Infidelidad emocional vs Infidelidad sexual: impacto diferencial de los celos

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A partir de la investigación realizada en mi trabajo de final de grado, réplica de trabajo de Canto, García i Gómez, (2009), se ha podido observar que las mujeres experimentan más preocupación ante una infidelidad de tipo emocional y los hombres ante una de tipo más sexual, aunque cuando entran en juego ciertas características de la relación de pareja, esta distribución varía.

En el estudio han participado de forma voluntaria 401 estudiantes de la Facultad de FPCEE (Blanquerna, Barcelona): 204 mujeres y 197 hombres, con edades comprendidas entre los 18 y los 43 años.

closer infidelidad
El cine ha recogido en infinidad de ocasiones el tema de los distintos tipos de infidelidad. Aquí, una escena de Closer.

Las hipótesis que se pretendían averiguar fueron las siguientes:

a) A los hombres les afectará más la infidelidad sexual y a las mujeres la infidelidad emocional (Buss, 2000).

b) El tipo de infidelidad que más afecta a los hombres y a las mujeres está modulado por las variables de su relación romántica (White y Mullen, 1996).

Primeramente se recogieron los datos sociodemográficos de las personas participantes: sexo, edad y orientación sexual. Seguidamente se les preguntó si tenían pareja en la actualidad o no, a fin de evaluar los aspectos de la relación en los casos afirmativos. A continuación se les describió una situación de infidelidad emocional y otra de infidelidad sexual y por último debían escoger el tipo de infidelidad (emocional o sexual) que les afectaba más.

Delante de la hipótesis formulada “A los hombres les afectará más la infidelidad sexual y a las mujeres la infidelidad emocional (Buss, 2000)», podemos decir que queda confirmada. Los hombres han adoptado una actitud de rechazo frente la infidelidad sexual y las mujeres consideran una amenaza mayor la infidelidad de tipo emocional, tal y como se presentan en las líneas más evolucionistas trabajadas por Buss (2000).

En las mujeres se ha mantenido un equilibrio general en todas las respuestas obtenidas, mostrando que presentaban una máxima preocupación ante una infidelidad emocional, independientemente del tipo de relación que mantiene en la actualidad con su pareja. En el caso de los hombres, este equilibrio no ha sido tan continuo.

Las respuestas aportadas por el sexo masculino estaban más influidas por las características de la relación tales como: si tienen pareja desde hace 1 a 3 años, si no convive con la pareja, si se sienten poco seguros en la relación, si consideran que su pareja tiene mucho atractivo sexual para los demás, cuando el compromiso en la su relación es elevado y cuando se sienten muy enamorados, serían los ítems de respuesta donde les preocuparía más una infidelidad de tipo sexual.

Cabe destacar que de los 20 ítems totales, los hombres han respondido de manera distributiva, es decir, se han visto que en el 50% de las características de la relación, los hombres encuestados les preocupa por igual una infidelidad emocional y una infidelidad sexual. Por tanto, la segunda hipótesis planteada por White y Mullen (1996), donde se dice que el tipo de infidelidad que afecta más a hombres y mujeres estaría modulado por las variables de su relación romántica, quedaría aceptada sólo en el caso de los hombres y refutada en el de las mujeres.

Las mujeres mostraban una máxima preocupación ante una infidelidad emocional

Los datos extraídos en el presente estudio han confirmado que existe una gran variabilidad de respuestas inter e intrasexo en las respuestas emitidas por los voluntarios que han sido partícipes en el estudio, y por lo tanto no encajan de manera exclusiva en los principios de la psicología evolucionista. Así pues, podemos encontrar resultados inconstantes en función de las experiencias previas, del concepto que tengamos sobre el término de infidelidad, de la educación hacia el amor y la sexualidad, de lo que hayamos vivido en nuestro entorno y cómo se ha este se ha afrontado y, por supuesto, de las complejas diferencias personales y de la relación que mantengamos o hayamos mantenido con nuestra pareja.

En la actualidad, una de las principales causas de ruptura de pareja es celos y todo lo que va implícito y explícito en este término. Es por este motivo que en la evolución sana de la relación de pareja es necesario que cada miembro que configurará parte disponga de una autoestima que no es esté mermada por los miedos y la interpretación de las amenazas.

Es desde la óptica sociocognitivista donde la experiencia de los celos recibe una connotación importante a través dos vertientes diferentes: la primera es cuando esta advertencia (real o imaginaria) desafía algún aspecto del autoconcepto de la persona que experimenta celos; la segunda es cuando disminuye algún atributo importante de la relación de pareja (Harris, 2003). Para Salovey (1991) y Buunk (1982), descubrió que nuestra pareja está interesada en una persona no deseable socialmente resulta difícil de asumir desde nuestro autoconcepto personal.

Consideramos más aceptable, desde un punto de vista social, que nuestra pareja sea infiel con una persona valorada aunque la emoción subjetiva de los celos se experimente de forma más severa, en respuesta a una amenaza hacia un rival que es superior en aspectos que son importantes para el autoconcepto de la persona celosa. En cambio, aquellas personas que dan más importancia a los aspectos emocionales de la relación es verían más afectadas por la infidelidad emocional, independientemente de que sean hombres o mujeres (Solovey y Rodin, 1984).

Estas características anteriormente descritas, nos llevarían a analizar las variables específicas que modularían las respuestas de los participantes en este estudio. Aunque la experiencia subjetiva de los celos aumenta a medida que la relación avanza (Comstock, 1997), por el miedo a perder a nuestra pareja, esto no implica que el tipo de infidelidad que más preocupe a los hombres varíe en función del tiempo que lleva con su pareja; para los hombres que llevan más de 3 años en una misma relación, la infidelidad que consideran más importante es la emocional, otorgando el 100% de sus respuestas cuando hace más de 7 años que está de pareja con la misma persona. Por el contrario, si no convive con la pareja y la considera muy atractiva, la infidelidad que más preocupa es la de tipo sexual.

Los celos es una de las emociones específicas que tiene como finalidad la protección del bienestar psicológico (DeSteno, 2006), así que ponerse en alerta ante la percepción de una posible amenaza sería una respuesta adaptativa. Pero la intensidad de la reacción, la conducta percibida como amenazante, las respuestas emitidas y las emociones asociadas serían determinadas socialmente.

Es por este motivo que para poder explicar las diferencias de género hacia el tipo de infidelidad sexual y emocional se requiere incluir características biológicas-evolutivas, pero también todas aquellas que hacen referencia al proceso de socialización y forman parte de nuestra cultura y, por tanto, de nuestro desarrollo como seres humanos.

Es imposible afirmar que las diferencias que encontramos son únicamente herencia o siquiera cultura, porque intervienen ambas teorías, además de las múltiples variables (como la autoestima) que configuran a una persona, sea del sexo que sea, y que podrían influir en la hora de elegir el tipo de infidelidad más amenazante.

Como se ha descrito al principio de esta investigación la infidelidad estaría definida como una ruptura de un pacto implícito o explícito en una relación de exclusividad sexual y afectiva en una pareja, pero a lo largo de este trabajo se ha podido observar la complejidad de la misma, ya que en cualquier proceso o fenómeno humano las variables y determinantes que entran en juego son múltiples. Por eso resulta difícil, e incluso artificial, aislarlas o identificarlas, ya que resulta ser un proceso muy complejo que está determinado por infinitas variables que convergen, se combinan y se potencian. Estas variables no se pueden concretar ni regirse por leyes generales y, consiguientemente, pretender aislarlas sería querer simplificar las causas que nos pueden conducir a cometer una infidelidad.

Dado que las causas de infidelidad tienen una génesis múltiple y que la elección de una u otra (emocional o sexual) como más amenazante podría estar influido también por varios factores personales, circunstanciales y culturales, habría que hacer un estudio posterior que contemplara y midiera los aspectos más bio-psico-socio-culturales de la persona. Así, se podría hacer un análisis más cuidadoso de todos los procesos que intervienen en las variantes intra y entre género y buscar, en caso de que existieran, las diferencias significativas.

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