EMOCIONESTodas nuestras emociones son adaptativas. Cada una de ellas nos ayuda a enfrentarnos a situaciones complicadas de la vida.

Si recordamos la investigación de Paul Ekman (1972), observamos cómo existen una serie de emociones básicas o universales, estas emociones se clasificaron en: alegría, tristeza, ira, asco, miedo y sorpresa. A cada una de estas emociones, le sigue una expresión corporal que permite que se reconozca la emoción que estamos sintiendo.

De esta forma, la alegría permite con la sonrisa que nuestro receptor entienda que me está haciendo feliz lo que está diciendo, el miedo y el asco funcionan como una forma de alarmar sobre algún peligro cercano. La sorpresa nos mantiene a la expectativa de lo que pueda ocurrir. La tristeza, con el llanto, nos ayuda a sobrellevar los malos tragos y a la adaptación de los cambios.

Sin cada una de ellas, nos va a resultar complicado tener un autoconocimiento y analizar cada una de nuestras reacciones emocionales.

¿Qué ocurre si no expreso mis emociones?

Si debido a distintas situaciones hemos aprendido a no expresar de forma adecuada mis emociones, tendremos consecuencias relacionadas con la aceptación de nosotros mismos.

La falta de expresión viene de la mano de un escudo protector que evita que nos hagan daño. Si no saben que estoy sintiendo, ¿cómo pueden hacerme daño? Pero, realmente, ¿quién sufre? El sufrimiento se localiza directamente en nosotros mismos, de tal manera, que siendo personas emocionales, estamos limitando nuestra capacidad empática y nuestra necesidad de expresar tales emociones. Cuando utilizamos nuestro escudo para protegernos, estamos protegiéndonos de forma inadecuada, ya que el malestar que se produce es únicamente en nosotros mismos.

Si no demostramos qué sentimos y quiénes somos es difícil conectar con los demás y poder compartir todas mis capacidades. Significa, por tanto, que si no nos mostramos como verdaderamente somos, tanto en nuestras capacidades como en nuestras emociones, dejaremos de ser nosotros mismos, utilizando una represión de nuestro propio yo.

Para poder perder el miedo a esa posible dolencia, es importante comenzar poco a poco a reconocer y conocer nuestras propias emociones y la manera que tengo de expresar las mismas.

Mediante técnicas psicológicas, se consigue conectar con uno mismo y comenzar la aceptación de todo lo que somos.

¿Quieres aprender a expresar tus emociones?