Sentado en la consulta, Sasha decía “¿ sabes, Dolors? Orwell, el de 1984, se equivocó con lo del Gran Hermano. No es un ojo que lo ve todo, ¡no, qué va, es el móvil! Es el WhatsApp, el mail e, incluso, las redes sociales. ¿Ves? Llevo dos: el personal y el del trabajo pero da igual, si tengo apagado uno, me llaman por el otro. Así, mi jefe se asegura que, en cualquier momento del día, estoy disponible, o me puede enviar un mail con el asunto ‘urgente’ o me puede enviar WhatsApp. Lo normal es que conteste, porque si no, al día siguiente, ya me hace notar, en público, “que hice algo que no debía”. Y me gusta mi trabajo y todo lo que le rodea pero la cuestión es ¡ya no puedo más! ¿qué puedo hacer?”
¿De quién es “la culpa”?
Consultas cómo esta son cada día más abundantes en los centros de psicología. Tanto los smartphones como las tarifas planas parecen ser unos de los factores responsables de la eliminación de las fronteras espaciotemporales. Sin embargo, esta llamada, mail o WhatsApp del jefe, considerado inapropiado por parte del trabajador, es “culpa” de esa misma inexistencia de una clara definición de aquello que llamábamos fin de la jornada laboral, pero que acaba incidiendo directamente en el trabajador al producirle estrés y desmotivación.
Aún así, es el jefe quien debe tener claro que la jornada laboral de sus trabajadores tiene un horario de inicio y de fin y fuera del mismo, empieza su vida privada donde ni existe ni debe existir ningún tipo de relación contractual.
De cualquier manera, también está bien hacer autocrítica entre los trabajadores y dejar claro que contribuyen a aumentar la laxitud de la jornada laboral, con cierta tendencia a la disponibilidad total. Para ello, solemos llegar un poco antes para poder preparar el trabajo, comer delante del ordenador, salir más tarde para dejar acabado el trabajo del día…¿ Por qué? Por autoexigencia, complacencia y, en la mayoría de las ocasiones, miedo a la pérdida del trabajo.
La falta de una jornada de trabajo con horario definido produce estrés y desmotivación en el empleado
Qué es exactamente la demencia del preocupado
Cada vez más empresas están obsesionadas por obtener excelentes niveles de productividad, contando con menos personal el cual se ocupa, al mismo tiempo, de diversas tareas ( multitasking). La calidad del mencionado trabajo se ha reducido a pesar de que a los trabajadores, de forma paradójica, se les solicita tener un alto rendimiento.
Todo ello lleva a que dichos trabajadores sufran un nuevo síndrome denominado “demencia del preocupado” que nos produce la frecuente sensación de que se nos olvida algo que debíamos hacer y que, además, no conseguimos recordar qué era, lo cual nos convierte en personas que sufrimos de preocupación. Por ello, la neuróloga Frances Jensen – conocida por ser la autora del libro “El cerebro adolescente”- lo denominó “demencia del preocupado” ya que se asemeja a una demencia – en sentido estricto- debido a las alteraciones de la memoria, la razón o la conducta, causadas por la preocupación constante. Se produce porque nuestro cerebro no puede cambiar tan rápidamente de tarea como la que se nos solicita por las empresas. Por tanto, disminuye la atención y el rendimiento.
El trabajador tiene la sensación frecuente de que se le olvida algo que tenía que hacer
¿Cómo afecta a los trabajadores?
Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el estrés psicolaboral “es el causante de entre el 50% y el 60% de todas las jornadas laborales perdidas”.
La tiranía de estar permanentemente hiperconectados -pero con la empresa- resulta perjudicial para el trabajador y, también, para la empresa.
Según un estudio realizado por la Asociación Americana de Psicología, esta atención constante al trabajo a través de cualquier dispositivo móvil y fuera de horas “teóricamente” de trabajo, produce que el estado de ánimo sea bajo y, a la vez, aumenta el nivel de estrés. En este estudio se recogían datos procedentes de distintas profesiones y se observó que el principal problema era la incertidumbre ante la posibilidad de recibir, en cualquier momento, un mail, un WhatsApp, un SMS, una llamada… en que se les indicara que debían ponerse a trabajar.
Según dicho estudio, se obtuvieron niveles de satisfacción menores en todos aquellos trabajadores a los que durante su jornada laboral se les avisó que, esa noche, debían estar pendientes de sus smartphones o tablets, aunque ninguno de ellos recibió ningún tipo de aviso durante la noche.
Cuando a este mismo grupo de trabajadores no se les comentó que estuvieran pendientes de llamadas, mails o whatsapps durante la noche, su estado de ánimo aumentó.
Por tanto, es posible que todos tengamos un límite de trabajo diario, en que se enciende la alerta psicológica la cual produce la respuesta del organismo segregando mayor cantidad de cortisol, una hormona relacionada con los niveles del estrés y la ansiedad. Los niveles diarios de cortisol alcanzan su máximo nivel en las primeras horas del día. Durante el día van disminuyendo hasta alcanzar niveles de relajación relacionadas con el fin de la jornada laboral y el inicio del tiempo de ocio.
Sin embargo, cuando se tiene un estrés o ansiedad elevado – como el de un trabajador bajo la presión de una posible llamada o mail urgente– la disminución del cortisol no ocurre igual que en profesiones en que esta “amenaza” no está presente. Es aquí donde debemos poner en una balanza qué es más importante: ¿el trabajo o la salud? Si tenemos salud siempre podremos tener un trabajo pero si no tenemos salud, da igual todo lo demás.
Cómo sé que tengo la demencia del preocupado
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 29% de la población tiene o tendrá a lo largo de su vida trastornos relacionados con crisis de pánico, fobias y trastorno obsesivo-compulsivo. Dentro de este espectro, aquellos que llamamos worriers o preocupados, representan un 6% del total.
Si a diario se te quedan cosas por terminar en el trabajo y te han dicho que “tu productividad está bajando” aunque sientes que te esfuerzas más de lo que lo hacías en el pasado seguramente estás afectado por la demencia del preocupado.
Además, tienes una gran cantidad de pensamientos automáticos negativos recurrentes, “no puedo parar de pensar”, como me decís a veces durante la terapia. Posiblemente te encuentres ante un caso de trastorno de ansiedad generalizada. Un ejemplo gráfico, para entenderlo: hemos empezado el año y tocan meses de trabajo hasta que lleguen las vacaciones. Momento en el que la mayoría de nosotros “desconectaremos” rodeados de mar, de montaña, de descanso… excepto tú, ¡sí, tú! ¿Por qué? Porque tendrás la sensación de que “has abandonado” tu trabajo (aunque te hayas ido de vacaciones con smatphone, Ipad y portátil).
¿ Qué ocurre? La mayoría de nosotros estaremos estresados ya en esas fechas y unas vacaciones nos servirán de cura de relajación pero a ti solo te provocarán un aumento en la segregación de prolactina y mayor estrés porque tienes un trastorno de ansiedad generalizada. Dicho, claramente, en parte, tú también eres responsable porque eres hiperexigente y muy perfeccionista y, por ello, para ti, las vacaciones son una pérdida de tiempo (hablando en términos de productividad).
Por otra parte, eres hiperactivo e hiperemotivo, tienes insomnio y crees que lo vas a curar con ansiolíticos. Además, la tecnología en forma de Smartphone, Ipad o portátil, también, lo sueles usar como tal.
Todo esto, en pacientes con enfermedades cardio o cerebrovasculares, aumenta un 74%, el riesgo de infarto, según un estudio llevado a cabo por la Universidad de San Francisco.
Cómo se puede solucionar la demencia del preocupado
- Descubrir nuestros límites. Constantemente recibimos información en este mundo hiperconectado pero debemos elegir aquello que no es útil o interesante y rechazar el resto. Nuestro aprendizaje sociocultural, nuestra experiencia personal, entre otros, son factores que pesan mucho en la constitución de nuestras creencias que son las que seleccionan, valoran, jerarquizan y descartan. Es decir, actúan de filtro a nivel cerebral porque, de lo contrario, se produciría un caos mental.
- No todo es igual ni precisa de la misma atención ni durante el mismo tiempo Debemos recuperar la atención y la capacidad de reflexión, aprender a distinguir entre lo que es urgente, lo que sólo es necesario y, sobre todo, lo que puede esperar. Para ello, también, es necesario que le demos un significado y una exigencia determinada a cada una de nuestras tareas cotidianas.
- Descubrir nuestras prioridades. Tenemos que frenar nuestro ritmo diario un momento y preguntarnos: ¿es lo qué quiero para el resto de mi vida? Si la respuesta es afirmativa, ¡adelante! Hay muchas personas que persiguen más que el éxito, el reconocimiento profesional. Pero, si has contestado negativamente, quizás es el momento de eliminar todo aquello que no aporta nada a tu vida. Elige cuidadosamente lo que pones en cada lado de tu balanza emocional para que, después, las puedas trabajar efectivamente, con una dedicación correcta y haciendo que tu vida se vuelva más productiva, más tranquila y más feliz.
- Buenos hábitos. Realiza a diario ejercicios de respiración y relajación y mantén una dieta equilibrada, descansa de 6-8 horas diarias y realiza algo de actividad física.
- Presta atención plena con mindfulness. «El mindfulness es un entrenamiento que permite una modificación de la percepción y del manejo de los estresores a partir de una mayor conciencia en el aquí y el ahora, en una atención plena en cada fenómeno que se nos presenta así como en una mayor empatía y aceptación hacia los mismos”, según el Dr Jon Kabat-Zinn de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts.
- Sé un referente para tus hijos La multitarea se “contagia” ya que se aprende por modelado. De la misma manera que tus hijos ya saben usar los smartphones, portátiles y otros procesadores con mayor velocidad que tú mismo, te has convertido en un referente de acción para tus propios hijos, a quienes inculcas esta forma de proceder.Pero ¿seguro que le quieres inculcar esta forma y no una más serena?
- Pedir ayuda. Si la situación te sobrepasa no dudes en pedir ayuda a un psicólogo, unas sencillas pautas para la gestión del estrés, para la optimización de tu tiempo laboral y familiar y algunos cambios de hábitos en tu vida diaria.
Cada vez más podemos observar la demencia del preocupado en los trabajadores de diferentes empresas. La solución pasa tanto por el trabajador como por la empresa ya que, el primero, debe combatir el síndrome mientras que la segunda debe poner todas las medidas necesarias para que el trabajador pueda conciliar su vida laboral con su vida familiar/ocio, sin intromisiones de la primera en la segunda, por el bien de la productividad de la mencionada empresa.
Antes hacíamos una distinción muy clara entre lo que era la vida real y la virtual, pero esa diferencia se estrecha cada vez más