menos predispuesto a abandonar el consumo.