depresión adolescentesSilvia, de 16 años, llega a la consulta tras un largo periplo por diversos psiquiatras y psicólogos, con todos los cuales ha acabado teniendo problemas.

Silvia forma parte de una familia funcional compuesta por su padre, su segunda esposa y las dos hijas nacidas de este matrimonio, hermanastras de Silvia. La paciente vivió el tormentoso proceso de divorcio entre sus padres y el juicio por su custodia y, años más tarde,  las nuevas parejas de ambos. Su presunto “malentendido” con la pareja de su madre le motivó, por deseo propio, a querer vivir con su padre, su esposa y sus hermanas.

Cuando Silvia llega a consulta, no puede casi verbalizar nada y, por tanto, debemos establecer una fuerte alianza terapéutica. Posteriormente, ya es capaz de afirmar que “soy fea”, “estoy gorda”, “nadie me amará nunca”.

Tras la evaluación psicológica, se le diagnostica trastorno depresivo mayor y dismorfofobia. Posteriormente, ya dentro de la intervención cognitivo-conductual, se descubre que Silvia -además- lleva a cabo conductas autolíticas. Actualmente sigue en tratamiento pero muchas de estas conductas y pensamientos ya forman parte de un pasado que parece muy lejano.

La depresión en adolescentes es una tristeza con o sin razón que la justifique, con un bajo nivel de autoestima, pesimismo, ideaciones tanatolíticas o autolíticas, alteraciones del sueño y de la alimentación.

¿Existen diferencias por sexo o edad?

Suele aparecer tanto en chicos como en chicas, pero las chicas tienen una propensión entre 2-3 veces mayor debido a las exigencias socioculturales del entorno y a factores hormonales.

El grueso de las depresiones entre los adolescentes se halla entre los 14-17 años, aunque hay que recordar que este es un trastorno muy prominente que puede afectar desde niños de 5 años hasta ancianos.

¿Cuáles son las principales causas?

  • Neuroendocrinológica: existen evidencias de que las depresiones endógenas se dan por una alteración del complejo hipotalámico-hipofisiario. También se han descubierto alteraciones biológicas referidas al sueño puesto que se producen unas ondas cerebrales de distintos tipos y duraciones, distintas en pacientes deprimidos.
  • Neuroanatómicas: en la depresión, existen disfunciones en la zona del sistema límbico, córtex prefrontal y temporal, cíngulo anterior y núcleo caudado.
  • Funcional: entre los 14-17 años, el cerebro sufre una serie de modificaciones que alteran las conducciones neuronales, eliminan células innecesarias y priman redes imprescindibles para el aprendizaje como adultos. Sin embargo, no se ha confirmado que ello esté relacionado con los trastornos depresivos.
  • Bioquímico: según la hipótesis catecolaminérgica, algunas depresiones presentan disminuciones funcionales en la noradrenalina mientras que, según la hipótesis serotoninérgica, se le atribuye un papel decisivo a la disminución de la serotonina como factor desencadenante de la depresión.
  • Psicológicos: los rasgos de personalidad, que no son heredados, sino que se aprenden a través de la relación estrecha y de la dependencia con otros miembros de la familia.
  • Socioculturales: el adolescente hace una selección constante ya que no sólo cambia su mundo social y sus relaciones sino que él mismo se enfrenta a un proceso de toma de decisiones para el cual, no siempre, está preparado. Por otra parte, siente la presión del grupo de compañeros que lo pueden empujar a decidir hacia una serie de valores opuestos a los que le han enseñado.

Asimismo, el desarrollo mental del adolescente tiene un papel importante en la definición de su identidad ya que se ve moldeada por los aprendizajes de tipo sociocultural así como por factores de tipo contextual, que podrían estar más directamente relacionados con la depresión.

Por otra parte, la pobreza y/o un bajo status socioeconómico de la familia se ha relacionado, también, con riesgo de trastornos depresivos. De cualquier manera, actualmente la pobreza se considera más una causa que un factor de riesgo puesto que no se ha hallado una correlación directa.

  • Familiares: la conducta de los padres puede influir negativamente, especialmente si los padres también tienen depresión ya que los adolescentes tienen un modelo de pensamiento lleno de distorsiones, errores cognitivos y otros componentes que transmiten a sus hijos un estilo cognitivo depresógeno.

¿Puede una persona cercana reconocer a un adolescente con depresión?

Lo que pueden es apreciar un cambio en su estado de ánimo general o en su conducta. Así, puede pasar de un ánimo eutímico (alto, excitado, alegre ) a distímico (bajo, llanto, tristeza). En esta disforia (cambio del humor) puede llegar, fácilmente, a la irritabilidad. Se nota un aumento de la sensación de infelicidad, pena y llanto frecuente sin motivo aparente, con reacciones de enfado súbitas e, incluso, verdaderos ataques de rabia por cuestiones sin importancia.

De la misma manera, se produce un bajón en el rendimiento académico sin causa justificable, lo cual le llevará al absentismo escolar, al alejamiento progresivo del colegio y de la familia, problemas de concentración y elevada distractibilidad.

Su irritabilidad le lleva a continuos conflictos con las figuras de autoridad, ya sean padres o profesores. Se vuelve exigente, con una baja tolerancia a la frustración, egoísta, no empatiza.

Habla, muy a menudo, de “me iré de casa” o “desapareceré” o “no pasaría nada si desapareciera” con lo cual se tiene que tener especial cuidado puesto que es posible que esté verbalizando una posible conducta tanatolítica.

Sufre numerosas somatizaciones en forma de cefaleas, dolores abdominales, de nuca, hombros, musculares, cansancio y debilidad.

¿Cómo se puede reconocer la gravedad del problema?

Podemos identificar una posible depresión con los síntomas anteriores pero, especialmente, si el adolescente verbaliza conductas tanatolíticas o autolíticas en forma de automutilaciones. Igualmente, cuando muestra rechazo de sí mismo ya sea físicamente (dismorfofobia) o psicológicamente (autoestima muy baja). En cualquiera de estos casos o los anteriormente mencionados, no lo dudes: tu hijo, amigo necesita ayuda profesional inmediata. Consulta aquí a un psicólogo.

¿Cuáles son los tratamientos más comunes en terapia psicológica?

Depende de la orientación del terapeuta. La mayoritaria es la cognitiva-conductual pero existen muchas otras como son la terapia breve estratégica, el humanismo, la psicoterapia sistémica, el psicoanálisis, la gestalt,… Cuando se funden elementos de diversas orientaciones, da lugar a la orientación ecléctica.

¿Se usan fármacos para ayudar al paciente?

La medicación actúa, sobre todo, a nivel de la sintomatología pero no sobre la mayoría de las causas. Por tanto, por mucho que se tomen fármacos, sin hacer psicoterapia no se resolverá el problema.

Respecto a las resistencias, depende de la edad. Si el adolescente tiene 14 años son mayoritariamente los padres quienes se niegan a que sus hijos sean medicados. En cambio, si hablamos de un adolescente de 17 años, que es mucho más consciente que si toma un antidepresivo no puede tomar alcohol o fumarse un “porro”, entonces es él quien se niega.

¿Cuánto tiempo tardaremos en ver una mejoría?

Depende de varios factores: la severidad de la depresión, la colaboración del paciente en su propia terapia y ser conscientes, sobre todo y desde el primer día, de que la terapia con el psicólogo es un proceso gradual y lento cuyos avances deben mirarse desde el punto de partida y no desde la meta para evitar el desánimo fácil.

¿Cómo reacciona un adolescente a la terapia?

Desde la oposición frontal, lo que se llama un paciente “hostil o difícil” hasta la colaboración al 50% que  realmente es lo que se le pide. Pasando por aquellos que tienen el llamado “pensamiento mágico” y creen que sólo sentándose en el sofá de la consulta, los psicólogos tenemos una especie de “poderes mágicos” mediante los cuales curamos en una sola sesión.

¿Cómo puede ayudar un familiar a un adolescente con depresión?

  • Buscar ayuda profesional que le permita detectar irregularidades, ya sea a nivel médico, psicológico y educativo, si fuera necesario.
  • Mirar si la dinámica familiar puede ser la desencadenante de la depresión, con la ayuda del psicólogo.
  • Favorecer la integración del hijo en el grupo familiar, haciéndolo sentir importante dentro del mismo.
  • Revisar sus hábitos alimenticios, pautas de sueño así como la organización del material de colegio y ropa.
  • No recriminarle que está deprimido sino ofrecerle apoyo incondicional y escucharlo.

¿Cómo puede un amigo ayudar a un adolescente con depresión?

  • Acepta: dile que sabes que está mal y que lo quieres ayudar. Explícale cosas porque ellos tienen la falsa sensación de que no le importan a nadie. Así le darás un pequeño “empujón” para empezar a hablar sobre la depresión e, incluso, para pedir ayuda profesional.
  • No hagas pretender que la depresión no existe o que no es importante porque esto debilitará aún más al adolescente, lo hará sentirse insignificante y que no lo tomas en serio.
  • Pregúntate qué puedes hacer para ayudarlo: hazlo con tacto y no te enfades si no se abre. Lo que no debes hacer es insistir porque pensará que le estás fallando y esto puede ser perjudicial.
  • Escucha: a veces solo necesita a alguien con quien hablar. La escucha debe ser activa, sin juzgar ni aconsejar. A no ser que te lo pida, no se lo expliques a nadie más, dale tiempo, no le des un montón de posibles soluciones porque, seguramente, no te ha explicado del todo el problema. Intenta ser amable y comprensivo, déjalo hablar, sin interrupciones y sin convencerlo de que está equivocado.
  • No uses expresiones como ¡alégrate, anímate, tranquilo, vive la vida, la vida es muy bonita!. Al adolescente le encantaría poder ver las cosas así pero ahora no puede y sólo sirve para ponerse peor.
  • Dile que busque ayuda profesional: a ti te hará más caso que a nadie.
  • Paciencia. la depresión es una enfermedad dura y complicada.
  • Permanece a su lado: no hace falta que hagáis nada especial, hablar, mirar una peli, jugar, escuchar música, dar un paseo.
  • Si consigues que salga de fiesta, recuérdale. la medicación no se puede mezclar con el alcohol o drogas.