¿Se corresponde tu Coeficiente Intelectual con tu Coeficiente Emocional? ¿Crees que el éxito académico es suficiente para garantizar el éxito laboral? ¿Por qué las mejores mentes no siempre ocupan los primeros puestos? Según los últimos descubrimientos en el conocimiento del funcionamiento del cerebro validan la idea de que las emociones son responsables en gran medida de nuestro comportamiento y su gestión acertada puede conseguir que desarrollemos una vida personal y profesional más satisfactoria.
Es común escuchar que el Coeficiente Intelectual (CI) es un excelente indicador para establecer si una persona puede alcanzar el éxito en la vida. Esta idea nace de la teoría que a través de la puntuación del test de inteligencia se puede determinar e incluso establecer un vínculo estrecho entre el desempeño académico y el éxito profesional que pueda alcanzar una persona en el futuro.
A pesar de esta teoría, investigadores y empresas han podido detectar desde hace algunas décadas que las competencias necesarias para alcanzar el éxito en la vida están relacionadas con otros aspectos, y no pueden ser determinadas mediante la aplicación de algún tipo de test.
Esta opinión nace porque los estudios realizados pudieron confirmar que no basta solo con tener un cerebro brillante y por ende un elevado coeficiente intelectual, es necesario adquirir otras competencias como la empatía, entender y manejar nuestras propias emociones y las ajenas, debemos tener la capacidad de manejar con conciencia y habilidad las relaciones sociales con la finalidad de conectarnos positivamente con otros, manejar el miedo y ser asertivos.
En este sentido, la inteligencia emocional es la mejor herramienta que nos ayudará a ser felices y tomar las mejores decisiones en el camino que debemos transitar para alcanzar el éxito personal.
El papel de las emociones en la vida. ¿De qué trata la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional se refiere a la “habilidad para manejar los sentimientos y las emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los pensamientos y las acciones propias” (Peter Salovey, 1997). Esto quiere decir que se trata de desarrollar la capacidad de conocer nuestras emociones y descubrir las emociones de otras personas para promover el crecimiento emocional e intelectual.
Desarrollar la capacidad de entender nuestras emociones es indispensable para alcanzar un apropiado bienestar emocional, si aunado a esto adquirimos la capacidad para identificar las emociones de otras personas y ser consecuentes con ellas, lograremos ser más asertivos y exitosos en nuestras relaciones sociales.
La inteligencia emocional aporta las herramientas que una persona requiere para que logre solucionar de manera más óptimas sus problemas o los ajenos, afrontar de mejor manera las situaciones adversas y, lograr una mejor percepción del bienestar emocional con mayor satisfacción.
En fin, la inteligencia emocional puede ser de mucha utilidad en situaciones comunes como encontrar empleo, resolver un examen o las dificultades que puedan presentarse a diario, y hacerlo de manera más exitosa.
Según John Mayer (2001), al desarrollar la inteligencia emocional una persona adquirirá la capacidad de:
- Descubrir y expresar asertivamente sus propias emociones.
- Entender dónde nacen sus emociones.
- Manejar adecuadamente sus emociones aprovechando al máximo sus aspectos positivos y reduciendo significativamente los negativos.
- Tendrá la capacidad de hacer lo propio con las emociones de otras personas.
La inteligencia emocional abarca aspectos tan complejos que supera la empatía y la identificación de las emociones propias y ajenas, permite actuar de una manera más apropiada y satisfactoria para cada individuo y su entorno. Es decir, envuelve dos valiosas dimensiones: la propia y la de las personas que nos rodean.
¿Se nace con inteligencia emocional o se desarrolla?
La inteligencia emocional es un tema que ha cobrado fuerza en los últimos tiempos, al punto que incluso está de moda. Este auge se debe a las constantes y recientes publicaciones científicas en torno al tema que surgen ante la evidente frialdad de una inteligencia académica pura y dura a la cual le hace falta una buena educación afectiva para compensar y elevar su nivel.
Los especialistas en esta materia coinciden en que la inteligencia emocional no se crea al nacer y es rígida, más bien es una competencia que puede ser desarrollada, entrenada y fortalecida mediante las experiencias que se adquieren desde la infancia hasta la edad adulta sin limitaciones, pero que indudablemente deben ser trabajadas desde niños para que su desarrollo sea más efectivo.
La herencia genética es otro elemento por medio del cual se traspasan las características y tendencias de padres a hijos. Aunque algunas son percibidas parcialmente otras son transferidas completamente. Algunos ejemplos, son la estatura, el color de ojos, piel y cabello que generalmente están completamente determinados, pero otros factores ligados a la inteligencia emocional como la empatía, la asertividad, la valentía, el manejo de la frustración, entre otros solo son transferidas parcialmente a través del ADN, debido a esto, pueden ser adquiridas, entrenadas, desarrolladas y mejoradas.
En conclusión, de la misma manera que el coeficiente intelectual es heredado genéticamente y puede ser mejorado, la inteligencia emocional, aunque no es heredada completamente, está en el ser humano y este la puede ir desarrollando con el tiempo.
Consejos para potenciar la inteligencia emocional en casa
La inteligencia emocional es una competencia que desarrollada efectivamente ayuda a las personas a vivir saludablemente, a comprender sus talentos y debilidades y las de otras personas, y a desarrollar un excelente bienestar mental.
Estos aspectos denotan la importancia de su desarrollo desde temprana edad ya que repercutirá positivamente en el bienestar psicológico, en su crecimiento global y en la capacidad de plantearse metas y objetivos personales y como alcanzarlos sin caer producto de las frustraciones.
Los siguientes consejos ayudarán a mejorar la inteligencia emocional de los niños en casa.
- Trabaja el diálogo emocional con los pequeños. Los padres representan el modelo a seguir para sus hijos, por lo que conocer las emociones propias, sus causas y consecuencias permitirá transmitirles ese conocimiento de la mejor manera posible.
Para trabajar la conciencia emocional propia y la de la pareja, se pueden hacer ejercicios de comunicación y responderse preguntas sobre cómo se sienten en un momento determinado y por qué, como manifiestan esos sentimientos y que pueden hacer para mejorarlo.
Conocer mejor sus capacidades en cuanto a inteligencia emocional se refiere tanto a nivel personal como en pareja facilitará la tarea de conversar con los hijos sobre este tema y enseñarles basados en el ejemplo y la experiencia.
- Enséñales a gestionar sus propias emociones. La capacidad para conocer y gestionar las emociones propias en conjunto con el dialogo contribuirá a hacer más sencillo el proceso de enseñarles a detectar como se sienten y como pueden afrontar de la mejor manera posible las situaciones que se le presenten a diario, la práctica es la mejor herramienta para desarrollar la conciencia emocional.
- Refuerza la empatía desde casa. En este particular, la mejor enseñanza es el ejemplo, por lo que se deben aprovechar al máximo las oportunidades para mostrar empatía. Demostrarles que tenemos la capacidad de experimentar sus mismos sentimientos y emociones al ponernos en su lugar, escucharlos de forma activa y enseñarles cómo responder asertivamente será el mejor ejercicio de comprensión y respeto mutuo y de las emociones.
Aprende a adoptar una visión positiva de la vida mediante el desarrollo de la autonomía emocional, las habilidades socio-emocionales y la adecuada resolución de conflictos.