En octubre del pasado año el presidente Donald Trump declaró la emergencia sanitaria por la ola de adicción a los opiáceos que vive Estados Unidos. Una epidemia que el mandatario tildó de “emergencia de salud pública”. La Casa Blanca no llevaba a cabo una medida así desde 2009, cuando se produjo el brote de gripe H1N1.
El abuso de las drogas se ha convertido de nuevo en uno de los grandes problemas sociales del país en pleno siglo XXI. Según los últimos datos, en 2016 casi 64.000 estadounidenses perdieron la vida por sobredosis. El resultado son 175 fallecidos cada día, una cifra cinco veces superior a 1999, año desde el que más de 600.000 personas han perdido la vida por estas adicciones.
Entre las culpables sustancias como la heroína pero también muchas otras habituales en recetas médicas: oxicodona, hidrocodona, codeína, morfina, fentanilo. Las estadísticas se disparan y el número de adictos ya supera los dos millones. Una crisis que no sólo ha reducido la esperanza del país por segundo año consecutivo, sino que además ha costado en un año más de 500.000 millones de dólares por las muertes, los gastos médicos y la pérdida de horas trabajadas.
El sistema sanitario, principal responsable
Muchas las de las muertes se relaciona de forma directa con la prescripción indebida de los medicamentos opiáceos y el abuso de diferentes derivados de estos. En 2016 hubo 216 millones de recetas.
En Estados Unidos se toman 50.000 dosis de opiáceos al día por cada millón de habitantes, según señala Infobae. Se trata de una cifra casi un 40 por ciento más alta que en Alemania y Canadá, y el doble de la tasa de Austria y Dinamarca. Es cuatro veces más alta que en Gran Bretaña y seis veces más alta que en Francia y Portugal. “Los médicos estadounidenses prescriben mucho”, expresó la BBC.
El problema radica, según los expertos, en el sistema de atención sanitaria del país. Al ser un modelo principalmente privado la probabilidad de que las aseguradoras paguen una píldora es mayor de que corran con los gastos de la terapia física o la repetición de tratamientos.
«La mayoría de los seguros, especialmente los de los pobres, no pagarán nada más que unas pastillas», explica a la BBC Judith Feinberg, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia Occidental. «Digamos que tienes un paciente que tiene 45 años. Tiene un dolor fuerte en la parte inferior de la espalda, lo examinas, y ves que tiene un espasmo muscular. Realmente lo mejor es la terapia física pero nadie pagará por eso. Así que los médicos se preparan para tirar de la plataforma de recetas. Incluso si el seguro cubre la terapia física probablemente necesite autorización previa, lo que implica mucho tiempo y papeleo».
Un informe del CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de 2011 señaló que las ventas de analgésicos opioides de prescripción se multiplicaron por catorce en el periodo de 1999 a 2010.
Los factores del cambio de perspectiva
A lo largo de los últimos años se ha vivido un cambio bastante palpable en la perspectiva frente a los opioides. La opiofobia y el uso restrictivo de los analgésicos opioides ha dado un vuelvo hacía una opiofilia, tal y como señala la Guía de consenso para el buen uso de analgésicos opioides, elaborada por Socidrogalcohol (Sociedad científica española de estudios sobre el alcohol el alcoholismo y las otras toxicomanías).
Este cambio de perspectiva puede venir determinado por varios factores como:
• Una menor tolerancia de la sociedad actual al dolor y el sufrimiento.
• La mayor sensibilización de los profesionales frente al dolor.
• La creación de unidades específicas para el tratamiento del dolor.
• La eliminación de trabas administrativas para la prescripción.
• La aparición reciente de nuevos opioides y nuevas vías de administración. Como el caso del Oxycontin en 1995. Un productoindicado para el dolor crónico no oncológico que se lanzó bajo una potente campaña de marketing.
• La presión comercial de la industria farmacéutica. En 2016, por ejemplo, OxyContin Purdue Pharma gastó 7 millones de dólares en regalos para médicos y hospitales. De 1996 a 2001, la compañía patrocinó 40 «simposios nacionales de manejo del dolor». En esos seis años las recetas aumentaron de 670.000 a 6 millones.
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