Fotografía: Ignacio Gil
Fotografía: Ignacio Gil

No es fácil hablar acerca cómo querrías que fuera el final de tu vida pero probablemente es una de la conversaciones más importante que debes tener con tus más allegados. Así lo considera el colectivo de The Conversation Project, fundación estadounidense cuyo objetivo es motivar y ayudar a todos los ciudadanos a mantener la conversación más difícil pero más necesaria de nuestra vida con nuestros seres queridos: nuestra voluntad para cuando muramos.

Un 56% de personas afirman no haber expresado jamás sus deseos para el final de sus vidas, determinó una encuesta realizada por la California HealthCare Foundation en 2012. Pero, ¿tan importante es? En efecto. Decidir cómo queremos morir, qué cuidados queremos recibir y qué no o qué queremos que sea de nosotros es tan necesario para nuestra tranquilidad como para la de nuestro entorno. Ya sea por cultura o por creencias, tendimos a evitar hablar de la muerte en el transcurso de toda nuestra vida, sin tener en cuenta que es un hecho inevitable y consecuencial al que todos llegaremos.

Esta evasión nos puede generar una cierta tranquilidad durante nuestra existencia pero no es más que una falsa tranquilidad: cuando la muerte se acerca a nuestra vida – de la mano de algún ser querido –  ya sea por primera, segunda o tercera vez, siempre nos coge desprevenidos, nos acecha la incertidumbre y rozamos el colapso. No sabemos qué hacer. Y esto nos inquieta. ¿Qué querría aquella persona? ¿Estamos cumpliendo su voluntad? Demasiadas responsabilidades, demasiadas decisiones importantes que tomar que no nos conciernen y que, tristemente, jamás podremos saber si estamos o no siguiendo “el camino adecuado”. Y ante esta situación se encontró Ellen Goodman, periodista veterana con premio Pulitzer y actual co-fundadora y directora de The Conversation Project. Goodman asegura que todos tenemos una historia “con mal sabor de boca” en relación a la muerte y la suya fue con su madre, con quien, antes de morir, había hablado, compartido y divagado de todo menos de lo más importante: cómo quería vivir el final de su vida. “Me di cuenta después de su muerte cuán fácil hubiera sido todo si hubiera escuchado de su voz qué decisiones debía tomar”. Un hecho que se convirtió en un punto de inflexión que llevaría a Ellen Goodman a la mayor decisión de su vida: hacer desaparecer tabúes y motivar a la gente a hablar de la muerte estando en vida.

Tres claves para dialogar con normalidad

Y… ¿Cómo podríamos abordar este hecho? Hablando. Aquí no hay leyes médicas o teorías pragmáticas que tener en cuenta. Se trata únicamente de poder expresar a nuestros seres queridos qué cuidados se quieren y no se quieren para cuando llegue el momento de despedirse de la vida. Goodman lo deja bien claro: “Tú debes ser el experto de tus propios deseos y de los de aquellos a quien quieres. No los doctores o enfermeras. Tampoco los expertos. Sino tú.” Partiendo de esta idea, la Fundación ofrece una breve guía sobre los pasos esenciales para afrontar la conversación, una lista de consejos que ha sido elaborada por el conjunto de expertos médicos y psicólogos – un total de 12 – que forman parte del equipo.

Primer paso: prepárate

Hablar de la muerte no es fácil y seguramente encontrarás millones de argumentos para no hacerlo. Ante ello, recuerda lo siguiente: no eres la única persona que así lo cree. Para nadie es fácil y nadie está deseando mantener esta conversación, pero lo evidente es que llegado el momento o circunstancia en cuestión, unas simples palabras habrán allanado el terreno y lo habrán hecho todo más fácil.

Uno de los mayores obstáculos puede ser el miedo. El miedo tanto al cómo reaccionarán los demás una vez sacado el tema como el miedo a que no se entiendan o comprendan tus voluntades o decisiones. En efecto, es normal. La Fundación asegura que “estas conversaciones pueden sacar a la luz desacuerdos dentro del núcleo familiar” pero que sabiéndolo “podrás estar preparado/a a las opiniones discrepantes y seguir con la conversación sin sentirte directamente atacado o atacada”. Los expertos también recomiendan que un paso previo a llevar a cabo esta conversación puede ser el escribir una larga carta, tanto para ti como para tus seres queridos, expresando todo lo que deseas y ordenando así tus ideas.

Y si aún no te atreves, ten en cuenta los siguientes datos. Por ejemplo, que mientras que el 70% de las personas aseguran que querrían morir en casa, las actuales estadísticas demuestran que el 70% de fallecimientos se producen a nivel hospitalario o junto a un equipo de cuidados intensivos. O que mientras un 80% de los individuos encuestados afirman que ante una larga enfermedad y llegado el momento gustarían de hablar con su médico sobre las condiciones del final de la vida, tan solo un 7% sí lleva a cabo tal exposición.

Segundo paso: piensa en lo que quieres

Este punto es de vital importancia y, como se verá, no únicamente va sobre la muerte sino sobre el cómo quieres vivir tu vida hasta el último momento. Para ello, debes saber qué es lo más importante para ti, qué es lo que más valoras y aquello sin lo que no podrías vivir. Una vez pensado, completa la frase ‘lo que más me importa para el final de mi vida es…’ Puede parecer absurdo pero teniendo en cuenta que es lo que más deseas en ese momento o lo que más desean los que te rodean – un momento en el que quizás ya no somos conscientes ni de nosotros mismos – y, sobre todo, haberlo hecho saber a tu alrededor, facilitará que se busquen las vías para cumplirlo.

Tercer paso: exprésate

Estás prácticamente a punto de mantener la conversación y ya solo te queda tener clara la respuesta a cuatro preguntas importantes. Quién quieres que mantenga la conversación contigo; cuándo quieres llevar a cabo la charla; dónde quieres hacerla, un espacio de comodidad; qué es lo que quieres exponer con seguridad.

Una vez esto claro, adelante. La conversación debe fluir por si sola y no debe parecer un guión preparado, eso sí: siempre y cuando tengas claro el qué decir que se comentaba anteriormente. En el transcurso de la conversación se paciente y deja que la otra persona vaya asimilando el contenido de la conversación a su ritmo. Por último, y sobre todo, no juzgues ni seas juzgados: el concepto “buena muerte” es relativo y diferente para cada persona.

Abriéndonos a una mejor comunicación

Tras cumplir estos tres pasos, lo más difícil ya está hecho. Ten en cuenta que aún haber ya mantenido esta conversación, habrá sido la primera pero no la última. Ahora las cartas están sobre la mesa y los deseos están expresados, sí, pero quedará por ir matizando detalles y concretando decisiones; sobre todo si esta conversación se ha tenido en un momento de la vida donde la idea de la muerte aún se concibe lejana.

Lo más relevante de este hecho es poder romper la barrera del miedo, del tabú, y dejar el terreno abierto a más conversaciones. Debemos hablar de la muerte con mayor naturalidad de la que lo hacemos. Debemos poder responsabilizarnos tanto de nuestra propia vida como de nuestra propia muerte. ¿Un último dato? El 60% de las personas aseguran que es “extremadamente importante” evitar que los familiares carguen con decisiones difíciles. Así que ayúdate a ti y ayuda a tus seres queridos, dejad los miedos y tapujos y hablad de la muerte, un hecho, una circunstancia, que aunque no nos guste es tan natural como la vida misma. Empecemos por aceptarla con el habla.

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